vitoria. En la localidad gasteiztarra de Lasarte ayer ya no olía a quemado sino a preocupación. Los contados vecinos que se dejaban ver por el lugar bajo el sofocante sol matutino comentaban los detalles del incendio provocado ocurrido el pasado jueves en una finca del término municipal y no acertaban a otorgarle una explicación razonable. "Esto tiene que ser obra de algún chalado -concluían-, porque no tiene ningún otro sentido". Si algo les quedaba claro es que quien prendió las llamas "no puede ser del pueblo", ya que "siempre que hemos sufrido algún fuego ahí han estado todos los vecinos para echar una mano en todo lo posible".
Sea como fuere, lo cierto es que a los Bomberos de Vitoria no les cabe duda alguna de que el incendio no brotó de forma espontánea o accidental. "Es como pensar que pueden caer dos bombas en el mismo punto exacto, muy poco improbable por no decir imposible", señalaban desde Aguirrelanda el jueves para aclarar este extremo. Tras dar por hecho que se encontraban ante un incidente provocado, acotaron que tres hectáreas completas de roble quejigo habían resultado calcinadas como consecuencia de las llamas. El fuego, que surgió alrededor de las 15.00 horas, quedó completamente dominado en cuestión de una hora, pero sus efectos se dejarán sentir a lo largo de los próximos años. Los profesionales del servicio de extinción de incendios invirtieron buena parte de la tarde del jueves en garantizar que ninguna chispa o brasa llevada por el viento prendiera en los campos anexos, llenos de cereal aún sin cosechar.
La presidenta de la Asociación de Concejos de Vitoria (ACOVI), Miren Fernández de Landa, se mostraba ayer consternada por lo sucedido y anunciaba que dentro de unos días mantendrá una reunión con el presidente de la Junta Administrativa de Lasarte para evaluar el alcance de los daños. "Un incendio de estas características siempre conlleva unas pérdidas medioambientales importantes y, lógicamente, esto es lo que más nos preocupa. También nos inquieta el hecho de que se hayan producido ya cuatro fuegos en la misma zona y que pueda producirse un efecto llamada, como ya ha ocurrido en otras comunidades, como en Galicia", explicaba.
Al recordar el suceso, los vecinos destacaban que tuvo lugar "en la hora de la siesta, cuando apenas hay gente en la calle", lo que ayudó al responsable del fuego a pasar inadvertido. "Tuvo que salir corriendo, porque los Bomberos aparecieron pocos minutos después de que empezara a oler a quemado", añadían. Los niños que jugaban en los zaguanes eran los que repasaban lo ocurrido con más entusiasmo. "Llegaron dos camiones rojos y otros dos amarillos", comentaban sin ocultar su debilidad por los equipos de los Bomberos.
Echando la vista atrás, llega a la memoria de los residentes la imagen de un vehículo ardiendo en el vertedero de las inmediaciones. "Sucedió hace poco. Lo robaron, lo llevaron allí y le prendieron fuego", explicaban. "Mi tio le sacó fotos", apostillaba una de las niñas.
Al margen de este incidente, rememoraban otros relacionados con las balas de paja que se dejan en los campos. "Hace años había quien prendía fuego a los fardos y aquello también era procupante. Desde luego que tampoco se quemaban solos. Aquello sonaba a envidias".
De regreso a la actual serie de incendios, descartan posibilidades absurdas. "Había quien decía que podían ser los cazadores, pero tampoco tiene sentido. Ellos son los primeros interesados en que el monte esté en buenas condiciones. Intenciones para provocar un incendio puede haber muchas, pero esto parece obra de alguien trastornado. Esperemos que los guardas forestales estrechen la vigilancia sobre el área y le cacen", deseaban.