Vitoria. "La gente intenta volver a la normalidad, pero se tardarán muchas semanas antes de que la ciudad recupere el ritmo habitual. Los lorquinos y los que sufrimos el terremoto estamos aún con el miedo en el cuerpo; no somos del todo conscientes de lo que ha ocurrido", cuenta en conversación telefónica con DNA, el exjugador del Aurrera de Vitoria y del Athletic, Jorge Pérez, ahora en el Lorca, y que vivió con angustia los dos seísmos en la localidad murciana.

Todavía con el miedo metido en lo más profundo de su cuerpo, Pérez relata como la primera explosión le pilló en los vestuarios. "Fue como una explosión. Salimos a todo correr, pero se pasó enseguida y volvimos a lo nuestro, no le dimos mayor importancia", recuerda. El segundo terremoto ya les dejó aplanados, sin habla. Sólo se les ocurrió salir corriendo fuera de las instalaciones. "Era como si el campo de fútbol se nos viniera abajo; como si la tierra se abriera. Salimos todos pitando por los vestuarios hacia la calle. Lo único que queríamos era salir de allí".

Reconoce que fueron unos minutos muy angustiosos. Junto a sus compañeros intentó sin éxito ponerse en contacto con la familia, con los amigos, los vecinos. "Las comunicaciones estaban cortadas. La preocupación crecía porque no contactábamos con nuestro entorno para que nos dijeran lo que estaba pasando y sobre todo para saber que estaban bien y al ver las noticias todavía nos poníamos peor".

El futbolista vasco no pudo tranquilizarse hasta el momento en que supo que su mujer y su hija de siete años estaban bien, a salvo. Y ahora se muestra agradecido a su suerte "porque lo podemos contar", asegura.

Jorge y su familia se encuentran en la localidad vecina de Águilas, en casa de unos amigos. "Nos han recomendado que estemos al menos fuera 48 horas. Esta mañana [por ayer] he ido un momento con mi mujer a casa a recoger unas cosas para la niña, pero hemos abandonado Lorca", añade el futbolista.

La localidad murciana permanecía paralizada ayer por la tarde; la gente continuaba en la calle. Algunos porque no podían volver a sus casas y los que sí, "porque no se fían y prefieren estar en los pabellones habilitados para los afectados por el seísmo". Muchos siguen sin poder volver a su casa y, otros que no tienen peligro, no desean hacerlo. "La consternación se percibe en las calles. No se sabe aún la magnitud de lo acontecido. Percibo en la gente miedo, tristeza por lo sucedido. La situación es compleja y todos tardaremos tiempo en recuperarnos y olvidar la tragedia. Lo fundamental ahora es retornar poco a poco a la rutina diaria", apostilla Jorge Pérez.

"Como una caja de cartón" Otro de los testigos de la catástrofe fue Joseba, el propietario del restaurante Lagun de la capital murciana, un bilbaíno que vivió desde allí el terremoto de 5,1 en la escala Richter que ha dejado nueve muertos en el municipio de Lorca, quien afirmaba rotundo que "creo que no estamos preparados para esto". A pesar de que el epicentro se localizó a 70 kilómetros de Murcia, Joseba afirmaba que "cuando terminé de cerrar el restaurante, hacia las cinco de la tarde, estaba sentado en el sofá y noté el temblor. Se movían hasta las paredes", describía.

Preocupado por la situación en la que ha quedado este municipio, trataba ayer de buscar una explicación a lo ocurrido. "Las construcciones en Lorca son un poco obsoletas y si hubiera sido mayor... ¡Madre mía lo que podría haber pasado! Yo vivo en una zona donde las construcciones son relativamente nuevas y era como si pisaras una caja de cartón, los edificios se movían de un lado a otro. Si hubiera llegado a los seis puntos, incluso en la capital, habría sido un desastre mucho mayor", comentaba este vasco.