Nada de penitencia, ni contrición. Vitoria ha celebrado esta Semana Santa por todo lo alto. Porque el tiempo se ha puesto de su parte y, en consecuencia, el turismo también. Los guías y organismos turísticos no han dado abasto para atender la avalancha de viajeros que han escogido la capital alavesa estos días como nunca y han realizado su peregrinación a lo largo de toda la ciudad. De hecho, las visitas guiadas por la capital han tenido que duplicarse por la tarde y las de la Catedral Santa María y la Muralla colgaban el cartel de no hay entradas en todos los turnos.

La recientemente inaugurada oficina de turismo lucía enormes colas desde primera hora de la mañana y se convertía en la particular sede de la Cofradía más prolífica: la del Turista Mayor. Desde allí iba saliendo un particular procesión con diferentes pasos: el cultural, gastronómico, natural y, por supuesto, el religioso. Sus costaleros, más numerosos que nunca, llegaban preparados cámara en ristre y buen calzado para trotar. Como siempre, los fieles de Madrid, Barcelona, Valencia y el País Vasco no fallaron a la cita, pero a ellos también se unieron en esta ocasión devotos visitantes de otros lugares como Vigo y Lugo, que se dejaron atrapar por el encanto de la ciudad.

Y es que Vitoria tiene un color especial. El del verde de sus parques y su Anillo que le han hecho valedera de la mención de Green Capital. "Me interesa mucho el cinturón verde. Es una de las cosas que llama la atención, además de que se pueda recorrer la ciudad en bici y que sea todo tan espacioso. Es preciosa", comentaban Antonio, Mª Cruz, Jara, María y Patricio que llegaban el viernes desde las afueras de Madrid y se disponían a dar un paseo por la Virgen Blanca.

Pero Vitoria no sólo se deja ver sino que también tiene un sabor especial. Y más esta semana en la que bares y restaurantes exponen su mejores habilidades en la Semana del Pintxo. "Son fantásticos. He tenido hasta fiebre creo que de un empacho", bromeaba el barcelonés Víctor que junto a Sonia, Carmen y Fernando elogiaban además la gratuidad de las visitas y los grandes pulmones que tiene. "Nos ha impresionado la gran cantidad de espacios verdes y lo bonito que es Salburua", resaltaban.

Lástima que no pudieran llegar hasta allí Marta, Mariví y Mariado que aprovecharon ayer para hacer una visita de día desde la navarra localidad de Donomaría. "No habíamos estado nunca más que de paso. Hemos ido a Turismo a coger un plano y vamos a ir pateando un poco por el centro para conocerla. La verdad es que de lo que hemos visto nos parece muy bonita y con una arquitectura muy rica", admiraban mientras paseaban por la joya de estas fechas, el recién abierto Escoriaza-Esquível, que sólo el viernes recibió más de un millar de visitantes después de permanecer cerrado al público durante tanto tiempo.

paradas obligadas Sin embargo, la peregrinación no terminaba ahí. De hecho, tras conocer la muralla y realizar una visita obligada al palacio renacentista, la parada ineludible se encontraba en la Catedral Santa María. Allí, los más despistados que no habían hecho reserva intentaban conseguir un hueco de última hora. El templo abierto por obras había llamado la atención de dos jóvenes moscovitas que, tras recoger sus entradas, se dirigían al Museo de los Faroles. "Estoy estudiando aquí con una beca Erasmus y mi amiga Ana a venido a visitarme desde Moscú y queremos ver la Catedral porque nos la han recomendado", comentaba Ana. "Esto no se parece en absoluto a Moscú. Nos sorprendió mucho la procesión porque allí somos ortodoxos y es muy diferente a nuestras costumbres", afirmaban las jóvenes. Y después de la parada, siempre llega la fonda. La que hacían después de visitar Santa María, Isolina y José en un bar del centro para reponer fuerzas y continuar. "A mí lo que más me gusta de Vitoria son los pintxos y, luego, la catedral", bromeaba José. "Desde luego. Vamos a montar una franquicia en Vigo y nos forramos", afirmaba su pareja Isolina. "Hemos venido a ver a unos amigos. La ciudad nos encanta, todo es peatonal y eso está muy bien", reconocía. Y es que Vitoria se ha disfrutado estos días con todos los sentidos y siguiendo todos los pasos que marca la procesión del Turista Mayor con dos máximas como principal religión: no perderse ni una visita guiada y no olvidar reponer fuerzas con un pintxo y un buen vinito o txakoli. Así, esta semana Vitoria ha sido más Santa que nunca.