vitoria. No existe una explicación oficial que aclare por qué determinados grupos socioeconómicos concentran el consumo de tabaco, aunque existen diversas hipótesis al respecto. La primera de ellas apunta a que las personas de menor nivel educativo tienen un menor conocimiento acerca de los riesgos que entraña el hábito y presentan más probabilidades de caer en él y menores probabilidades de abandonarlo. Las desigualdades obedecerían, de acuerdo con este planteamiento, a las desigualdades en el grado de conocimiento más que a otros factores relacionados con las condiciones de vida.
La segunda tesis explica que los grupos socioeconómicos más desaventajados muestran niveles inferiores de control y autoeficacia sobre su propio entorno, y perciben una menor capacidad de superación de barreras. Ello repercutiría en su confianza sobre la posibilidad de abandonar el consumo de tabaco. Por último, el tercer planteamiento propugna que el consumo de tabaco tiene la función de regular el humor, manejar el estrés y la presión que supone vivir en condiciones socioeconómicas desaventajadas, por lo que su consumo es mayor en estos grupos.
Los hombres de la CAV se sitúan en una posición aventajada de partida con respecto a los residentes en los países del sur de Europa, ya que presentan un consumo relativamente bajo. Eso sí, fuman más que los habitantes varones de los países del norte, anglosajones, Bélgica y Suiza. Las mujeres ocupan una posición intermedia, con un consumo similar al del resto de España y mayor que la de algunos países del norte de Europa, como Suecia e Islandia, pero más bajo que el de Finlandia y Noruega o los países anglosajones. Con respecto al sur de Europa, las vascas únicamente fuman menos que las griegas. En los hombres, la tasa de fumadores habituales ha descendido desde un 50,9% en 1986 a un 28,7% en 2007. En las mujeres, la prevalencia se ha incrementado levemente, pasando de un 20,7% a un 22,5%.