Vitoria. Los ganaderos alaveses reciben un nuevo mazazo para sus planes de futuro. La Comisión Europea dictaminó el pasado 29 de marzo que no se podrán incluir en la denominación Euskal Okela animales que no pertenezcan a las razas bovinas tradicionalmente criadas en Euskadi. Según este mandato, sólo se verán como tales la pirenaica, limusín, pardo alpina, blonda y terreña. De esta forma, quedarían fuera una decena de razas que hasta la fecha cumplían con los requisitos.

A juicio del colectivo ganadero, la medida está desfasada y no responde a la realidad de la cabaña actual. Y es que fue en 2000 cuando se estableció que estas especies eran las que mejor se ajustaban a los requisitos de justificación histórica y producción con número suficiente. Una decisión que llevó al sector a recurrir en 2004 solicitando la inclusión de otras. Seis años más tarde, tras denegarse esta ampliación, se recurre el dictamen y se solicita la inclusión de la raza txarolesa y la terreña, obteniendo únicamente esta última el beneplácito institucional.

La polémica ha dado un paso más cuando el organismo europeo determinaba hace tres meses que el resto de las especies quedaran fuera del Euskal Okela. Ante esta realidad, los productores de una de las cabañas más afectadas, la txarolesa, ya han expresado su indignación.

Ante la objeción del origen francés de la raza, cabe resaltar que la blonda y limusín también lo son y, en cuanto al de la representatividad, sólo hace falta ver que la pardo alpina y la blonda tienen menos cabezas. De hecho, en Álava existen 59 explotaciones con 4.500 cabezas de vaca pirenaica, 2.000 limusinas de 40 granjas, 750 terreñas de 18 explotaciones, 50 blondas de dos granjas y sólo dos vacas pardo alpinas. Sin embargo, hay nueve explotaciones con 450 reses de txarolesa. "¿En humanos no tiene que haber racismo pero en ganado sí? Lo que vende el Label es la carne y no la raza", reclama el presidente de criadores de ganado txarolés de Álava y Euskadi, Joseba Ibarrola.

Y es que las propuestas que llegan al colectivo no les satisfacen. Entre ellas, abandonar la denominación de origen supondría una pérdida importante de dinero en la comercialización ya que la venta caería en torno a 300 euros por animal. Por otro lado, desarrollar una Indicación Geográfica Protegida Propia (IGP) les supondría no optar a las ayudas europeas. "Si no vendemos Label, tampoco sementales y no recibimos ayudas, ¿cómo lo vamos a hacer?", lamenta Ibarrola.

De momento, el colectivo se reunirá el próximo día 27 con el viceconsejero de Agricultura para buscar soluciones antes de que a finales de año la medida se haga efectiva.