Hace doce años que Susana García y Maite Alonso convirtieron su sueño en realidad cuando se instalaron en el municipio alavés de Aramaio. Allí por fin hallaron la tranquilidad que tanto ansiaban, al alejarse del bullicio de la urbe. Sin embargo, su remanso de paz se convirtió en toda una pesadilla el pasado 30 de enero. La fecha es difícil borrarla de sus memorias. "Desde entonces, una caravana diaria de coches y camiones pasa todos los días por la carretera del pueblo", explica Susana García. Y es que, los barrios aramaioarras de Suña, Untzilla, Zabola y Azkoaga se han convertido desde ese día en el desvío desde que se cortó la carretera que une Aramaio con Arrasate. Esta red viaria quedó sepultada por el desprendimiento de una ladera próxima donde se construye el viaducto del Tren de Alta Velocidad. "Al margen de si se está a favor o no del TAV, los vecinos no tenemos por qué aguantar todo este paso de vehículos porque es peligroso", añade Susana.

El descontento entre los vecinos es general. Todos ellos protestaron el pasado 7 de febrero por la situación que están sufriendo. "Es una carretera que no está adaptada para que circulen tantos coches, que encima se juntan con los camiones de la obra que también pasan por aquí", comenta Maite Alonso.

17 accidentes El problema es que se trata de un camino rural. "Se hizo hace unos 30 años y no tiene la anchura suficiente para los dos carriles", comenta Maite. Un camino, que por tanto, no tiene las rayas blancas que delimitan ambos sentidos de circulación. "Los primeros quince días del desvío -en el trayecto desde Untzilla a Zabola- se produjeron 17 accidentes. La mayoría desconoce su estado porque el cartel que indicaba que era un Landabe ya no está", comenta Loli Lasaga, acompañada de su prima Eli Lasaga. La razón de tantos siniestros los vecinos la tienen clara. "Se acumula mucho barro, incluso si vas a pie te patinas", explican. Y es que, precisamente esta es una de las actividades que los de Aramaio han tenido que erradicar de su vida desde el 30 de enero. "Antes todos veníamos a pasear por este camino pero ahora es imposible porque te atropellan". Aunque los señores mayores son los que peor lo llevan. "Mi madre salió el primer día a pasear y tuvo que llamar a un familiar a que la recogiera porque le daba miedo volver a su casa", declara Eli. Todos los vecinos coinciden en señalar que los mayores ya no salen de casa. "Les da pánico, sobre todo a los que viven en el caserío Etxaluze, porque pasan al ras de su fachada todos los coches, al tratarse de una curva al final de la cuesta", cuenta Loli.

A los vecinos también les molesta que no les hayan dado explicaciones. "No comunicaron oficialmente que el rodeo se tenía que hacer por los barrios y mucho menos nadie sabe cuándo va a acabar. Hemos oído como que puede durar un año, pero nadie lo sabe con certeza".

Ante tanto tránsito de vehículos por la zona, la Diputación ha instalado dos medidores de tráfico en el barrio. "También hemos visto que acaban de poner espejos para que cuando tomen la curva los coches vean si viene alguien o no". Sin embargo, los vecinos creen que el desvío no se ha planeado bien. "Este tipo de cosas se tendrían que haber tomado mucho antes porque no estamos hablando de una obra normal, sino de una macroobra con todo lo que eso implica". Unas consecuencias que han afectado desde vecinos o empresarios hasta ciudadanos que se dirigen a Arrasate. Prueba de ellos son los servicios de transporte escolar.

Una de ellas es la empresa de Mikel Bengoa, quien se queja que desde el 30 de enero "está perdiendo dinero" ya que no puede usar el autobús que usaba hasta entonces para llevar a los jóvenes al instituto de Mondragón. Ahora, en cambio, sólo puede utilizar dos microbuses, "más el riesgo que supone llevar a los chavales por ese camino", se queja este conductor.

Y es que, en total, varias empresas de transporte pasan por la zona. "Muchos trabajamos en Arrasate y luego están los niños y adolescentes que van allí a estudiar", comenta Loli. En este sentido, hay compañías de autobús -si se tienen en cuenta los viajes de ida y vuelta- que atraviesan hasta cuatro veces al día por este desvío. "También hay que tener en cuenta que por aquí pasa el autobús de línea que hace la ruta Mondragón-Aramaio-Vitoria".

Los restaurantes Untzueta y Dukiena son un ejemplo de los negocios de Aramaio que también han sufrido de cerca las pérdidas y no sólo en cuanto a problemas de logística para abastecerse. "La mayoría de sus clientes son de Mondragón y han notado cómo han dejado de venir desde que existe el desvío. El fin de semana pasado cancelaron una cena reservada porque dijeron que venir por esta carretera es un riesgo y no se atreven", detallan las primas Lasaga.

Y en otras ocasiones, los camiones de sus pedidos no llegan o lo hacen tarde. "Lo notamos cuando vamos a comprar el periódico porque llega al pueblo más tarde, a no ser que sean los de Álava", relatan.

Los dueños de los caseríos, además de sentirse inseguros a la hora de salir de casa, tienen miedo de otra cosa: que las obras provoquen grietas en sus hogares.

Todos miran al caserío de Cuatro Vientos, enclavado en una ladera, que está justo encima del viaducto del TAV. "Luis, su dueño, dio la alarma al ver que la misma empezó a hundirse".

Este descontento popular se volvió a manifestar este pasado domingo, con una marcha que fue desde la plaza de Aramaio hasta donde está cerrada la carretera.