Bilbao. "En medio del fracaso educativo que padecemos en nuestros días es necesario recordar que la educación necesita de la esperanza, como la natación precisa del agua". Así de rotundas fueron las palabras que el obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, escogió para dar por finalizada la misa celebrada ayer en la basílica de Azpeitia con motivo de la festividad del día de San Ignacio.

Casualmente, se daba la circunstancia de que la consejera de Educación, Isabel Celaá, era una de las cientos de personas que ayer presenciaron la homilía que el prelado guipuzcoano presidió, por lo que las declaraciones no cayeron en saco roto, especialmente para la consejera, que se convirtió en la inesperada protagonista del día.

Ante la situación educativa a la que se refirió durante su intervención, Munilla apeló al "rigor académico" y a la "esperanza cristiana" como fórmulas para superar el fracaso de los escolares vascos, algo que, tal y como recordó, fueron los pilares de la obra educativa de San Ignacio que, a la postre, "derivaron en la clave de su modelo educativo".

Tras ser testigo de la controversia suscitada por las declaraciones que Munilla profirió contra su departamento, la consejera de Educación quiso salir al paso recordando que "nunca en la vida ha habido tanto acceso a la educación como ahora, es una conquista universal, todo el mundo accede a la educación y nuestro sistema universitario vasco goza de excelente salud".

Por otra parte, Celaá anunció su absoluta disposición a reunirse con el obispo donostiarra para esclarecer a qué se refería el prelado al mencionar "el fracaso educativo" al que hizo alusión en su homilía, sin embargo, Munilla eludió pronunciarse. De esta manera, la consejera apuntó que "no sé si se refería al fracaso educativo o a la dificultad de penetración de la religión en los jóvenes, una cuestión ésta que ha de ser tratada y atendida por la propia Iglesia", subrayó.

Estas declaraciones no sirvieron sino para acrecentar aún más el clima de malestar que se instauró en una fecha en la que los guipuzcoanos rinden su particular homenaje a su patrón, algo que, quedó relegado a un segundo plano tras las acusaciones que se profirieron en ambas direcciones el prelado donostiarra y la consejera de Educación del Gobierno vasco.

"Persecución" Durante la celebración del patrono de Gipuzkoa, el prelado también tuvo palabras para la persecución que se está dando contra aquellos que "actúan coherentemente con su fe católica", una situación que, según denunció, está derivando en una serie de valores con tendencia a "descafeinar" la fuerza del Evangelio. "Hemos de reconocer que aunque vivamos en una cultura de raíces cristianas, existe una marcada tendencia colectiva a domesticar y rebajar el hecho religioso, a descafeinar la fuerza del Evangelio, a reducirlo a una serie de valores comúnmente consensuados, arrinconando todo aquello que presente contrastes excesivos", afirmó rotundo.

El prelado donostiarra dedicó su homilía a glosar la figura de San Ignacio de Loiola, del que destacó las "muchísimas incomprensiones y contrariedades" por las que tuvo que pasar antes de ser reconocido como santo o patrono de Gipuzkoa, hace cuatrocientos años. "Reconocemos el hecho religioso, como un elemento que puede contribuir a la educación y a la estabilidad en una sociedad muy necesitada de valores. Sin embargo, solemos poner bajo sospecha los planteamientos de coherencia y de exigencia evangélica, que fácilmente son etiquetados injustamente como exagerados o como radicales", puntualizó el obispo.