vitoria. Los continuos esfuerzos por minimizar las cientos de tragedias generadas por los accidentes de carretera por fin dan sus frutos. Las medidas legislativas anticipadas, como los carnés por puntos, y el endurecimiento del código penal, con penas severas para los delitos de circulación, han ayudado a que germine en la sociedad un nuevo concepto ligado a la responsabilidad a la hora de circular por la red viaria. Tal circunstancia es visible en el balance de víctimas registrado a lo largo de los meses de verano en el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca. De hecho, los registros expuestos por la Dirección de Tráfico del Departamento de Interior del Ejecutivo autonómico son contundentes y esperanzadores, ya que el número de accidentes en las carreteras vascas en julio y agosto ha disminuido un 21,9%. Pero lo mejor no es eso. El dato de heridos ha decrecido sustancialmente -casi un 40% los graves y un 25% los leves- respecto a los mismos meses del pasado ejercicio. Por desgracia, el estío de 2010 refleja el mismo número de fallecidos que el de 2009: cinco.
Las cifras globales, facilitadas ayer en Bilbao por el consejero de Interior, Rodolfo Ares, y por la directora de Tráfico del Gobierno Vasco, Amparo López, reflejan que durante julio y agosto, cinco personas perdieron la vida en la red viaria vasca -uno en Álava- y 53 resultaron heridas graves y 476, leves. Todo ello deviene de un número de accidentes desproporcionado. Nada más y nada menos que 1.144: 234 en Álava, 381 en Bizkaia y 529 en Gipuzkoa. Pese a esa cifra de siniestros, el gestor político de la cartera de Interior mostró su satisfacción a la que sólo restó brillantez la cifra de muertos.
En ese sentido, Rodolfo Ares destacó que en los últimos años se ha producido una "reducción muy drástica" en el número de fallecidos, ya que en 2000 fueron 36 los muertos y los heridos graves, 189. Por ese motivo, "es difícil mejorar las estadísticas".
Además, expresó su preocupación por los accidentes en vías urbanas, que este verano han causado tres muertos, y abogó por "hacer un esfuerzo de prevención" y trabajar para ello con "la máxima colaboración con las autoridades locales". En el acumulado del año (del 1 de enero al 31 de agosto), en 2010 se ha registrado un descenso de fallecidos del 17,5% con relación a los primeros ocho meses de 2009 (40 muertos frente a 33).
Por su parte, Amparo López detalló que las salidas de calzada y las colisiones por alcance han sido los tipos de accidente más comunes y que las causas más frecuentes han sido las distracciones y la velocidad inadecuada, aunque también ha influido el estado de la vía. En cuanto a la tipología de vehículos implicados en accidentes, el 67% ha sido coches, el 11% motos -que han ganado peso en los últimos años- y un 10% camiones. El 67% de los conductores accidentados en verano ha sido hombre y su edad media, 39 años, frente a los 27 de media de los conductores siniestrados durante el resto del año. La directora vasca de Tráfico se felicitó porque el 98% de los viajeros utiliza el cinturón de seguridad.
López señaló que durante la operación Retorno se produjeron las retenciones habituales y que el operativo en el verano transcurrió "conforme a lo previsto", siendo Gipuzkoa y Álava los territorios con mayores afecciones. No en vano, los pasados 31 de julio y 1 de agosto, la red viaria provincial vivió uno de sus peores días al asistir al cierre de la N-622 entre el peaje de la AP-1 y el entronque con la A-1 debido a los embotellamientos que se registraron durante toda la jornada entre la autopista y la autovía. En aquel entonces, la Ertzaintza se vio obligada a desviar la circulación hasta la AP-68 para encauzarla hacia la Meseta desde allí. Además, existieron problemas en el nudo viario de Armiñón, uno de los ejes principales de conexión entre el territorio histórico y el resto de España.
Coste económico En cualquier caso, desde la Dirección de Tráfico también se explicó ayer que el coste económico causado por los accidentes de tráfico en verano ha rozado los 20 millones de euros, 6 millones menos que en 2009 y muy por debajo de los 97 millones que costaron los accidentes en el ya lejano año 2000.