Bilbao. Sabía que durante las próximas dos semanas no tendría contacto con su hijo Mikel, quien junto a un amigo de Trapagaran (Bizkaia) disfrutaba de una de sus pasiones, la alta montaña, en la cordillera del Himalaya. Sin embargo, después de conocer que unos dos mil montañeros se encuentran atrapados en Lukla, el aeropuerto base al techo del mundo, las alarmas sonaron en el hogar de Begoña Landa. "Basta que tengas allí un hijo para que te pongas nerviosa, aunque dicen que todos están bien", relata a este periódico aún sobresaltada por el suceso.

"La última noticia la tuvimos el pasado día 12, viernes", rememora en compañía de su marido. Por aquel entonces, su hijo (de año sabático) se encontraba con su amigo Xabier a unos 3.500 metros de altitud. Ambos venían de haber hecho "una de las cimas del Annapurna", indica nerviosa sin saber precisar cuál de los seis picos de este macizo había sido hollado por su hijo; todas ellas, en cualquier caso, por encima de los siete mil metros de altitud.

El desgaste físico sufrido en esta exigente ascensión llevó a estos dos montañeros a optar por saborear en Katmandú, la capital de Nepal, del éxito del triunfo durante una semana y reponer las fuerzas necesarias para el severo trekking a través de las faldas del soñado monte Everest que les esperaba. Desde entonces, en Euskadi no saben de su paradero. "Cuando aquello, nos dijo que en quince días no podría comunicarse con nosotros", afirma Begoña.

Ayer, una semana después de esta conversación, suspiraba entre la obligada intranquilidad y la confianza alentada por las escasas informaciones que llegan desde el lejano Nepal. Dicen que "todos están bien"; que son alrededor de 2.000 y que las primeras evacuaciones a zonas más seguras ya han dado comienzo. Las avionetas que toman tierra y despegan de la sorprendente pista de Lukla no pueden operar desde hace una semana debido a la climatología adversa que sacude este área.

Las nubes bajas y los fuertes vientos que desde hace varias jornadas azotan esta zona impiden levantar el vuelo y aterrizar con garantías de seguridad, por lo que las autoridades nepalíes están procediendo a evacuar de forma escalonada en helicópteros militares a los ciudadanos atrapados en el punto de inicio de una de las rutas de trekking más populares: desde Lukla hasta el concurrido campamento base del Everest. La ubicación del aeródromo Tenzing-Hillary (a 2.860 metros de altitud), la escarpada orografía que lo rodea y sus características técnicas llevan a las compañías aéreas a cancelar todos sus movimientos.

Este hecho ha provocado el progresivo hacinamiento de montañeros y sherpas en Lukla; hasta 2.000 según algunas fuentes. "Los vuelos con helicópteros particulares son inadecuados y sus tarifas están fuera de alcance del presupuesto de los senderistas", relataba un miembro de la Asociación de la Agencia de Senderismo de Nepal, Mahendra Singh Thapa. Por su parte, el jefe de la Asociación de Rescate del Himalaya, Bikram Neupane, informó de que todos los turistas están bien y fuera de peligro. Otra de las comunicaciones procedentes de la zona en alerta confirmaba la llegada de unidades militares para iniciar el transporte aéreo de salvamento. "Hemos solicitado ayuda al Ejército para que preste asistencia en la operación de rescate", expresaba un funcionario de la Oficina de Turismo nepalí.

Miles de senderistas y montañeros visitan cada año la región de Solujumbu, en el este de Nepal. La gran mayoría de ellos comienza su travesía desde Lukla, situado a unos 150 kilómetros al noreste de la capital Katmandú, lugar del que partieron los dos vecinos de Trapagaran hacia el campamento base del Everest. "Iban por su cuenta y luego tenían pensado quedarse por allí", abrevia Begoña. De hecho, su hijo tenía previsto regresar a casa en febrero del próximo 2011.