Las 19 carrozas y sus más de 4.000 comparseros de la cabalgata de ayer en honor a don Carnal hicieron algo inaudito: borrar la estampa desértica de las calles de la capital alavesa de un domingo por la mañana, más si cabe tras la juerga de la noche anterior. Hasta el sol acompañó a este desfile multitudinario plagado de marcha al son del omnipresente waka-waka y diversos temas del reggeaton que salían del altavoz de las carrozas que durante hora y media convirtieron a Vitoria en una disco móvil.
La música y el colorido de disfraces de vampiros, payasos o las Pink Ladies de Grease atrajeron las miradas de los espectadores a pie de calle, de las que se agolpaban a los cristales de las ventanas del Hospital Santiago o las que hacían lo propio en los balcones de la plaza Bilbao, donde al mediodía arrancó la comitiva.
Sin embargo, no hubo que esperar a esa hora para ver tumultos. A las 11.30 horas ya no había ni un hueco libre tras las barreras protectoras, ocupadas en su mayoría por los reyes de los madrugones: los abuelos con sus nietos. Detrás de una de ellas no perdían detalle tres jóvenes amigos, Cristina, Jorge y Óscar, a los que les encantó el charlestón de Abetxuko.
En cambio, a los hermanos Amaia y Josu y el bombero ocasional Pablo, de 4 años, les llamó más la atención el equipo de rugby de Corazonistas. "El desfile de hoy ha estado mejor porque el de ayer se cortó en la de Abetxuko", comentaban.
Con un poco de todas ellas se quedaban Mari Mar, Carmen y Luis, padres estos últimos de Ander, de 4, que iba de payaso y Unai, de 7, de mosquetero. "No se nos ha hecho largo que el desfile dure hora y media, pero el sábado sí, por el frío que hacía", recordaba Mari Mar.