VITORIA. Con motivo del Día Internacional del Trabajo, la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios publicó un decálogo llamado a mejorar la productividad laboral de cada ciudadano. Para la citada organización, es muy importante separar lo personal de lo laboral. Se ha de intentar seguir la regla de los tres ochos (destinar igual número de horas para la vida personal, el descanso y la vida laboral).

En ese sentido, se tiene que saber priorizar entre las tareas. No todas las pendientes son urgentes y dentro de ellas, algunas se necesitan antes que otras. Por ello, se debe organizar el tiempo en función de las que se necesiten hacer en un espacio de tiempo menor a todas las demás. Ésa es la clave.

También se debe aprender a decir que "no"en el trabajo. Esto ayuda a gestionar adecuadamente el tiempo y a evitar muchas de esas tareas que no le corresponden llevar a cabo dentro de su empresa. Al respecto, la planificación es la piedra angular de la gestión del tiempo. Por ejemplo, algo tan simple como es el escribir un listado de tareas, ayudará a conseguir una mejor planificación de su tiempo. Además, hay que ser respetuoso con su tiempo y con el de los demás. No es conveniente dedicar a una tarea más tiempo del que inicialmente se hubiese estipulado para ella.

Se debe ser puntual. Ésta es una señal de respeto hacia el tiempo de los demás, que es tan importante como el de uno mismo. Además, si se respetan los horarios de entrada, se podrán cumplir con los horarios de cada jornada y de esta manera salir puntualmente a su hora.

Evitar el presentismo Es muy recomendable combatir y tratar de evitar, dentro de lo posible, el "presentismo". La competitividad hace que se necesite trabajar mejor. Y pasar 12 horas al día en la oficina no ayudará a ser más valorados en el trabajo, a ser más productivos ni más eficaces.

Una buena forma de ahorrar tiempo es la de convocar reuniones cuando sea necesario. Las reuniones son una buena herramienta para alimentar la comunicación, pero muchas veces son sustituibles por una simple llamada telefónica.

Con el fin de evitar que no se extiendan más de lo que debieran, se deben organizar las reuniones y es necesario fijar una hora de inicio y otra de finalización. Es recomendable conocer previamente los puntos del día, con el fin de no desviarnos del tema a tratar. Por último, sería positivo sustituir las comidas de trabajo por desayunos de trabajo. Ambos son igual de efectivos a la hora de tomar decisiones, pero los desayunos de trabajo son más breves. Con los actuales horarios, la tan reclamada conciliación resulta, cuando menos, utópica. Por ello, hay una necesidad de reexaminar los tiempos de trabajo y regularizarlos con los europeos.