Velar por la dignidad de las mujeres que llevan el burka es el argumento que esgrime la moción aprobada el miércoles en el Senado tras una iniciativa capitaneada por el Partido Popular. Por tan sólo una diferencia de dos votos, la Cámara alta insta a Zapatero a prohibir en todos los espacios públicos, incluida la calle, este velo integral que oculta por completo el cuerpo de la mujer que lo lleva, a quien una rejilla a la altura de los ojos la permite ver. La decisión sigue el camino emprendido por Lleida, el primer municipio en la cruzada contra esta prenda en edificios públicos. Una iniciativa que provocó una oleada de reacciones similares en otros seis consistorios catalanes, a pesar de que el uso de esta prenda es muy reducido entre las mujeres musulmanas que viven en el Estado español. Según las estimaciones, tan sólo unas decenas de las 2,2 que viven en él lo visten. Francia, Bélgica, Holanda, Italia son sólo algunas de las naciones europeas que tampoco quieren correr un tupido velo al respecto. El país galo acaba de aprobar el proyecto de ley contra su uso en espacios públicos. Bélgica votó el pasado mes de abril a favor de prohibir cualquier prenda que oculte el rostro en espacios públicos, bajo multa de 25 euros y en Holanda las jóvenes completamente cubiertas no pueden entrar en las aulas por razones de seguridad. Emakunde "Se crea un problema donde no lo había" María Silvestre, directora del Instituto Vasco de la Mujer Emakunde, considera que se está creando un problema donde antes no lo había en el Estado español, ya que "detrás de ese debate que se ha suscitado hay otros miedos, otras realidades y concreciones que igual no estamos llamando por su nombre", explica la responsable de Emakunde. A su juicio, no se está hablando ni de un fenómeno, ya que no hay tantas féminas que vistan el burka en las calles, ni, por ende, de una situación que inquiete a la ciudadanía. Silvestre opina que tampoco es un tema se haya vinculado a la salud pública de las mismas, sino a la seguridad para poder identificar a las personas, aunque añade que eso ya se estaba haciendo: las mujeres se descubrían cuando así se les solicitaba. "Hubo un caso en concreto de una mujer musulmana que se tapaba el rostro en un juicio y se articuló la posibilidad que se descubriera ante el juez, siempre y cuando su rostro no saliera en los medios de comunicación", ejemplifica. Según Silvestre, con la prohibición del burka en los espacios públicos se traslada prejuicios sobre lo que nosotros creemos que es la sociedad musulmana, sobre todo los relacionados con la inmigración del mundo árabe "porque no cuestionamos las cofias, pañuelos de colores de mujeres africanas que también les tapan la cabeza y muchísimas mujeres los llevan. Creo que tenemos que tener mucho cuidado porque al final ¿prohibiendo el burka resolvemos los problemas de quién?". Justo esta cuestión es la que teme la directora: "Probablemente estamos agravando una situación porque no lo estamos tratando con el realismo que necesita". En este sentido, Silvestre aboga por ahondar más en el debate y reflexionar también sobre las tradiciones de la religión católica. Como dato, la directora de Emakunde recuerda una anécdota de este mes cuando estaba moderando una mesa redonda que organizaba la Alhóndiga de Bilbao con Ikuspegi el Observatorio Vasco de Inmigración. A mi izquierda tenía una mujer islámica y a la derecha a una monja, que llevaba la cabeza cubierta y la mujer árabe no. Una persona del público, que era un hombre musulmán, dijo: "explíqueme ahora por qué la mujer católica lleva cubierta la cabeza y la islámica no y a nadie le genera eso inquietud, miedo o la necesidad de normativizar la situación'". Ante todo, la responsable de Emakunde insiste en trabajar con las mujeres que lleven el velo integral porque no son tantas. "Comprobar si es por sumisión o no, implica más recursos y no es tan fácil como dictar una norma. Implica una política más en profundidad. Prohibiendo el burka no les vamos a sacar de esa situación de dominación, probablemente les estamos complicando más la vida. Yo creo que hay que combinar y sobre todo invertir recursos para profundizar en el estudio de qué representa el estudio de esas prendas". Silvestre también aboga por mirar lo que dice el Consejo de Europa teniendo en cuenta, que va más a modelos interculturales. Ahmed, marroquí residente en Vitoria "La ley no cambia la mentalidad" Fue hace tres años cuando Ahmed Chaghouaui vio un burka por primera vez en su país natal: Marruecos. Una prenda que a título personal le parece "lamentable", pero que respeta siempre y cuando se trate de una decisión personal. Chaghouaui se pregunta si realmente merece la pena legislar por "un caso o dos de mujeres" que llevan este velo integral de todas las musulmanas que hay en Euskadi. "El 90% de la gente no lo percibe como un problema a no ser que empiece a aumentar su uso", se cuestiona. El profesor de Historia de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) está convencido de que el problema es que no ha habido un debate sobre este tema ni entre los políticos, ni entre la sociedad civil para crear una legislación. "Deberían consultar a las asociaciones de árabes o a las mismas mujeres, aunque estas nunca se quieren implicar ni salir en los medios en un tema que les afecta". Chaghouaui apuesta por que el Gobierno suprima esta vestimenta cuando atente contra la dignidad de las mujeres, siempre y cuando se deba a una imposición hecha por terceras personas. La moción aprobada por el Senado este mismo miércoles sólo sirve para "disuadir" de problemas reales como la mala situación económica y el paro. "Con la crisis vuelve el debate de la inmigración. ¿Desde cuándo el Estado legisla sobre vestimenta?", se pregunta. Este hombre afincado en Vitoria desde hace 13 años quiere precisar que es incorrecto que el burka adquiera el sobrenombre de velo integral islámico. "En ningún texto sagrado del islam aparece el burka porque es un fenómeno que surgió en Afganistán en los años 90 cuando los talibanes subieron al poder. No comparto esa lectura fundamentalista que ha impuesto esa tradición en zonas concretas. El matiz está en las mujeres inmigrantes de Europa porque viven en un Estado de Derecho y eligen la ropa que quiere llevar". Dado que Chaghouaui es consciente de que aún así hay muchas féminas musulmanas que usan la prenda por sumisión, apuesta por medidas para combatir esa coacción: denunciar. Pero como hay muchas féminas que no se atreven a hacerlo por miedo, opina que el Estado debe vigilar si aparecen terceras personas que las sometan a esta prenda. "El Gobierno también debe intervenir en la educación para que se quiten ese velo mental y aumente el respeto de todas las culturas". En caso de que el veto siga adelante, Chaghouaui asegura que éste tendrá el efecto boomerang: "En vez de dejar de usarse, muchas musulmanas se lo pondrán por solidaridad o por sentirse víctimas. La ley no cambia la sociedad, sólo lo hace la mentalidad, que se pregunten por qué llevo esta prenda". Asamblea de mujeres de álava "Se trata de un debate estéril" Elixabete Etxeberria es miembro de la Asamblea de Mujeres de Álava y afirma que su agrupación no es partidaria de entrar a debatir sobre la dignidad de las mujeres a través de una manifestación externa como puede ser el burka. "El debate se torna estéril porque si de lo que de verdad se está hablando es sobre la libertad y dignidad de las mujeres pongamos todos los elementos sobre la mesa, empezando por nosotras mismas, en la actualidad, en nuestra cultura occidental. Hablemos de los burkas en occidente". En su lugar, prefieren que la sociedad dialogue sobre otros temas preocupantes. "Digamos claramente todo lo que atenta contra nuestra dignidad y nos discrimina: menores sueldos por el mismo trabajo, dobles y triples jornadas haciéndonos responsables de los cuidados de los demás, no poder decidir libremente sobre nuestros cuerpos, la presión sobre la estética y las múltiples operaciones que se realizan". La Asamblea de Mujeres de Álava también tiene claro lo que habría que prohibir en lugar del velo integral: el sistema patriarcal heterocentrado y capitalista "que es algo que nosotras, desde el feminismo, venimos combatiendo desde hace ya mucho. Todas las religiones y culturas, sin excepción, discriminan a las mujeres en mayor o menor grado. ¿Por qué no se debate seriamente sobre esto?", se pregunta este colectivo. Etxeberria, en particular, considera que abogar por la libertad, de lo que sea, a través de las prohibiciones, es "absurdo, demagógico y además mentira". En este sentido, añade que si pensamos que por prohibir el burka estas mujeres serán más libres y dignas, "estamos bastantes equivocadas, además de no tener en cuenta las consecuencias que pueda tener para ellas ni su opinión al respecto". Es por ello que a la Asamblea lo que le interesa es lo que piensen estas mujeres, "por lo que les apoyaremos en las decisiones que ellas, libremente, tomen", asegura este colectivo.