apesar de que muchos documentales y artículos de divulgación nos hagan pensar que había unanimidad en la idea de que fue un meteorito lo que acabó con los dinosaurios, la verdad es un poco más compleja. Había un grupo de buenos científicos que pensaban que la extinción fue debida al enorme vulcanismo que hubo en India en la misma época aproximadamente y que el meteorito, que lo hubo, tuvo una repercusión menor. También había unos pocos que defendían que el meteorito había incrementado el vulcanismo y que, por tanto, la causa de la extinción era el "meteoritazo" más el vulcanismo.
La hipótesis del vulcanismo sufrió un fuerte varapalo cuando un estudio de 2003 que afinaba muchísimo la datación determinó que las erupciones habían empezado 300.000 años antes y que sus efectos duraron 100.000 años. Es decir, que cuando ocurrió el choque del meteorito ya hacía 200.000 años que había cesado el vulcanismo de India.
En el número del pasado jueves la revista Science publica el trabajo de 41 científicos, que han reanalizado los datos disponibles, aportado otros nuevos y han llegado a la conclusión de que lo que acabó con los dinosaurios fue un meteorito y no el vulcanismo. Y no es la opinión de un experto sino nada menos que de 41 de Europa, Estados Unidos, México, Canadá y Japón. Su conclusión es que las hipótesis alternativas no pueden explicar de modo satisfactorio la extinción masiva y abrupta. Con este trabajo la hipótesis del meteorito se ha hecho más fuerte que nunca.
La idea del meteorito como causa de la extinción de los dinosaurios surgió hace treinta años de la mano del premio Nobel Luis Álvarez, de Jan Smith y de sus respectivos compañeros de trabajo.
De lo que no había duda alguna es de que algo había ocurrido hace aproximadamente 65,5 millones de años. Hay una capa negruzca que se puede ver en distintos sitios del mundo que se considera el límite que marca el fin del periodo Cretácico y el principio del Paleógeno (antes se llamaba Terciario). Por debajo de la capa hay una flora y una fauna. Inmediatamente por encima hay una enorme ausencia de restos de seres vivos y luego se recuperan pero son animales y plantas distintos. Por debajo hay dinosaurios y ammonites -especie de calamares primitivos, con conchas, similares a los actuales Nautilus-, por encima no. Dinosaurios y ammonites son dos de los grupos que desaparecieron de la noche a la mañana y podríamos decir que en este caso el "de la noche a la mañana" hay que interpretarlo muy literalmente.
La hipótesis del meteorito no fue muy bien acogida inicialmente pero poco a poco fue ganando adeptos. Recibió un empujón muy fuerte cuando se descubrió un enorme cráter de 200 kilómetros de diámetro en la península del Yucatán, en México. Su edad coincidía con la del límite del paso del periodo Cretácico al Paleógeno (límite K/Pg). Ese cráter, al que se ha dado el nombre de Chicxulub, era la huella del choque con la Tierra de un enorme meteorito.
Los modelos matemáticos actuales sugieren que el impacto representó una energía un millón de veces superior a la desprendida por la bomba nuclear más grande que se haya construido jamás. Lanzó material a la alta atmósfera que se extendió por todo el mundo, produjo terremotos superiores a 10 en la escala de Richter, se colapsó la plataforma continental, hubo deslizamientos de tierras, demoliciones masivas, tsunamis, lanzó aerosoles de azufre a la atmósfera lo que produjo un enfriamiento y lluvia ácida... Con todo ello se produjo la segunda extinción de especies vivas más importante de las que conocemos. La mayor fue la del final del Pérmico, hace 250 millones de años.
La primera pista de que la extinción tenía un origen extraterrestre se obtuvo analizando el límite K/Pg en Gubbio, en Italia. Allí, en aquella arcilla negra, había una proporción del metal iridio varias veces superior a la normal en la Tierra. El iridio suele ser abundante en ciertos meteoritos. En la misma capa de arcilla se encontraron micro cristales de cuarzo que habían sufrido un fuerte impacto y lo que se llaman micro tectitas, que en este caso eran bolitas de material terrestre que habían subido muy altas, incluso podrían haber salido de la atmósfera, y al caer de nuevo, su superficie se había fundido por el calor del rozamiento con el aire. El color negro era hollín, probablemente producto de que el meteorito produjo enormes incendios que quemaron grandes extensiones de bosques.
Una de las dudas que surgían era la de dónde estaba el cráter. Si había sido un meteorito tenía que haber dejado un gran cráter, pero nadie lo conocía. Tal como ya hemos dicho, tuvimos que esperar hasta 1991 para descubrirlo en el Yucatán. Entonces se verificó que la capa K/Pg era más fina cuanto más se alejaba del cráter. Es decir, todo apuntaba a que el origen de la misma estaba en el Yucatán.
¿Se producirá un choque similar en el futuro?
La respuesta es que sí, sin duda. Choques de cuerpos astronómicos con una masa similar al que causó la extinción de los dinosaurios ocurren por media cada cien millones de años. Asteroides y cometas que en algún momento de su órbita pasan cerca de la Tierra y que por su masa pueden representar un serio peligro hay varios cientos. Se le suele llamar Objetos Cercanos a la Tierra y hay varios programas para su seguimiento y catalogación. Para especificar su peligrosidad se usan dos escalas, la de Palermo y la Turín. En ellas se combinan en un solo número la probabilidad e colisión y el daño que pueden hacer. La escala de Turín tiene diez niveles que van desde el cero, que significa que la probabilidad de colisión es cercana a cero. Del 8 al 10 significa impacto pero seguro, pero con consecuencias muy distintas. 8 significa que causan destrucciones localizadas y 10 que causará una catástrofe planetaria. El objeto más peligroso que tenemos ahora es un asteroide de nombre 99942 Apophis y que tiene un índice de 4, que significa que hay una probabilidad del 1% de colisión y que puede causar una devastación regional.