vitoria. Los agotes han sufrido durante siglos, al menos desde el XII y hasta el XX, una discriminación difícil de determinar a día de hoy. Su presencia se centró principalmente en el Valle de Baztan y en el barrio arizkundarra de Bozate, aunque también hay constancia de que se establecieron en el Valle del Roncal y en el propio País Vasco, tanto en Gipuzkoa como en Iparralde. Atendiendo al origen del nombre, algunos autores han especulado con la posibilidad de que esta comunidad fuese de origen godo, quizá desertora de algún ejército de refugiados en los valles vasconavarros, donde sus integrantes serían mal recibidos por la población autóctona, circunstancia que daría origen al prejuicio y a la discriminación alimentada por la leyenda. Otra teoría afirma que en su origen fueron delincuentes procedentes de Francia que, para escapar de la Justicia, se ocultaron en lazaretos antes de decidir cruzar la frontera, de donde vendría la idea de que son transmisores de lepra, una de las acusaciones más habituales.

Acusados durante siglos de mantener prácticas religiosas ostensiblemente paganas, fueron segregados y tratados como una raza inferior, impidiéndoseles contraer matrimonio con gentes de otras poblaciones, lo cual les forzó a una cierta endogamia. Los agotes sufrieron discriminaciones que les obligaban a vivir fuera de los núcleos de población y a vestir un ropaje para ser identificados como tales. De hecho, frecuentemente debían portar en sus prendas un signo rojo similar a la huella de pie de pato o de pata de oca. En muchos lugares estaban obligados a hacer sonar una campanilla a su paso para que los no agotes pudieran apartarse a tiempo.

Los agotes no podían mezclarse en ningún caso con los no agotes: En las iglesias navarras, de hecho, solían quedar relegados a un hueco bajo el coro, el campanario o la escalera para oír misa, y con frecuencia tenían una entrada específica, a un lado de la principal, más baja y más estrecha.

Aun hoy en día se encuentran lugares con la denominación de fuente de los agotes, barrio de los agotes, calle de los agotes, pues la comunidad era obligada a tener sus propias fuentes, barrios, calles e inclusos cementerios. Con todo, también existen testimonios en favor de los agotes, asignándoles alma de músicos y relacionándoles con los txistularis, tamborileros y bertsolaris de las tierras navarras. También destacaron como poetas.