Vitoria. Las enfermedades crónicas, ese amplio abanico de dolencias de larga duración y cuya curación -si la hay- no puede preverse con claridad, han sido responsables de la peor epidemia de los últimos años en los países desarrollados. Y lo seguirán siendo en el futuro, debido al imparable incremento de la esperanza de vida. Álava y el resto de provincias vascas no permanecen ajenas a esta realidad.

Un nuevo estudio elaborado por el Departamento de Sanidad, que lleva por título Atlas de mortalidad en áreas pequeñas de la CAV, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de reenfocar el sistema durante los próximos años para que no deje de ser sostenible, una labor en la que ya se encuentra inmerso el propio equipo de Rafael Bengoa. El documento presentado ayer en Bilbao apunta a que casi la mitad de los fallecimientos que se producen en Álava están provocados por los tumores malignos y las patologías de tipo cardiaco, principalmente la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular. Los datos analizados corresponden al periodo comprendido entre 1996 y 2003.

Según destaca esta nueva radiografía de la salud en la CAV, el cáncer fue la causa de mortalidad entre los hombres vascos durante esa franja temporal en el 33% de los casos, una cifra que en el caso de las féminas se redujo al 22%. Las dos principales causas de mortalidad cardiovascular ya citadas sumaron el 19% de las defunciones entre las mujeres y el 18% entre los hombres. Una de las principales conclusiones que se desprenden del estudio es que el entorno en que las personas viven ejerce "una influencia determinante" sobre su salud, por lo que la mortalidad no es uniforme desde el punto de vista territorial y puede identificarse un patrón geográfico distinto para cada una de las diferentes causas de muerte.

Entre otros aspectos, las condiciones personales de vida y de trabajo, que a su vez están ligadas a la condición socioeconómica, constituyen factores claves para la buena salud de la ciudadanía. Además, según destacaron ayer los responsables de la publicación, "los factores personales y del entorno influyen también en ciertas conductas relacionadas con la salud", tales como el consumo de tabaco, de alcohol o la actividad física. No obstante, más allá de las características de las personas, "aspectos como el tipo de entorno residencial y comunitario, el grado de privación socioeconómica y social, la calidad del medioambiente físico, el medioambiente laboral, el urbanismo, las características socioculturales o los equipamientos de un área geográfica juegan también un papel decisivo en la salud de una población".

cánceres y demencias El documento remarca que entre los hombres destaca la mayor mortalidad por cánceres de pulmón, del tracto aéreo-digestivo superior o Sida en el entorno de las tres capitales vascas. En cuanto a las mujeres alavesas, el cáncer de estómago se lleva la palma. Tanto las distintas demencias como la enfermedad de Alzheimer tuvieron una mayor mortalidad en las capitales y sus áreas metropolitanas, una realidad que se invierte en el caso de la mortalidad por lesiones de tráfico.

El estudio también concluye que el patrón geográfico de mortalidad presenta un alto grado de paralelismo y correspondencia con el que determinan los indicadores socioeconómicos. De esta forma, entre las mujeres, la mortalidad fue mayor en las áreas más desfavorecidas en el caso de la diabetes, el cáncer de estómago, el Sida o la cirrosis, mientras que el patrón inverso se dio con los cánceres de pulmón y mama. Entre los hombres, tanto en la mortalidad por todas las causas como en varias causas específicas como los cánceres de estómago, pulmón, tracto aéreo-digestivo superior, cardiopatía isquémica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cirrosis, suicidio y sida, la mortalidad fue mayor en las secciones con mayor privación socioeconómica.