Cerca del 50% de la población considera que es muy importante el problema del consumo de drogas. Sin embargo, se percibe que el riesgo es menor si la sustancia en cuestión es el alcohol. Así, según la Encuesta domiciliaria sobre alcohol y drogas en España realizada por el Plan Nacional sobre Drogas entre 2009 y 2010, se observan más peligros en la heroína, la cocaína y el éxtasis que en beber cinco o seis copas durante el fin de semana. El alcohol es la sustancia más consumida en el Estado entre la población entre quince y 64 años, con una prevalencia de consumo en el último año del 78,7%.

Asimismo, los informes muestran cómo los cambios en las costumbres sociales han provocado que hayan aumentado las ingestas intensivas, "siendo la población joven la que presenta una tendencia mayor y creciente a las borracheras". Por ejemplo, los jóvenes entre quince y 24 años, el 28,4% de los chicos y el 17,9% de las chicas, consumieron alcohol en forma de atracón (cinco copas o más los hombres y cuatro o más las mujeres en dos horas) en los anteriores 30 días.

Entonces, ¿qué debemos hacer con el alcohol? Esta la pregunta que ha planteado en su última campaña la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) con el objeto de proponer un nuevo modelo de acción en esta materia. "Queremos poner de manifiesto que quizá como sociedad no tenemos nada claro qué lugar debe ocupar el alcohol. Nos escandalizamos cuando aparecen datos alarmantes sobre borracheras entre adolescentes, pero nos olvidamos de la omnipresencia del alcohol en nuestra sociedad, en nuestras relaciones y en nuestras fiestas. Discutimos cómo le llamamos, si entra o no en la definición de droga, olvidándonos de que es la sustancia que más problemas causa en España -más que todas las drogas ilegales juntas-. Existen muchas paradojas con respecto al alcohol y es un debate recurrente que tal vez no se puede liquidar sólo con la apelación al consumo responsable", aseguran desde la FAD.

En este sentido, Patricia Insua, coordinadora del servicio de Psicología Aplicada y responsable del programa de Prevención y Reducción de los Riesgos Asociados al Consumo de Drogas de la UPV/EHU, asegura que la educación es "siempre lo más importante". "Educar no es incompatible con regular. Poner límites no tiene por qué ser una actuación represiva ya que suponen una ayuda, un refuerzo de los principios que hay que enseñar", añade.

La profesora, que sostiene que el alcohol normalmente se ha asociado a los momentos de ocio y que "siempre ha habido alguien que lo ha consumido en forma de atracón", reconoce que, aunque el alcoholismo no es un problema nuevo, afirma que "los atracones son distintos a los de hace unos años". Y, en ese sentido, "como estamos en una sociedad más compleja", recalca, "los motivos son más complejos y requieren respuestas más complejas, que no siempre estamos dispuestos a dar".

Olvidar

Problemas estructurales

En palabras de Insua, los "problemas estructurales" están ejerciendo mucha influencia en el aumento del consumo del alcohol. Las dificultades económicas, el aumento del paro, el menor control que ejercen los padres sobre sus hijos, jóvenes con pocas expectativas de futuro... Son algunas de las cuestiones que generan las condiciones para que se consuma en forma de atracón.

"El alcohol ayuda a olvidar, desinhibe... Saben que a largo plazo se pueden dar problemas de adicción, pero existe lo que se llama la ilusión de control, lo cual hace que nos engañemos pensando que por un atracón de vez en cuando no pasa nada y que a mí, especialmente, no va a pasarme nada", asevera la profesora.

Por su parte, Imanol Querejeta, jefe de Psiquiatría del Hospital Donostia, a la pregunta de ¿qué deberíamos hacer con el alcohol? responde que "tenemos que aprender a convivir inteligentemente con él". "Es una realidad que tenemos ahí y tenemos que dedicar mucho tiempo a informar a la gente de los riesgos que tienen ciertos hábitos", completa.

Por ello, Querejeta insiste en que hay que repetir "una y otra vez" cuáles son esos riesgos del alcohol. "Tendríamos que saber que consumirlo diariamente en ciertas cantidades produce un daño a lo largo del tiempo que se extiende a todo el organismo y que cuando empieza a manifestarse ya no tiene vuelta atrás".

El responsable del área de Psiquiatría del Hospital Donostia comenta que hay personas que sin sufrir síntoma alguno "padecen una cirrosis de la que no tenían conocimiento y es porque llevan bebiendo 25 ó 30 años ciertas cantidades de alcohol todos los días. La gente tiene que saber que esos hábitos no son buenos".

El doctor recuerda asimismo que tanto los varones como las mujeres que toman más de seis y cinco consumiciones de alcohol, respectivamente, "tienen un riesgo bastante elevado de desarrollar patologías orgánicas a lo largo del tiempo".

"Hay padres y madres de familia ejemplares que no han tenido un incidente en su vida y que rara vez se han embriagado, pero que han consumido con los amigos, con la familia, con las comidas... Cuando repasas la historia las cuentas salen: han bebido en exceso durante muchos años y eso, evidentemente, pasa factura", agrega.

Y es que la vinculación del alcohol a la mayor parte de lo momentos de celebración y de socialización de la vida de una persona hace que el autocontrol sobre esta sustancia tenga que ser más grande. "Muchas veces la socialización implica beber y a lo largo de la vida las personas que beben de forma habitual van incrementando su consumo. Hay que llevar la cuenta", señala.

Estado de ánimo

El control

Querejeta indica que, en general, todas las drogas se consumen porque producen "cambios en el sentir y en el estado de ánimo". "El alcohol no induce a cambios de comportamiento tan negativos; la mayor parte están más chistosos, más divertidos, más próximos. Son cambios momentáneos que no tienen trascendencia y, por lo tanto, es más fácil que no se les conceda importancia porque, de entrada, parece que distorsiona menos el ambiente: es una droga legal, se puede encontrar en cualquier sitio, no es algo que se adultera, ni se trapichea y aparentemente no genera ningún problema, pero desde el punto de vista sanitario es más grave que las demás porque está más extendida", apunta.

Ninguno de los dos profesionales cree que la solución venga de la mano de unas normas más estrictas para acceder al alcohol. "Si se desarrolla una cultura y se ponen medios para controlar la demanda y la oferta y que esto se pueda explicar, que las medidas no puedan tacharse de represivas; es posible que sumes gente a tu causa: beber de forma inteligente. Es fácil decir que no se puede beber y que debe haber un control. Para eso hay que otorgar a los individuos herramientas de control", explica Querejeta.

Asimismo, Insua plantea que en "este país no es difícil comprar ninguna droga, por lo que no nos podemos plantear soluciones que hasta el momento no han funcionado. La única dificultad real que podría ser eficiente es la que supondría un cambio de relación entre nuestra sociedad y el alcohol y otras drogas".