Vitoria. Alrededor de 22.000 personas extranjeras se encuentran empadronadas en Vitoria, lo que representa el 10% de la población. La llegada de foráneos a la capital alavesa se ha multiplicado por diez en la última década; una tendencia que parece haberse frenado como consecuencia de la crisis económica y de los problemas para encontrar trabajo y vivienda. Éstas son algunas de las principales preocupaciones de los alaveses, y también de quienes llegan desde fuera, que reconocen que las puertas se les empiezan a cerrar por la difícil situación que atraviesa el país.
"Hay gente que se ha empezado a marchar ya, las condiciones son malas para todos, pero más para nosotros que no tenemos al lado a nuestra familia", asegura Ahmed Elhanafi, presidente de las Comunidades Islámicas de Euskadi.
La mayor parte de la población extranjera asegura que hasta ahora no se había encontrado con demasiadas dificultades en las experiencias vividas en la CAV. Sin embargo, a raíz de la crisis, sí han detectado más sensación de rechazo por parte de los autóctonos. Según un reciente estudio del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, uno de cada cuatro extranjeros percibe situaciones de discriminación. La sensación aumenta cuando se consulta a las personas que proceden del África subsahariana, y es que el 75% asegura tener importantes dificultades, por ejemplo, a la hora de alquilar una vivienda. "El color de la piel es el problema", asegura Mireya Perea, presidenta de Kira, la Coordinadora de Inmigrantes y Refugiados de Álava.
El acceso a una casa se ha convertido en todo un reto para la gente que llega del continente africano en contraste con lo que les sucede a los de origen latinoamericano, que si bien reconocen tener algunas dificultades, la mayoría dice haber alcanzado un acuerdo de alquiler sin tener que esperar demasiado tiempo. Pero según Ikuspegi, la situación para los inmigrantes de raza negra es bien diferente. Muchos de ellos reconocen que no están preparados ni formados suficientemente para hacer frente a las dificultades que puedan surgir a la hora de buscar una vivienda y firmar un contrato de arrendamiento, si bien es cierto que el 45% de los consultados asegura que les ponen trabas desde el exterior.
El colectivo Kira es muy consciente de ello. Por su sede en Vitoria pasan todas las semanas extranjeros a los que les está resultando imposible dar con una vivienda, pese a tener un contrato de trabajo. "Conozco casos de nigerianos y guineanos con estudios a los que nadie les quiere alquilar una casa. Y si lo hacen es a cambio de cantidades abusivas, no menos de 800 euros por una vivienda de dos habitaciones", asegura Perea.
Encontrar trabajo es otro gran problema. Lo es para la población autóctona, pero también para la inmigrante, volcada en el sector de la construcción, que ha sufrido más que ningún otro el embate de la crisis. En este sentido, denuncian sentirse utilizados por quienes les contratan. "Si no tienes estudios, si no tienes un valor añadido, no te queda más remedio que aceptar trabajar en malas condiciones y las empresas se aprovechan de ello", asegura Ahmed Elhanafi. El 73% de los marroquíes, de hecho, asegura tener serias dificultades a la hora de encontrar empleo, una cifra que se eleva al 82% en el caso de las personas que emigran del África subsahariana. También entre los rumanos se da una situación similar, aunque algo más leve.
Divididos En definitiva, la mayor parte de los colectivos de inmigrantes consultados reconoce que la sensación de rechazo hacia ellos ha aumentado en los últimos años. Entre los principales motivos, la mayoría asegura haber sido criticado por representar una amenaza económica y también por su aspecto físico. Por el contrario, y según el estudio de Ikuspegi, la población autóctona está dividida y se debate entre reconocer la existencia de una discriminación a los extranjeros, o negarla. De hecho, se da la misma proporción de personas que creen que se les discrimina poco o nada y las que creen que se les discrimina bastante o mucho. En lo que sí coinciden es en que estarían dispuestos a ayudar a la población inmigrante a nivel individual, no colectivo.