Vitoria. Los estudios que tratan de medir el impacto de las tecnologías sobre la salud de los seres humanos rara vez llegan a conclusiones determinantes, aunque contribuyen a incrementar la inquietud de los ciudadanos que pueden verse más expuestos a tales elementos. Sucedió con los tendidos eléctricos de alta tensión, con las antenas de telefonía móvil e incluso con los hornos microondas. Ninguno de los análisis científicos que los han estudiado han sido capaces de descartar con rotundidad que las emisiones que producen provoquen cáncer, pero tampoco pueden establecer un vínculo a ciencia cierta entre las mismas y la aparición de enfermedades. Ahora le llega el turno al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), que ayer presentó las conclusiones del estudio epidemiológico realizado en los municipios próximos a todas las instalaciones nucleares del Estado, entre las que figura la central de Santa María de Garoña, emplazada en Burgos pero situada en el área de influencia de Vitoria. El documento garantiza que "las dosis estimadas acumuladas que habría recibido la población de las áreas de estudio a causa del funcionamiento de las instalaciones son muy reducidas y están muy por debajo de los niveles que podrían afectar a la salud de las personas", pero deja caer que "en el área de Garoña no se detecta ningún incremento del riesgo significativo salvo una excepción que es el cáncer de riñón cuando se analiza como variable continua".

Los científicos puntualizan, no obstante, que "sin embargo, en el análisis con la variable dosis categorizada, el patrón que muestran por categorías no refleja un efecto de incremento con la dosis" al ahondar en la posible relación entre la actividad de Garoña y los casos de cáncer de riñón registrados entre los ciudadanos residentes en los treinta kilómetros a la redonda de la planta.

El informe del CSN establece diferencias entre las mediciones de radiación natural efectuadas en el entorno de las centrales y depósitos nucleares y la radiación artificial generada por las infraestructuras atómicas. Dentro de este segundo apartado, el dossier advierte de que "los niveles de radiación artificial acumulada más elevados los presentan las poblaciones en el entorno de las instalaciones de Garoña y José Cabrera, pero nunca llegan a los 350 microSievert; en cualquier caso, los niveles de exposición estimados son extremadamente bajos".

Para interpretar con mayor profundidad los resultados de estas lecturas, el informe indica que "las dosis efectivas acumuladas por radiación artificial son extremadamente bajas, aunque en el entorno de algunas instalaciones son superiores a otras, no llegando a existir solapamiento entre ellas". "La diferencia entre los municipios con menor y mayor dosis efectiva acumulada es de cinco órdenes de magnitud y la distribución de las mismas no resulta similar entre las distintas instalaciones. Esto es debido a las emisiones más elevadas de los primeros años de operación de las tres centrales más antiguas, Vandellós I, José Cabrera y Garoña. Por ello, las dosis acumuladas en los municipios cercanos a estas instalaciones se sitúen en la parte más alta del rango", puntualiza el documento hecho público por el CSN.