EL habla es una de las facetas más asombrosas e importantes que el ser humano puede llegar a desarrollar. Y esta es una habilidad que se comienza a desarrollar prácticamente desde los primeros días de vida de una persona.

Partiendo de esta afirmación, un grupo de investigadores del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de Donostia ha demostrado que a partir de los cuatro meses de edad los bebés comienzan a diferenciar los idiomas en los que se les habla. La doctora Monika Molnar, una de las principales investigadoras de este estudio, destaca que "los bebés distinguen cuando se les habla en castellano o en euskera a una edad muy prematura, lo cual indica que la educación bilingüe se puede comenzar desde los primeros días".

El primer año de vida es crucial en el desarrollo del lenguaje de los niños, que comienzan a hablar con significado y sentido a partir de los 18 meses. Se trata de un periodo muy importante y complejo en el que los bebés desarrollan diferentes mecanismos y facultades para omitir sonidos.

El BCBL es un importante centro de investigación, ubicado en Miramon, que se ha erigido como referente internacional en el área de las neurociencias cognitivas. Hoy en día, desarrolla una línea de proyectos con bebés, jóvenes, adultos y mayores en la investigación de los mecanismos cerebrales que participan en el lenguaje y posibles trastornos derivados de él, con un énfasis especial en el bilingüismo y el multilingüismo.

El estudio de la percepción del lenguaje es un proceso tan básico como complicado. Los bebés implicados en este estudio tienen entre tres y doce meses de edad y han sido voluntariamente ofrecidos por sus padres, quienes también participan en la investigación. "Sentamos a los bebés en el regazo de sus padres para que se sientan seguros y procedemos al estudio", justifica Molnar. El proceso consiste en la transmisión de estímulos visuales y sonoros durante un máximo de diez minutos, puesto que los bebés son incapaces de concentrarse durante más tiempo.

"Primero los estímulos son en euskera, hasta que el bebé deje de prestar atención y desvíe la vista de la fuente de estímulos. Entonces procedemos a emitirle estímulos en castellano. Si el bebé vuelve a mostrar interés, es una evidencia de que es capaz de distinguir los idiomas, pero si sigue pasivo, refleja que no ha captado ese cambio de lenguaje", afirma la investigadora.

Una de las principales conclusiones que se obtienen de este estudio se refiere a las ventajas que ofrece una educación bilingüe frente a otra monolingüe. "Se prevé que el bebé educado en dos idiomas tendrá, de cara al futuro, mayor facilidad a la hora de adquirir un tercer o cuarto idioma", asevera Molnar.

Pronunciación

¿Mamá o papá?

Una de las cosas que con más ilusión esperan los padres son las primeras palabras de sus hijos. ¿Qué dirá primero? ¿Mamá o papá?

Según investigaciones llevadas a cabo por el equipo de BCBL junto con la colaboración de quince alumnos de grado superior de Educación Infantil del Instituto Politécnico Easo, los bebés comienzan a pronunciar sonidos sin ningún significado aparente a partir de entre los cuatro y los seis meses de edad. "Es el comienzo del desarrollo del habla", expone Molnar. "Tratan de imitar aquello que oyen de sus padres y aquellos sonidos que perciben de lo que les rodea, pero todavía no son capaces de dotar de significado sus expresiones verbales", aclara la investigadora.

Pero esta fase de balbuceos es relativamente breve, porque a partir de los siete u ocho meses los sonidos que emiten los bebés comienzan a cobrar sentido y significado específico. "La capacidad de aprendizaje y evolución de los bebés en los primeros meses de vida es muy rápida, pero puede haber retrasos en este proceso. En cierto modo, este aspecto lo determina su habilidad de vocalización", justifica.

Al parecer, las primeras palabras que emiten los niños son aquellas que requieren de los labios para expresar sonidos fonéticos. "Esta parte de la boca es la primera que consiguen dominar. Les cuesta más dominar los fonemas que requieren del movimiento de la lengua o de la implicación de los dientes para ser pronunciadas ", aporta Molnar.

Aquí entra en juego la inquietud de los progenitores por saber a quién de los dos es al primero que nombrará. ¿Mamá? ¿Quizá papá? Este dilema suele inclinarse generalmente en favor de las madres, puesto que la m es el fonema más fácil de pronunciar.

Pero cada idioma tiene fonemas diferentes. Ejemplificando, un bebé francés tiende a desarrollar una dicción diferente a la de un inglés. "La pronunciación de una determinada letra es diferente dependiendo del lenguaje. Cada idioma exige diferentes posturas de la lengua, aspiraciones de aire o posición de los labios", aclara Molnar.

Lo mismo ocurre en Euskadi, porque el euskera y el castellano son idiomas "totalmente diferentes" y requieren del empleo de diferentes fonemas.

Así pues, los bebés euskaldunes bilingües tendrán, en el futuro, mayor facilidad para desarrollar la habilidad de pronunciar fonemas característicos de distintos idiomas.