vitoria. La inmigración no entiende de crisis. Y menos si el fenómeno cobra dimensiones de carácter global. Los inmigrantes que hace años salieron de su casa en busca de una vida mejor y recalaron en la CAV volverían, a día de hoy, a repetir la experiencia. La recesión ha golpeado a todos los países y a pesar de que los alicientes en el destino son menores, también han empeorado las condiciones de vida en el lugar de origen del viaje. Según los últimos datos manejados por el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, casi nueve de cada diez inmigrantes latinoamericanos están convencidos de que acertaron al salir de su país y dos de cada tres mujeres marroquíes, el colectivo más crítico con la experiencia, también volverían a hacerlo si el calendario les devolviera al día en que dejaron su hogar.
Según la profesora en Psicología Social de la UPV, Nekane Basabe, los inmigrantes en general, no sólo los que se han asentado en la CAV, valoran de forma muy positiva la cota de calidad que han alcanzado sus vidas en el momento actual a pesar de la crisis económica. Casi todos ellos puntúan con un siete sobre diez su situación y consideran que han cumplido muchas de las expectativas marcadas a priori. En el caso de las mujeres latinoamericanas, por ejemplo, Basabe subraya que pese a los grandes esfuerzos que se ven obligadas a realizar para mantener económicamente a sus familias, han ganado estatus dentro del grupo, así como independencia. Este colectivo tiende a desplazarse acompañado de su red familiar, un factor que conlleva responsabilidades pero que también les sirve de gran apoyo. En el extremo contrario se hallan, tal y como explica la profesora de la UPV, los hombres magrebíes. Aunque sienten cubiertas muchas de las metas que se marcaron antes de salir de sus respectivos países, lamentan sentirse solos, ya que practican una emigración eminentemente masculina.
crecimiento En líneas generales, tanto Basabe como las conclusiones publicadas en las panorámicas que difunde Ikuspegi, muestran que la inmigración no es sólo sufrimiento. "También representa un crecimiento social y personal tanto para sus protagonistas como para los lugares a los que llegan", explica la profesora de Psicología Social.
El motivo principal para salir de su país de origen es el de encontrar un trabajo mejor. Un argumento que, en el caso de las mujeres viene acompañado por otras prioridades, como son el reagrupamiento y la figura del acompañamiento a la pareja o a los progenitores. Una vez asentado, el colectivo -tanto en hombres como en mujeres- tiende a a restar empeño en la reunificación y dedica, por contra, más esfuerzos a buscar un mejor empleo. Esta inversión de necesidades lleva a pensar que todos ellos "se presentan cada vez más como agentes activos de sus respectivos procesos en busca de mayores cotas de bienestar y no como desplazados pasivos", según recalcan las panorámicas editadas por Ikuspegi. De hecho, una de cada dos mujeres inmigrantes en Euskadi afirman que el dejar atrás su lugar de origen fue fruto de una decisión personal.
Según las cifras ofrecidas por el Observatorio, tanto en Euskadi (37,6%) como en España (39,3%), algo más de una de cada tres personas extranjeras con alta laboral en la Seguridad Social es mujer.