EL día invitaba ayer a soñar un poco en Navidad. Los copos de nieve no dejaron de anunciar durante todo el día que las fiestas están muy cerca y la capital alavesa se dejó seducir por el encanto de su blanco manto e hizo lo propio.
Y para ello quiso ponerse de tiros largos. En primer lugar, comenzó coqueteando y qué mejor forma de hacerlo que eligiendo una iluminación adecuada. Lo consiguió gracias a las 15.000 velas que se encendieron en el Casco Medieval. La noche de las velas congregó a muchos vitorianos que combatieron las gélidas temperaturas envueltos en la magia de una luz tenue y con un vino caliente que se repartió en la plaza del Machete.
Una vez obtenido el primer golpe de efecto, tampoco se olvidó de continuar la tarea encandilando con la mejor dialéctica encaminada a estas fechas. La que ofreció el abad de la Cofradía de la Virgen Blanca, Ricardo Sáenz de Heredia, en el pregón de Navidad.
Pero como una imagen vale más que mil palabras, su intervención dio paso a la inauguración del tradicional belén del Carmen, que en su XXV aniversario lució su mejor cara para llenar las retinas de los primeros visitantes.
Y como última arma de seducción, un buen regalo. El que los alaveses pudieron adquirir en el mercado artesanal que abría ayer sus puertas al público hasta el próximo día 6 de enero. Cuadros, un bonito broche, jabones, trabajos en cuero o marionetas hechas a mano son sólo algunas de las cosas que se podían escoger allí.
Un programa demasiado apetecible como para no caer en la tentación. A buen seguro, la Navidad ya está conquistada.