Vitoria. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), "la epilepsia es una afección cerebral crónica que afecta a personas de todos los países y que se caracteriza por ataques recurrentes que son la manifestación física de descargas eléctricas excesivas, súbitas y, a menudo breves, de grupos de células cerebrales". Una serie de términos que se escapa al común de los mortales y que sólo se hace evidente en las consecuencias que sufren los afectados por esta patología en el día a día. Precisamente hoy, en el Día Nacional de la Epilepsia, las personas que sufren esta enfermedad recuerdan que, a pesar de que es una dolencia que permite llevar una rutina normalizada a siete de cada diez personas, existe un 30% de los pacientes que no logra controlar sus crisis con ningún tratamiento. Este porcentaje refleja los grandes avances que ha llevado a cabo la medicina a la hora de tratar esta dolencia. No obstante, todavía queda camino por recorrer.
No en vano, cerca de 300.000 personas conviven con esta enfermedad en todo el Estado. De ellas, alrededor de 2.000 residen en Álava. Un colectivo considerable que recuerda que, aunque la afección no se manifiesta con rasgos externos, sí es causa de muchas limitaciones, sobretodo, en el caso de los pacientes farmacorresistentes. Uno de los mayores problemas con los que tienen que lidiar, más allá de la propia enfermedad, reside en el mundo laboral.
En el caso de los pacientes con más problemas para controlar la patología, los efectos secundarios de algunas medicaciones llevan a que la búsqueda de empleo se vea limitada en ocasiones dadas las circunstancias.
Por ejemplo, algunos fármacos provocan problemas de coordinación, una ligera lentitud y problemas de memoria. En muchas ocasiones, estas circunstancias no son óbice para la realización de un trabajo competente, pero el estigma o la imagen que produce a la hora de realizar entrevistas de trabajo, lleva a que sea complicado obtener los empleos a los que se aspira. Además, el sueño es un factor fundamental para los afectados por lo que tienden a evitar puestos que requieran grandes alteraciones del descanso como los trabajos a turnos, lo que limita aún más sus posibilidades.
De esta forma, si en la actualidad el acceso al mundo laboral está complicado para toda la sociedad, la realidad que impone la enfermedad multiplica las taras en el caso de los epilépticos. Desde la Asociación Alavesa de Epilepsia (AAE) afirman que parte del 30% de los afectados que tiene problemas para controlar la afección se enfrenta a la no renovación de contratos después de haber sufrido alguna crisis en la empresa. Esta circunstancia ha llevado a los afectados a plantearse si informar sobre su condición en las entrevistas de trabajo e, incluso, si solicitar la valoración de dependencia.
Dependencia Un alto porcentaje de los farmacorresistentes obtiene un grado que reconoce su problemática pero no le reporta una compensación económica, ya que no alcanza el 65% de invalidez. Además, este reconocimiento acaba resultando contraproducente a la hora de buscar empleo fuera de las empresas especiales de empleo. Hasta 2010, 245 alaveses se beneficiaron de la Ley de Dependencia por la incapacidad que les generaba la epilepsia, mientras que esta cifra aumentaba un 45% en los casos en los que esta dolencia aparecía como una enfermedad más.
Las complicaciones que genera no responder a ningún tratamiento o la imposibilidad de someterse a cirugía y lo que les incapacita para su vida real es lo que lleva a los epilépticos a solicitar la formación de más especialistas en esta enfermedad. De hecho, en Euskadi tan sólo existe una unidad para tratar de forma específica a estos pacientes en el hospital de Cruces. Este servicio parece insuficiente si se tienen en cuenta las complicaciones que acarrea para aquellos que no pueden controlar las crisis. A pesar de que en los últimos cinco años se han producido importantes avances en el origen, diagnóstico y tratamiento de la epilepsia, todavía hay pacientes que no han encontrado la solución a su problema.