vitoria. Cabezazo en la nariz. Comienzo a gritar y a llorar más fuerte, me suelto y me arrincono en un lado de la cama, pegada a la pared. Me dices: "¡Basta ya!, ¡para esto!, ¡no sigas!". Yo no entiendo, no sé cómo pararlo. Me coges de los pelos y sin querer, según tú, mi cabeza se golpea contra la pared. Vuelvo a gritar de dolor. Cada vez que me agarras golpeas mi pecho. Me ahogo entre mis lágrimas, mocos y la sangre que brota por mi nariz. La habitación está oscura. Pierdo la noción del tiempo. No soportas verme y oírme llorar. Me pones una almohada sobre la cara para que me calle. Me revuelvo, no puedo respirar, no sé qué va a pasar. No recuerdo cómo acabó.
Éstas líneas pertenecen a un extracto de El diario de Sara, un libro que recoge los cuatro años y medio más oscuros de la vida de esta mujer que, enamorada de un hombre que la maltrataba, un día decidió empezar a escribir en un diario sus vivencias. Aunque Sara ha conseguido superar la situación y empezar una nueva vida; son muchas las mujeres que no logran reunir las fuerzas suficientes para abandonar su particular infierno y son muchas también, las que pierden la vida a manos de sus parejas o ex parejas.
Según un informe elaborado por Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer, hay numerosas teorías que explican la existencia y la amplitud del maltrato doméstico a mujeres. En las investigaciones, el Modelo Psiquiátrico fue el primero y puso el acento en las características del individuo maltratador -personalidad, enfermedad psíquica, alcoholismo y drogadicción-. El Modelo Psicosocial se centró en dos aspectos: en las dificultades de relación en la pareja, donde la agresión es el resultado de una interacción entre cónyuges, una forma de comunicación que conduce a estallidos de violencia, y por otro lado en el aprendizaje de la violencia, dentro de la propia familia, la llamada violencia generacional.
Finalmente, el Modelo Sociocultural subraya la importancia de la propia estructura social a través de la socialización en base al género y la tolerancia a la violencia. No obstante, los expertos han puesto en tela de juicio la validez de las explicaciones que tienen que ver con características personales e individuales y sugieren una explicación social.
En esta línea, Ander Bergara, asesor de Emakunde explica que los malos tratos que sufren las mujeres dentro del hogar tendrían su causa no tanto en factores que pueden ser desencadenantes de la agresión -alcohol, paro, pobreza- sino en la situación estructural de desigualdad real en la que se encuentran las mujeres en la sociedad. Según Bergara, en los hombres, el sentido de sí mismos, su identidad, está orientada hacia el logro del éxito público, a conseguir un status social y no en un desarrollo positivo de las relaciones personales.
Manuel Blasco, responsable del gabinete de comunicación de Ahige, Asociación de Hombres por la Igualdad de Género, apoya la teoría del Modelo Sociocultural, cree que las diferencias en la educación recibida marcan el comportamiento social que vivimos: "El hombre ha sido educado para que desarrolle valores como la fuerza, la valentía, el éxito y poder social. Sin embargo la mujer ha sido educada en valores como los cuidados, ser tierna y cariñosa, que se puede interpretar como débil, y preocupada por los demás".
El asesor de Emakunde explica que el maltrato que sufren las mujeres a manos de sus parejas se produce normalmente de forma cíclica y está compuesto por tres fases. La primera: Acumulación de tensión, es la etapa en la que hay agresiones tanto psíquicas como golpes menores. Las mujeres niegan la realidad de la situación y los hombres incrementan la agresión, los celos y los sentimientos de posesión, creyendo que su conducta es legítima. En la segunda fase: Fase aguda de golpes, las tensiones que el maltratador ha ido generando en la primera fase, derivan en un comportamiento descontrolado y altamente agresivo y lesivo para las víctimas. Por último, tiene lugar la tercera fase, denominada también calma amante o luna de miel donde se producen muestras de arrepentimiento y afecto del maltratador hacia la mujer. La mujer cree en su sinceridad e idealiza la relación. Tras esta tercera fase, el ciclo vuelve a empezar.
"Con el paso del tiempo este ciclo se va cerrando cada vez más, el maltrato es más frecuente y severo y la víctima se encuentra con menos recursos psicológicos para salir de la situación de violencia. Por tanto, cuanto más tiempo permanezca en la relación abusiva, la probabilidad de que las consecuencias psicológicas se cronifiquen es mayor y el pronóstico de la recuperación es más desfavorable", lamenta el asesor de Emakunde.
Luixa Reizabal, profesora de la Universidad Pública del País Vasco, perteneciente al área de la psicología evolutiva explica las razones por las que una mujer víctima de la violencia de género tolera la situación de abuso que vive y perdona una y otra vez a su agresor: "El proceso de maltrato es complejo, y su comienzo es muy sutil. Nadie tendría de pareja a una persona que le pega una paliza a los dos días de conocerse. Intervienen muchos factores que hacen que el maltrato sea consentido porque no es visto como tal desde el principio. En el círculo de la violencia de género la persona maltratada pierde autoestima personal y capacidades de reaccionar para romper con la persona agresora".
En El diario de Sara, la propia víctima de la violencia de género explica las razones por las que se tolera la situación de maltrato y se perdona al agresor: Sé que no debería haber vuelto después de la primera paliza, pero volví. ¿Por qué? Porque no creo que esto me pueda estar pasando a mí. Es imposible que alguien que me quiere pueda tratarme de esa manera (?) Muchas mujeres hemos dicho alguna vez en la vida: "a mí un tío no me hace eso". Yo he sido una mujer maltratada. ¿Y cómo se puede llegar a esto?, me preguntan. Llega un día en que aceptas un trato injusto, no le das importancia, apenas te das cuenta, "estará nervioso" -piensas- y lo justificas por miedo a sentir tu propia humillación. Es en ese momento cuando has perdido tu primera oportunidad de parar. Es sólo el primer paso, vendrán muchos otros que irán dejando su huella, vas perdiendo poco a poco tu dignidad, tus valores, tus referencias? Hasta la total anulación.
Bergara señala que la existencia de algunos principios y creencias profundamente arraigadas y avaladas socialmente han posibilitado que los malos tratos hayan permanecido ocultos, como son el "deber de procurarse la unidad de la familia", "el resguardo de la intimidad de la familia" y la "benignidad en el juzgamiento de los hechos". El asesor de Emakunde apunta que "tradicionalmente el derecho y el sistema judicial han sido más benévolos en su respuesta penal con las agresiones producidas en el ámbito familiar que con las producidas fuera de él".