La siesta, ese breve descanso que tiene lugar durante las primeras horas de la tarde, es una costumbre común en la vida cotidiana de personas de muchas culturas de todo el mundo. Dejando a un lado su condición como hábito, que sirve para recargar energías y afrontar el resto del día con otra perspectiva, lo cierto es que reporta grandes beneficios a nuestra salud. 

Aunque la siesta se considera una costumbre española, son muchos los lugares del planeta donde se hace este corto sueño tras la comida. Se cree que es un hábito que proviene de la antigua Roma, cuando se solía descansar en la sexta hora del día solar. 

Para saber más sobre la siesta, vamos a repasar cuáles son los beneficios que tiene sobre nuestro cuerpo.

Duración y experimentos

Javier Pérez Castells, catedrático de Química Orgánica de la Universidad San Pablo CEU, asegura que dormir unos minutos después de la comida reduce la presión arterial y el riesgo de infarto. En el caso de los más pequeños, vale para fijar las emociones y recuperar la energía perdida. 

Por otra parte, un estudio realizado por el Centro para el Sueño y la Cognición de la Escuela de Medicina de la Universidad de Singapur analizó cuál era el equilibrio entre la practicidad de la siesta y los beneficios significativos.

La Dra. Ruth Leong y su equipo llevaron a cabo un experimento entre 32 jóvenes a los que se les pidió, después de su descanso nocturno, que durmieran la siesta divididos en cuatro grupos. El primero no durmió siesta, el segundo hizo una de 10 minutos, el tercero una de 30 minutos y el cuarto una de una hora. 

Imagen de un hombre echándose una siesta Freepik

Los investigadores compararon el tiempo de sueño medido objetivamente con polisomnografía, en vez de hacerlo con solo la cantidad de tiempo previsto para la siesta. Esto permitió una toma de decisiones inequívoca sobre cuánto tiempo se debe asignar para una siesta, teniendo en cuenta el tiempo promedio que se tarda en conciliar el sueño. 

El estado de ánimo, la somnolencia subjetiva y el rendimiento cognitivo se midieron a intervalos de cinco minutos, 30, 60 y 240 después de despertarse de las siestas de media tarde.También se examinó el efecto de estas duraciones de siesta en la codificación de la memoria.

El resultado final 

Los participantes tardaron una media de 10 a 15 minutos en conciliar el sueño. A diferencia de la vigilia, las siestas que oscilaron entre 10 y 60 minutos tuvieron claros beneficios para el estado de ánimo positivo, la somnolencia subjetiva y el estado de alerta que duraron hasta 240 minutos después de la siesta. 

No obstante, únicamente las siestas de 30 minutos tuvieron un impacto positivo para la codificación de la memoria. Por lo tanto, se pueden necesitar, como mínimo, 30 minutos para obtener beneficios para la memoria.

Viabilidad y beneficio

En la investigación antes mencionada, las mejoras en la vigilancia fueron moderadas y sin beneficios en la velocidad de procesamiento. Además, el aturdimiento tras despertarse, el cual puede manifestarse como disminuciones temporales en el rendimiento, solo se observó durante las siestas de 30 a 60 minutos.  

A pesar de que no había una duración clara de la siesta “ganadora”, aquella de 30 minutos parecía ser la mejor compensada con viabilidad y beneficio. Es decir, 30 minutos puede ser la duración recomendada para una siesta a media tarde, mientras que proporciona unos 10 minutos adicionales para conciliar el sueño.

Historia de la siesta 

El origen de la siesta probablemente se sitúe en la Antigua Roma. En esa época, el día se dividía en 12 horas. "La hora sexta", de donde deriva el término siesta, correspondía a la mitad del día, cuando la luz golpeaba con más fuerza y era más cálida. Por este motivo, esa hora se utilizaba para el descanso.

Respecto al Estado, se piensa que la siesta nace después de la Guerra Civil, donde era común que un trabajador tuviera más de un empleo para mantener a su familia. Así que, al mediodía, la hora más calurosa, era el momento de comer y descansar, y así tener la energía necesaria para terminar la jornada laboral.

Una mujer echa una siesta tumbada en el sofá del salón. Freepik