vitoria. En tiempos de vacas flacas, los ciudadanos tienden a buscar responsables y, en más ocasiones de las deseadas, yerran al colocar la diana. La inmigración, uno de los pilares del crecimiento económico durante los años de la expansión, se perfila ahora como elemento distorsionador para algunos, de tal suerte que los niveles de tolerancia hacia los extranjeros han caído varios puntos en la última encuesta llevada a cabo por el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi. Afortunadamente, la transigencia sigue imperando en la conciencia de la mayoría de los residentes en la CAV.

Más de la mitad de los vascos, concretamente el 50,1%, considera que es "bueno" que la sociedad esté formada por diferentes culturas, etnias y religiones. Una consideración loable que, lamentablemente, cuenta con el apoyo de un 5% menos de ciudadanos que el año anterior. En la misma línea, el 56,4% de los habitantes de la CAV no es partidario de que las personas extranjeras deban abandonar su cultura y costumbres para ser plenamente aceptadas. Tres puntos porcentuales menos que en el barómetro social de 2008 y ocho menos que en el de 2007.

El grado de condescendencia se ha visto rebajado tanto en lo que atañe a la población extranjera como a la local. Así, el 56% piensa que las personas autóctonas no deben esforzarse por conocer y adaptarse a algunas costumbres y tradiciones de las personas inmigrantes. Por otra parte, ya dentro del capítulo legal, un abrumador 65,3% declara que la plena aceptación exige la renuncia de aquellos aspectos de la religión o de la cultura que entren en conflicto con la legislación local. Diez puntos más que en 2007. Los aspectos culturales y tradicionales son los que más ampollas levantan. El 89,7% opina que los autóctonos no tienen que renunciar a sus costumbres y tradiciones, seis puntos más que en 2007, y un 85,4% cree que las personas inmigrantes deben esforzarse en adoptar las costumbres y tradiciones de los autóctonos. Seis puntos más que en 2008.

acceso a servicios El acceso a servicios públicos por parte de los extranjeros despierta igualmente algunas reticencias. Como ejemplo de ello, la población vasca es menos partidaria que en 2008 de que todos los inmigrantes tengan acceso a la asistencia sanitaria (un 4,5% menos) y a la educación de sus hijos (un 5,2% menos).

No obstante, los residentes en la CAV no ven que los extranjeros representen una amenaza a sus rasgos distintivos. El 67,7% no piensa que la inmigración vaya a contribuir a la pérdida de la identidad vasca, el 60,4% no cree que frene las aspiraciones del nacionalismo vasco -ocho puntos por debajo de 2008-, el 6,6% entiende que no lastrará el desarrollo del euskera y el 63% interpreta que no reducirá el uso de la lengua vasca en aquellas zonas en las que es mayoritario.