vitoria. Los niños y niñas occidentales nacidas desde principios de los años 90, responden en términos generales a un perfil determinado de infancia que dista mucho de la de los niños de otras épocas. La atención y la protección con la que han ido creciendo no es un hecho comparable ni conocido previamente. Por no hablar de los recursos y oportunidades que les han brindado y que sus propios progenitores nunca pudieron soñar o imaginar. Que estos niños, ciertamente sobreprotegidos estén recibiendo la educación adecuada de esta forma es algo que expertos en educación infantil comienzan a poner en duda.

La mayoría de estos niños y niñas no acaban el día una vez sus padres los recogen del colegio, en muchos casos, la tarde es larga aún y multitud de actividades les esperan. La moda entre los padres es llevar a sus hijos a las academias de inglés, dado que dominar la lingua franca hoy día es imprescindible en la educación de los niños, en muchos casos debido al bajo nivel impartido en los colegios. Otros niños van al conservatorio, desde lecciones de solfeo, hasta tocar el instrumento durante horas para que la nota suene como tiene que hacerlo, que repetir el mismo compás tantas veces como sea necesario nos hagan sangrar los oídos. Por no hablar de las actividades deportivas, y es que es tan importante hacer deporte en una vida saludable, que el que no hace judo juega a fútbol, sino es baloncesto o natación, las chicas prefieren la gimnasia rítmica o deportiva, la danza. Días de entrenamiento, para luego preparar el partido, o la actuación del combo musical, o del teatro en inglés. Agendas apretadísimas que acaban con las energías de los niños y apenas disponen de tiempo libre que no esté previamente programado.

El intento de los padres y madres de preparar así a sus hijos para un mundo económicamente cada vez más globalizado, competente y difícil es lo que trata de evitar una nueva tendencia educativa bautizada como slow parenting cada vez más popular en EEUU a través de libros, artículos y seminarios, abogando por el fin de la sobreprotección paterna y una forma más relajada de afrontar la vida familiar.

Afirman algunos expertos que se trata de otro efecto de la crisis económica, pues muchos padres estadounidenses -aproximadamente un tercio, según algunas encuestas- han tenido que suprimir las numerosas actividades extraescolares con las que esperaban poder situar mejor a sus hijos en la vida.

El resultado ha sido más tiempo libre para pequeños y mayores y una planificación familiar menos estresante, algo que ha abierto los ojos a muchas personas sobre lo que realmente significa el ser padres.

la alternativa "La sobreprotección y las constantes actividades están bien hasta cierto punto", dijo Ashley Merryman, co-autora del bestseller sobre educación The NurtureShock . "El problema está en que no les damos la oportunidad de fallar o equivocarse porque lo planeamos todo para ellos".

The NurtureShock, el último libro de Merryman coescrito con Po Bronson, es un interesante compendio de técnicas educativas ampliamente aceptadas en los últimos veinte años y que, argumentan los autores, son absolutamente erróneas a la luz de algunos reciente estudios científicos.

Una de las prácticas más interesantes, fruto de la tendencia a sobreproteger a los hijos, es la constante alabanza de sus virtudes: estamos continuamente diciendo a nuestros pequeños lo bien que hacen todo porque pensamos que así reforzaremos su autoestima pero, opina Merryman, conseguimos exactamente lo contrario.

"Estamos apoyando el fracaso", señala Merryman, que explica que experimentos científicos han demostrado que los niños que sólo escuchan alabanzas se vuelven adictos a ellas, evitan aquellas tareas difíciles en las que se sienten inseguros y acaban fracasando cuando se embarcan en actividades en las que no son buenos.

No es el único libro sobre nuevas tendencias en educación que puede encontrarse en el mercado pues, como suele suceder en EEUU cuando se populariza una nueva idea, el mercado está empezando a inundarse con libros sobre el asunto.

También es cada vez más grande la oferta de seminarios para aprender a ser un padre más relajado.

Kim John Payne, autor del manual Simplicity Parenting ofrece seminarios con la posibilidad de una visita a domicilio en la que él o sus colaboradores ayudan a rediseñar la vida familiar simplificando el calendario de actividades o, incluso, reduciendo el número de juguetes y cachivaches que tienen los niños.

Un escolar estadounidense tiene, según Payne, una media de 150 juguetes pero poco tiempo para disfrutar de ellos, pues su día está profusamente planificado con deberes o actividades extraescolares.

Y es que un niño, a fin de cuentas, lo que necesita es jugar y no sólo para divertirse. Los expertos aseguran que el juego nos prepara para nuestras experiencias y relaciones sociales, un entrenamiento para la edad adulta. Sobre si hemos creado una generación de inútiles con nuestra obsesión por ser padres perfectos?

Merryman opina que tampoco hay que dramatizar. "No estoy preocupada por un fracaso de la sociedad en su conjunto", dijo.

"Pero sí es cierto que las consecuencias de la sobreprotección van a empezar a aparecer en algunos niños de ahora cuando lleguen a la edad adulta". Parece pues, que los hábitos educativos, pueden tener una alternativa a las costumbres de hoy.