Vitoria. Hace escasos días se anunciaba que cuarenta y siete centros públicos han solicitado entrar el curso que viene en la experimentación del Marco de Educación Trilingüe (MET). De ellos, veinte se unirán a los dieciséis colegios e institutos públicos que este curso participan en el piloto que se prolongará dos años más antes de que se extienda a todo el sistema. A Educación le ha faltado tiempo para asegurar que la respuesta de la escuela pública supone "un espaldarazo a uno de los proyectos estratégicos del Departamento". Los reflejos demostrados por Educación responden quizá a que el gabinete de Isabel Celaá no se podía permitir el lujo de que se volviera a repetir el fracaso del año pasado, cuando los colegios públicos dieron la espalda de forma masiva a uno de los empeños personales de Celaá. Y la red pública, por su parte, tampoco se puede arriesgar a que sus matrículas vuelen hacia la red concertada, que ha visto claro el prestigio que el label del trilingüismo aporta a sus centros, al menos, sobre el papel. Su fidelidad se ha visto recompensada recientemente con una inyección extra de 1,5 millones de euros cuando Educación se niega a saldar la deuda contraída con sus 12.000 trabajadores tras el recorte de sueldo debido a la política de contención del déficit.
Pero tras esta foto de aparente armonía hay mar de fondo en los centros ya que las dudas sobre la solvencia del MET persisten entre los profesionales y, además, han surgido otras nuevas a la luz de las "facilidades" que estaría concediendo el Departamento de Educación a los colegios para que se unan al MET. Tal y como ha podido contrastar este periódico por distintas fuentes escolares, el Departamento "está haciendo la vista gorda. Nos dicen no hace falta que se hagan las pruebas de nivel, o que se pueden rebajar de una a media hora las sesiones en inglés, con lo que en vez de cinco-seis horas se podrían dar tres, es decir, las mismas que estamos dando ahora", afirma la responsable de un colegio que prefiere quedar en el anonimato. En resumidas cuentas, flexibilidad a cambio de apoyo.
Desde hace año y medio, tanto la mayoría sindical como los partidos de la oposición se han manifestado públicamente en contra del marco trilingüe ideado por el gabinete Celaá. No porque estén en contra del trilingüismo -ya que de hecho existen múltiples experiencias multilingües- pero sí preocupa que la precipitación y la falta de concreción del proyecto de Celaá acaben arrastrando a todo el sistema educativo hacia un modelo fallido. Y las últimas noticias del todo vale que estaría aplicando Educación con tal de que la lista de centros sea más larga no ha hecho sino reforzar las reservas iniciales. Un recelo motivado por la falta de objetivos lingüísticos y de un diseño serio de la muestra de centros que toman parten en el piloto. Y es que, sin ambos factores se imposibilita una evaluación rigurosa de la experiencia piloto, cuyos resultados se tomarán como base para superar el actual sistema de modelos.
El exdirector del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI), Josu Sierra, observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos y sostiene que el piloto del marco trilingüe carece de rigor científico. Este experto que ha monitorizado otras experiencias multilingües realizadas por el anterior Gobierno se muestra muy crítico con el estado de la cuestión. "La convocatoria del marco se topó con la negativa de los centros a participar. Luego se les ha ido ofreciendo más y más, y flexibilizando cada vez más las condiciones. Incluso las ikastolas han entrado porque se les da la oportunidad de contabilizar las horas de castellano como sesiones de inglés, porque estos centros, evidentemente, no piensan bajar las horas de euskera para dar asignaturas en castellano", afirma. Cabe recordar que todos los centros deben de dar un mínimo del 25% de las horas en los tres idiomas. Al final, señala Sierra, "con tanta disparidad de variables intervinientes: horas o sesiones, tipo de asignatura, profesorado y su nivel de lengua, zona sociolingüística, nivel socioeconómico, metodología, centro... será imposible concluir nada significativo en la evaluación". Y es que, a su juicio, "las muestras son muy dispares, las variables explicativas muchas, el tiempo de experimentación distinto con lo que no creo que vaya a haber nada concluyente". Sierra Orrantia saca a colación un factor que hasta ahora había pasado inadvertido, el hecho de que unos centros experimentarán un año, otros dos y sólo cuarenta completarán los tres cursos completos.
No se explica por qué Educación ha ignorado tanto las conclusiones de las evaluaciones previas así como los estándares internacionales a la hora de seleccionar los centros. Una muestra seria sería la de "centros equivalentes en cuanto a nivel socioeconómico y zona sociolingüística, con las mismas asignaturas y horarios y compararlos con los centros no experimentales de las mismas características. En el inglés es clave controlar la asistencia a clases extraescolares y la competencia lingüística del profesorado, no me lo invento yo, es lo que dicen las evaluaciones ya publicadas".
Respecto a la capacitación del profesorado para impartir asignaturas en inglés, el responsable del ISEI-IVEI hasta la llegada del Gobierno del cambio afirma que "existen enormes diferencias de niveles y esa es una variable clave, como he dicho, a la hora de explicar los resultados en esta lengua. De todos modos, y conociendo las limitaciones de formación en inglés que existen, esta es una variable clave en la evaluación".
Cabe recordar que el Gobierno Vasco ha destinado este año 1,6 millones de euros, un millón más que el año 2010, para el programa de capacitación lingüística del profesorado. Este año, 1.600 profesores participarán en los cursos con el fin de lograr los títulos B2 (equivalente al First) y el C1 (Advanced) que garantiza un nivel de inglés con suficiencia. Cabe recordar que el C1 de inglés (el equivalente al PL2 de euskera) es el nivel que se exige al profesorado para poder ejercer.
De hecho, el proyecto de Celaá sólo pone como condición que el profesorado que vaya a impartir clases en lengua extranjera cuente con una acreditación equivalente o superior al B2 del Marco Común Europeo de Referencia de las Lenguas, y en el caso del profesorado de Primaria poseer sólo una habilitación en lengua extranjera. O lo que es lo mismo, el MET no sólo no ve ningún inconveniente -incluso lo fija como condición- en que docentes con B2 (el equivalente al PL1) puedan dar clase de Biología en inglés.