madrid. Rafael F.G., El Rafita, que en octubre de 2003, cuando tenía 14 años, fue condenado por el asesinato en Madrid de la joven Sandra Palo, cumplirá definitivamente el próximo viernes la pena de cuatro años de internamiento y tres de libertad vigilada que le fue impuesta.
Ese día, El Rafita, quedará libre y sin historial delictivo, según han confirmado fuentes de Instituciones Penitenciarias, organismo que asumió su control el pasado 27 de enero en sustitución de la Comunidad de Madrid, que había supervisado su situación los tres años anteriores. Su puesta en libertad ha provocado el malestar de la familia de Sandra Palo, especialmente el de su madre, María del Mar Bermúdez, que en declaraciones ha asegurado que es "muy duro de asumir" que el joven condenado por la muerte de su hija quede a partir de ahora "con el expediente en blanco".
En los últimos meses, El Rafita ha estado viviendo junto a otros jóvenes en un piso tutelado perteneciente a una ONG, ha mantenido entrevistas con educadores, además de recibir formación profesional de cara a su inserción laboral. El joven también ha estado sometido a un control telefónico, según las fuentes consultadas, que han subrayado que, al haber sido condenado de acuerdo con la Ley del Menor, no ha sido posible adoptar ninguna otra medida.
Además, durante este tiempo, Instituciones Penitenciarias, ha emitido varios informes sobre su evolución que ha enviado al juez del caso. En este sentido, otras fuentes cercanas al caso han señalado que el pronóstico sobre la reinserción del joven ha pasado de ser "positivo" a serlo "menos" en los últimos tiempos, especialmente por la influencia que ejerce su entorno más cercano, en el que se incluye a su actual pareja. De hecho, en los últimos meses, la Policía le ha detenido en varias ocasiones por intentos de robo con fuerza.
Y es que el 17 de mayo de 2003 El Rafita, en compañía de otros dos menores y de un joven de 18 años, violaron, atropellaron y quemaron a Sandra Palo, una joven de 22 años, que padecía una minusvalía psíquica. Los otros dos menores, de 17 años, fueron condenados a la pena máxima que establecía la Ley del Menor (ocho años de internamiento y otros cinco de libertad vigilada), mientras que a Francisco Javier Astorga, El Malaguita, el único mayor de edad, se le impuso una condena de 64 años. Todos ello fueron considerados autores de los delitos de secuestro, violación y asesinato.