VITORIA.- Algo que no ha sucedido en los hogares, donde actualmente se ha situado el foco de la preocupación de organismos como la Agencia estatal de Nutrición y Seguridad Alimentaria (Aesan) o el propio Departamento vasco de Sanidad. La deficiente manipulación de los alimentos, según alertó recientemente la primera de estas instituciones, está detrás de un aumento sostenido de los casos de salmonelosis, el agente etiológico más habitual, en los domicilios del país. Ésos en los que, según recordó Roberto Sabrido, presidente de Aesan, "no puede entrarse con legislación pero sí con educación".

Pese a todo, el diagnóstico que emite la dirección autonómica de Salud Pública es algo más tranquilizador. "Las intoxicaciones en el hogar se han hecho ahora más visibles por el fuerte control efectuado al sector hostelero. Por ello han comenzado a aflorar ahora", expone Dolores Coll, responsable de programas de salud pública en el Departamento. Echando un vistazo a las cifras, además, puede concluirse que los buenos hábitos de los vascos sitúan a la comunidad en la excepción a la tónica general. "Hemos podido subir la guardia, pero quizás se notifiquen menos episodios", puntualiza Coll, quien también ensalza las numerosas campañas de concienciación realizadas hasta la fecha.

Tras la salmonelosis, responsable del 70% de las toxiinfecciones alimentarias y cuyos principales síntomas son la diarrea, los vómitos, el dolor abdominal y de cabeza o la fiebre, los agentes patógenos más relevantes son la toxina estafilococica -asociada a la mala manipulación de la comida-, el campylobacter -relacionado, principalmente, con la carne de pollo- y la listeria monocytogenes, que cuenta con una importante tasa de mortalidad (25%). Los alimentos frescos y loncheados en mal estado constituyen su principal hábitat. Aunque "se trata de infecciones clásicas", según reconoce Ana Troncoso, directora del Aesan, "cuesta mucho revertir las cifras".

Las recomendaciones de las autoridades para evitar las infecciones conforman una amplia lista, aunque Coll reduce a cuatro las más importantes. Por una parte, extremar la higiene a la hora de cocinar, tanto la de las manos, los utensilios y las superficies, para evitar la llamada contaminación cruzada. También, cuidar la refrigeración de los alimentos, más ahora con el condicionamiento de la temperatura ambiental, y atender a las normas de uso de los productos y sus fechas de caducidad, "que no se ponen por gusto".

Además, Coll recuerda que a la hora de preparar comida en grandes cantidades, cuando llega el momento de consumirla "sólo debe calentarse la que se va a comer". Troncoso incide especialmente en el lavado de manos, "un hábito tan de moda con la gripe A pero que debe ser universal". Y para los 365 días. "Aunque sólo nos acordemos de las infecciones en verano, las recomendaciones son para todo el año", añade Coll.