Cada año desde que la sociedad tomó conciencia del riesgo del VIH, los lazos rojos toman las solapas de miles de ciudadanos cuando el calendario marca la llegada del primero de diciembre, fecha reservada para reincidir en la lucha contra el sida. Por ello, precisamente, Álava y Vitoria amanecieron ayer revestidas del carmesí de la solidaridad impuesta por las necesidades que impone una enfermedad maldita, fuente de dolor y de incomprensión, que requiere de un esfuerzo para limar los estigmas sociales que hacen más pesada la carga de los infectados.
1 de diciembre de 2010. Día Mundial del Sida. Jornada elegida especialmente para reivindicar los Derechos Humanos. ¿Por qué? Sencillo. Sólo un tercio de los afectados por VIH tiene acceso en el mundo a los medicamentos que convierten la muerte segura impuesta por el sida en una patología crónica. Sólo los países desarrollados disfrutan de los avances científicos en la lucha contra esta lacra. El resto lo tiene peor. Muere sin solución. Por ello se quiso dedicar la jornada a la sensibilización. Esta sociedad castiga a los infectados por VIH con la carga de los prejuicios y de los estigmas, que hacen aún más problemática la vida de los enfermos, a los que se tiende a marginar sin razón.
Cuestiones como ésta hicieron que el campus universitario de la capital alavesa luciera diferente. A las 11.00 horas, mesas informativas entre facultades concitaron la atención de decenas de estudiantes, a los que los voluntarios daban datos y consejos para prevenir una eventual infección por VIH. Todos ellos -alumnos del ámbito universitario- constituían el público diana anhelado por la Comisión Ciudadana Antisida, sabedora ésta de que los jóvenes son la punta de lanza de la prevención contra el sida. Es una evidencia que asumen mejor que la población de mediana edad el uso de medidas para evitar el contagio.
Vivencias significativas En ese ambiente fue donde se vivieron alguna de las escenas más significativas. No en vano, un grupo de enfermos y, a la vez, presos de la cárcel de Nanclares de la Oca, salieron del penal para contar su historia y para compartir comida y vivencias con alumnos de primero de Trabajo Social. Los estudiantes pusieron interés en una realidad social de primer orden. Los reos, toda su historia.
La jornada fue especialmente emotiva. En un alarde de justicia, la Comisión Ciudadana Antisida decidió reconocer la labor de tres personas, cada una ejemplo de un colectivo, que se han significado en su labor con los enfermos afectados por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), germen del sida. El reconocimiento casi llegó con el final del día en un acto, primero de su especie que partió bajo la denominación de Cóctel Solidario, que reunió en el Palacio de Montehermoso a todos los que quisieron dar un grito de apoyo en la lucha contra una de las peores lacras del mundo moderno.
A las 20.00 horas, la colina medieval se transformó en espacio de solidaridad. Los responsables de la Comisión aprovecharon una cita ineludible para entregar los reconocimientos al equipo de Medicina Interna del Hospital de Txagorritxu, centro de referencia en Álava en la atención de los infectados por VIH. Según Miguel Ángel Ruiz, presidente de la entidad que capitaliza la lucha contra esta patología en el territorio histórico, el centro médico ha demostrado en los últimos 25 años su profesionalidad y su humanidad con estos enfermos, a los que han tenido y tienen que atender en sus instalaciones. Recogió el detalle Joseba Portu, enlace entre el recinto clínico y la Comisión Ciudadana Antisida.
reconocimiento al voluntariado El segundo reconocimiento quiso poner en valor el trabajo de los voluntarios que dedican tiempo y desvelos en la atención de las personas denostadas por el sida. Sor Aurora, con un historial de tres lustros atendiendo a jóvenes toxicómanos gasteiztarras, encarna a la perfección el esfuerzo anónimo de los que no pretenden recibir nada a cambio.
Por último, desde la Comisión Antisida se quiso recordar a aquellos que en su seno han dejado un recuerdo imborrable ahora que no están al haber caído en las fauces del sida. Justo es el nombre de uno de los profesionales de esta ONG, que ya no está y al que se le echa en falta. Para él y para su familia fue el tercer reconocimiento.
Pero la jornada dio de sí mucho más. En el quince aniversario de la creación de Besarkada Etxea, este centro del VIH en Arriaga albergó una exposición con fotografías y murales para hacer visible esta enfermedad que aún, 30 años después de la aparición de los nuevos casos, es mal vista por la sociedad. Como dato, sólo el año pasado en Álava hubo 30 nuevos infectados por VIH del total de 200 personas de Euskadi. Aparte, integrantes de la Comisión Antisida acudieron a la Diputación, donde fueron recibidos por los responsables del Gobierno foral. Hoy se repartirán preservativos y calendarios en 30 bares de ambiente juvenil de la capital alavesa.