para estar a mediados de abril, ayer hacía frío en New York. Bastante. Unos seis grados a las 14:00. El viento helador, a veces racheado, y un sirimiri, que poco a poco, calaba los huesos. Pero la suerte estaba echada: había que celebrar la Korrika en 'la city' por segunda vez consecutiva. Y la diáspora vasca no falló. Dicen que somos gente de fiar, de palabra. Pues unas cuarenta personas, tres decenas de valientes, recorrieron con entusiasmo algunas de las calles de la zona de Williamsburg, en Brooklyn. Y una vez llegados al parque de East River State, al lado del East River (valga la redundancia), con el skyline, majestuoso, de frente, recordaron a Michael Bloomberg que en New York también se habla euskera, que se siente, se ama y se sufre en nuestro idioma. "Alkate, entzun, New York euskaldun!". Mas que bajo la lluvia, ayer en la 'capital del mundo' la diáspora cantó, gritó, disfrutó y se emocionó bajo el sirimiri. En euskera, of course.
Pero que se vayan acostumbrando los newyorkers. La de ayer es la segunda vez que se celebra la Korrika aquí. En 2009 también la atónita muchedumbre fue testigo de cómo se las gastan los vascos. Aquella vez se 'ocupó' Central Park. Este año la ilusión cruzó el puente de Brooklyn, y se traslado hasta Williamsburg. El punto de partida estaba claro: Avenida Bedford, esquina con la calle numero 12. Cerca del McCarren Park. Eso habían decidido los miembros de la Eusko Etxea de New York, organizadores del evento. Es normal ver a gente correr por el McCarren Park. Ver a gente jugar a beisball, a football, a soccer. Ayer, en cambio, los únicos que querían hacer un poco de deporte al aire libre en New York eran los vascos. Deporte con petos distintivos, pancartas empuñadas, e Ikurriñas al viento. Pero con la ilusión por bandera.
Las caras de las tres decenas de vascos que se reunieron en la citada esquina reflejaban esa ilusión. Mezclada con algo de inquietud, eso sí. Es lo que pasa en las grandes ocasiones. También es muy común empezar a saltar debido al hormigueo interior. O frotarse las manos. Esos gestos respondían ayer tanto al frio reinante, como a las ganas de reivindicación en un espacio único.
Y pocos de los vascos residentes en New York fallaron ayer. Veteranos curtidos en mil batallas en la ciudad, neófitos en la materia, y turistas con los ojos iluminados se agolparon detrás de la pancarta que tomó rumbo hacia el East River. Empezó el jolgorio. Los paseantes, mientras tanto, extrañados. Pero contentos ellos también. Se les entregó una hoja informativa, en ingles, para explicarles el motivo de la fiesta. Y doy fe que a algunos de ellos se les iluminaron los ojos. Orgullosos ellos también. Quizás, porque saben que viven en una ciudad y en una sociedad en la que escasean la reivindicaciones. Levantaron el pulgar como signo de aprobación, como queriendo indicar que estamos vivos aún. Como el euskera. El ruido de los cláxones de los coches no hizo más que acentuar el concepto reivindicativo de la 'carrera' de ayer en New York. Pero no llegaron a ahogar los animosos y sentidos cánticos: "Ika,ika, ika, badator Korrika!". "Tipi-tapa, tipi-tapa, Korrika!". La fiesta continuó luego en la Eusko Etxea.