MADRID. Se trata de la primera intervención quirúrgica de este tipo realizada en este país, ya que existen antecedentes, pero en cirugías de cambio de sexo o no completas -sin prótesis-, en caso de mutilación por motivos diversos.

El carcinoma de pene requiere siempre de cirugía que, dependiendo del tamaño y agresividad de la lesión, se realiza con amputación parcial o total, ha informado hoy la Comunidad de Madrid.

Las funciones sexuales y miccionales se ven afectadas en casi todos los casos y, además, este tipo de tratamientos son muy mutilantes para el paciente, quien "lo vive con depresión, desesperanza e incluso ideas de suicidio".

Precisamente con la intención de mejorar estas funciones y la autoestima del paciente, se planificó una reconstrucción total, incluyendo realización de un neopene y de una neouretra, y el implante de una prótesis.

El proceso ha pasado por cuatro fases. En la primera, los urólogos realizaron la amputación para erradicar la lesión tumoral, con resultado oncológico "excelente", ya que el paciente no precisó posteriormente ningún otro tratamiento y fue dado de alta.

Posteriormente, los cirujanos plásticos llevaron a cabo la reconstrucción, transcurridos 12 meses desde la extirpación para confirmar la ausencia de enfermedad tumoral, en una intervención que duró aproximadamente 10 horas.

La reconstrucción del pene, procedimiento quirúrgico muy poco frecuente, se hizo utilizando una pieza del tejido del propio paciente de la zona anterior del antebrazo derecho, nutrida por una arteria y dos venas.

Ese tejido fue enrollado a modo de dos cilindros, cada uno en un sentido y, de este modo, una de las vueltas sirvió para la reconstrucción de la uretra y la otra para el forro externo cutáneo.

El tejido fue implantado en la zona a reconstruir, tras darle una estructura sanguínea propia y conectarlo a las arterias y vasos de la zona inguinal. Inmediatamente después, se conectó la envoltura cutánea externa, anclándola al pubis.

El paciente evolucionó satisfactoriamente, sin constatación de recidiva tumoral y con un tejido trasplantado funcionalmente perfecto, sin complicaiones de ningún tipo, según indica el Ejecutivo autonómico.

Ante tal situación, los urólogos se plantearon el implante de una prótesis para solventar los problemas relacionados con su actividad sexual.

Los cirujanos la implantaron a través de una única incisión, en una intervención de únicamente dos horas, sin complicaciones reseñables.

La prótesis consta de tres componentes: cilindros eréctiles, reservorio y bomba hidraúlica. En condiciones normales el cilindro está vacío y se asemeja a un pene en detumescencia, pero cuando se llena de suero se pone rígido y simula perfectamente una erección fisiológica.

A dicho cilindro le llega el suero procedente de un reservorio que se implanta a través del orificio inguinal derecho, para dejarlo ubicado en el espacio retropúbico o de Retzius.

La bomba para trasladar el suero desde el reservorio al cilindro queda emplazada en el escroto y el paciente sólo debe presionarla y consigue la erección.

El postoperatorio transcurrió sin incidencias y se dio el alta al paciente tras cuatro días de hospitalización.

En el momento actual, el afectado maneja perfectamente la prótesis y mantiene relaciones sexuales satisfactorias, ya que conserva sensibilidad y llega al orgasmo sin dificultad y, desde el punto de vista oncológico, está curado y no presenta recidiva de su enfermedad.