Vitoria. Los bares y restaurantes de Vitoria han estrenado el año sin humos. De momento, la Ley Antitabaco se cumple con normalidad, aunque siempre hay algún despistado a quien le cuesta asimilar los nuevos hábitos. El gerente de los empresarios hosteleros de Álava insiste en resaltar el buen talante con el que han recibido los clientes la polémica normativa.

¿A cuántos clientes han tenido que advertir en las dos últimas semanas de que no se puede fumar en los bares?

En general, la gente se lo ha tomado con muchísima ironía, incluso se ha creado cierta complicidad entre los fumadores. La ley les está uniendo. Ese enfrentamiento que se presuponía o esa rebeldía, no se ha producido.

De momento, no ha habido ningún ojo morado.

Ni puntos de sutura ... (bromea). Hay protestas, clientes que se sienten molestos, pero en general, se respira mucha normalidad.

Desde luego, las calles tienen más vida que nunca.

Afortunadamente no nos hemos encontrado con la situación que vivimos antes de las navidades, con temperaturas de siete grados bajo cero. Eso sí que hubiese penalizado mucho la puesta a punto de esta ley. Con diez grados por la noche, la gente se ha echado a la calle.

Pero, claro, eso traerá también consecuencias: ruido, suciedad, molestias...

Que el ocio nocturno sí va a generar en determinadas ubicaciones problemas es una cuestión que ya está contemplada. El gran efecto de que se haya prohibido fumar en los bares es que la gente sale a fumar a la calle. Los camareros han sacado unas mesas fuera con unos ceniceros, y se está invadiendo la vía pública, un espacio que es del Ayuntamiento. Supuestamente eso está prohibido y veremos si la Administración va a tener ánimo sancionador o no. Segunda cuestión. Todo el mundo está tratado de acondicionar esas zonas de fumadores tratando de calefactar las áreas para que la estancia de los clientes sea más cómoda. Los puntos de calor por ordenanza municipal deben estar alimentados por energías renovables. ¿Vamos a obligar al hostelero a poner un molino de viento o placas solares en la fachada? El tercer punto de fricción es la ordenanza de veladores, que no está todavía definida. La Corporación, que ya está pensando en una situación más saliente que entrante, no va a tomar decisiones al respecto y tendrá que ser el próximo gobierno el que lo haga, y eso va a dilatar en el tiempo todo este tipo de situación.

Además, los fumadores están haciendo botellón.

A finales de los años 90 se estipuló que el consumo de bebidas alcohólicas en la calle estaba totalmente prohibido. Es decir, una persona que salga a tomarse un vino y a fumarse un cigarro está incumpliendo la ordenanza municipal y puede ser sancionado el establecimiento y el propio consumidor. Con lo cual, por la acción de una administración, sin el acompañamiento del resto, podemos estar disparando una situación completamente alegal y desregularizada en todo lo que está sucediendo. Y sólo nos encontramos en las dos primeras semanas de aplicación de la ley, no quiero ni pensar qué puede ocurrir dentro de seis meses si la Administración no toma cartas.

¿Se empiezan a notar ya los efectos económicos de esta prohibición?

Evidentemente. Aquellos mandatarios políticos que negaron un efecto han mentido. Hay una situación muy práctica y que mucha gente vive a diario. Las personas que trabajan en un entorno de oficinas tienen un tiempo para el descanso. El que cuenta con veinte minutos, si es fumador, lo que hacía era tomar un café y un pincho, y aprovechar ese espacio de tiempo para fumarse uno o dos cigarros. Si pensamos que de media un cigarro puede tardar en consumirse siete minutos, ahora sólo pasa cinco dentro del establecimiento, con lo cual se reduce el ticket de consumo. Tenemos, además, un efecto perverso, al haber menos gente, el ambiente que hay es menos atractivo para las personas y, finalmente, la invitación a entrar o a encontrar esa función social que ha cumplido el establecimiento de hostelería siempre se acaba perdiendo.

¿Es lógico mantener la venta de tabaco en los bares cuando se prohíbe fumar en su interior?

La venta de tabaco como tal hace mucho tiempo que ha dejado de ser una fuente de ganancias. El precio de la cajetilla se ha elevado, los márgenes se han reducido, los impuestos se han incrementado y las propias averías de la máquina, las inversiones que ha habido que realizar con la implantación de los mandos, han supuesto costes añadidos que de alguna forma han penalizado la actividad.

¿En Vitoria se han empezado ya a eliminar estas máquinas?

Sí, ya hay algunos hosteleros que han optado por retirarlas, pero no creo que se produzca de una manera masiva porque si eliminamos algunos de los pocos alicientes que pueda tener una persona para entrar en un establecimiento, flaco favor le estamos haciendo a la actividad. Lo mismo con la lotería.

En general, ¿qué opinan sus clientes sobre esta ley? Habrá también quienes estén contentos de poder comerse un pintxo sin soportar el humo del tabaco, ¿no?

Yo no discuto la oportunidad que tiene este tipo de medidas, que pueden verse con una forma de mejorar el servicio y la calidad. Pero la aplicación de la Ley Antitabaco se ha producido de una forma que no es la más adecuada, porque no ha venido acompañada de otros elementos que he comentado anteriormente. Además, está condenando a una serie de productos a la desaparición, como los puros. Si una persona está en su derecho de al final del día fumarse un habano y tomarse una copa no existe la posibilidad a no ser que lo haga en su propia casa. Entendemos que hay determinados establecimientos de un perfil adulto que a lo mejor no tienen por qué pasar por esa prohibición. Estamos en el siglo XXI, y técnicamente es posible casi todo. Se podrían haber desarrollado unos perfiles de establecimiento que, con ventilaciones forzadas y cumpliendo una serie de requisitos, podrían haber mantenido ciertas actividades muy concretas.

¿Qué ocurre con todos esos bares que se sometieron a una reforma con al anterior ley para habilitar una espacio de fumadores?

El término que puede acuñar la gente que se ha visto en esas situaciones es indignación. El hecho de que sus planes de negocio e inversiones se hayan visto truncados por una decisión unilateral en una espacio de tiempo tan corto y sin ningún tipo de compensación, creo que es un atropello por parte de la Administración. Ha habido un completo desprecio hacia esa masa social que, precisamente, fue sensible a los requerimientos de la Administración de aquella época.

¿Ven alguna posibilidad de que se dé marcha atrás con la ley?

No creemos que sea reversible. Nos preocupa especialmente la cuestión de las sociedades gastronómicas y de los txokos. El cumplimiento de la ordenanza no va a ser tan supervisado en estos locales, ya que visualmente no son accesibles, y se pueden crear focos de consumo que sean competencia desleal de actividades que antes se realizaban en los bares y restaurantes,

¿Y quién se va a encargar de hacer cumplir la ley?, ¿los camareros?

La obligación del responsable del establecimiento es informar, pero la responsabilidad última es del infractor. A nosotros nos parece un exceso, una dejación de funciones que recaiga la responsabilidad sobre el empresario. La competencia debería ser de la Ertzaintza.