para cuidar de los enfermos y asistir a los médicos, la aprensión a la sangre no es un obstáculo. La experiencia, dicen los que se dedican a ello, cura los reparos. Otra cosa son los perjuicios, el individualismo y la falta de sociabilidad: incompatibles con esa labor. "Deben gustaros las personas, tener capacidad de trabajo en equipo y respetar la diversidad", adelantó ayer el director de la Escuela Universitaria de Enfermería de Vitoria, Alberto Santo, en la jornada de puertas abiertas del centro ante cientos de estudiantes a las puertas de Selectividad. Alaitz sonrió. Encaja como un guante en el perfil desde que, con cinco años, sus padres le regalaron un kit de cofias, jeringuillas y vendas . "Jugué hasta desgastarlas y curaba a mi hermano cuando se caía de la bicicleta", recordó emocionada, mientras escudriñaba las instalaciones por las que volverá a pasearse en septiembre si las notas le permiten el ingreso.

La Escuela Universitaria de Enfermería ofrece para este próximo curso 80 plazas: 60 en castellano y 20 en euskera. Así que las calificaciones del curso y la Selectividad serán vitales para superar la criba. "Creo que lo voy a conseguir, saco notables en casi todo y algún sobresaliente. Y lo que quiero es ser enfermera", subrayó Itsaso. Si lo logra, ella y los de su promoción serán los primeros en afrontar una carrera de cuatro años, y no de tres, como exigía hasta ahora la diplomatura. Un cambio promovido por los planes europeos que, a juicio de la joven, "será positivo". Fue la conclusión que extrajo tras oir al director del centro, quien explicó que el último curso será "eminentemente práctico y tratará de integrar todo lo aprendido para salir al mercado laboral con capacidades".

El mundo real puede ser abrumador. Por eso, quienes estudien Enfermería iniciarán pronto el contacto con el exterior. Santo explicó que, al finalizar el primer año, los jóvenes ya podrán realizar prácticas "para conocer el sistema sociosanitario, pero sólo como observadores". Y a partir del segundo curso, "tendrán la oportunidad de estar con pacientes". Por supuesto, antes de ponerse manos al cuerpo experimentarán con muñecos y simuladores virtuales. La Escuela dispone de un buen pack, como pudieron comprobar los chavales durante las abarrotadas visitas a las instalaciones. "Han venido alrededor de 200 personas, incluso de Bizkaia y del Alto Deba, dos zonas de las que cada año nos llegan estudiantes", agradeció el director.

Acudió tanta gente a la Escuela de Enfermería que la sala destinada a la charla informativa en castellano se quedó pequeña, y para la de euskera hubo que celebrar una segunda sesión. Marta, sin embargo, no se mostró preocupada por esta atracción masiva. "Muchos estudiantes van a todas las jornadas de puertas abiertas porque aún no tienen claro qué es lo que van a hacer, así que al final no hay tantos contrincantes", opinó la joven, que acudió al centro en compañía de su madre, "la culpable" de que le haya picado el gusanillo de la enfermería. "Ella me dice que me lo piense, que es muy duro, sobre todo los turnos de noche, pero quiero seguir sus pasos", defendió.

Miren pertenece al otro bando de madres: las que están encantadas con la idea de que su prole les imite. Más aún si resulta que quien lo hace no es la hija, sino el hijo. Jon, si finalmente es aceptado por la Escuela, pasará a engrosar el ínfimo 10% de alumnos masculinos. "Supongo que es algo cultural, los niños juegan al balón, las niñas a muñecas, los chicos estudian Ingeniería, las chicas Enfermería... No me preocupa", sostuvo el chaval, a quien le gustaría pasar parte de la titulación en el extranjero. Oportunidades no le faltarán. "Somos los que más alumnos mandamos fuera en números relativos", ensalzó Santo. Un aliciente más para entrar en la Escuela Universitaria de Enfermería de Vitoria, que además fue la primera de Europa en obtener la Q de plata de la Fundación Vasca para la Calidad por la innovación de sus actividades y su gestión.

"Es pequeñita, pero tiene de todo", concluyó Maider al final de la visita, tras pasar por la biblioteca, las aulas de informática y de maquetas y la sala de estar. Los estudiantes disponen, incluso, de microondas. En esta intensa carrera, el tupper manda.