Vitoria/Madrid. Como las aspas de un molino de viento. La política gira según la fuerza y la dirección del aire que sopla. Ayer la onerosa factura eléctrica que amenazaba la integridad de los monederos de los españoles obligaba al Gobierno a replantearse su política energética -que planteaba el cierre progresivo de las centrales atómicas- y a hacer mutis por el foro cada vez José Luis Rodríguez Zapatero era interpelado ante una presunta marcha atrás en su decisión de cerrar la central de Santa María de Garoña. Hoy, sin embargo, la catástrofe nuclear de Japón y, sobretodo, el varapalo electoral sufrido por la canciller Merkel ante el crecimiento en votos y escaños en dos länder tradicionalmente conservadores de los verdes, eminentemente antinucleares, parecen haber reconvertido el silencio calculado del presidente del Ejecutivo central sobre la central burgalesa en un discurso especialmente claro, nítido y contundente que ratifica la clausura sin más ambages. Toda una muestra de adaptación a los giros de la veleta política.

La nueva muesca del cambio de cara del Gobierno central surtió efecto ayer. Si durante meses, azuzado por los problemas económicos y por la necesidad de apoyos en las Cortes para sacar adelante los recortes y las reformas necesarias para encarar la crisis económica, Zapatero eludió conscientemente ratificar la clausura de Garoña en 2013 cada vez que era interrogado, ayer ocurrió todo lo contrario. Sucedió en el proceloso ámbito parlamentario de Madrid. Allí, el presidente del Gobierno central se aupó a la nueva tendencia tras la catástrofe japonesa y los comicios germanos en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado. Ese nuevo giro de Zapatero hasta adquirir nuevamente un perfil antinuclear convencido, llega aupado por decisiones como la alemana, que tras la catástrofe de la central de Fukushima, decidió suspender su postura de mantener la vida de las nucleares hasta 2035 y, con ello, quizás el ímpetu electoral de los verdes.

Sea como fuere, lo cierto es que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ratificó ayer el cierre de la central nuclear de Garoña para 2013 y reiteró que se revisarán los sistemas de seguridad de los ocho reactores nucleares en territorio español, para comprobar su riesgo sísmico.

El gestor socialista hizo público este anuncio durante su comparecencia ante el Pleno del Congreso para dar cuenta del Consejo Europeo celebrado la semana pasada en Bruselas, donde se expresó la solidaridad, la cercanía y el apoyo de la UE a Japón en sus esfuerzos para afrontar las consecuencias del terremoto y del tsunami del pasado día 11, así como del accidente en la central de Fukushima. Precisamente de ese accidente, el Consejo Europeo ha sacado ya una serie de conclusiones y ha adoptado un paquete de medidas para evaluar con el máximo rigor el estado de las centrales nucleares en el conjunto de Europa.

Sistemas de seguridad Así, según Zapatero, se tendrán en cuenta escenarios no previstos hasta ahora y que no se consideraron en las condiciones de diseño de las centrales. El Gobierno central, en este sentido, ya ha iniciado un proceso de revisión de los sistemas de seguridad de los ocho reactores nucleares, para lo cual solicitará estudios sísmicos complementarios, además de informes sobre posibles riesgos de inundación, aunque sólo una de las centrales españolas se encuentra en zona costera. "Y paralela y responsablemente -anotó Zapatero-- (el Gobierno) mantiene el calendario de cierre previsto para la central de Garoña".

La UE, explicó el presidente, ha querido reiterar "con fuerza" el carácter estratégico de sus relaciones con Japón, sustentadas en valores comunes y en fuertes vínculos de amistad y cooperación política y económica. El Consejo de la Unión Europea subrayó su especial interés en que la próxima cumbre entre la UE y Japón tenga un especial significado político, que contribuya de forma decisiva a fortalecer y profundizar las relaciones y que incluya nuevos ámbitos de cooperación, por ejemplo un acuerdo de libre comercio entre ambos espacios.