El cerebro es el órgano del pensamiento donde se gestionan todos nuestros comportamientos. Nos permite adquirir conocimientos y experiencias nuevas y dotarlas de significado, especialmente emocional, que van modificando cómo percibimos y nos relacionamos con el entorno y con nosotros mismos.

Al mismo tiempo también es la sede de los sueños y a través de su actividad podemos imaginar tantos futuros posibles como queramos o como podamos. Pero nuestra mente y nuestro cerebro no son fijos y siempre pueden seguir creciendo, ampliando horizontes. Educa tu cerebro es un ensayo divulgativo de David Bueno i Torrens, en cuyas páginas encontraremos por qué es necesario continuar creciendo, qué ventajas cognitivas tiene y cómo podemos optimizar este crecimiento para alcanzar una vida más digna, dignificante y empoderada, entendiendo cómo es, cómo funciona, cómo se forma y cómo se desarrolla en un proceso de cambio constante.

QUIÉN ES

David Bueno i Torrens (Barcelona, 1965) es doctor en Biología, profesor e investigador de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo en la Universidad de Barcelona. Es CEO fundador de la cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st. Aunque su trayectoria profesional y académica se ha desarrollado sobre todo en Barcelona, también ha investigado en la Universidad de Oxford y realizado estancias en Alemania, Austria y Nueva York. Ha publicado setenta artículos científicos en revistas especializadas; colabora con diversos medios de comunicación y ha ganado varios premios de divulgación científica. Es autor de numerosos libros de divulgación y ensayo, entre los que destaca El cerebro del adolescente.

Cada generación tiene sus propias fronteras. En la nuestra, ¿conocer el cerebro es la gran frontera del conocimiento? 

Es una de las grandes fronteras; lo era hasta que llegó la Inteligencia Artificial que nos ha quitado parte de ese privilegio, pero sí que lo es. Sin duda, es el órgano de nuestro cuerpo menos conocido y el que más novedades nos aportará en las próximas décadas.

De pequeños nos explicaron el cerebro como un misterio casi insondable, un edificio que a los 25 años ya sería fijo e inamovible. ¿Es así?

No. Ya no es un misterio tan insondable, aunque todavía tiene muchos puntos de misterio, por ejemplo, de dónde surge la conciencia que es algo que nace del funcionamiento del cerebro pero que va más allá del propio órgano; lo que sí está claro es que no es inamovible. El cerebro es siempre plástico, siempre maleable, está en construcción constante. Cada día, cuando nos acostamos por la noche, nuestro cerebro es ligeramente diferente a cómo era cuando nos levantamos esa mañana. Porque todas las experiencias que vivimos y los aprendizajes que hacemos van quedando almacenados en conexiones sinápticas realizadas entre las neuronas. Así que estructuralmente el cerebro está en un proceso de cambio constante desde antes de nacer y hasta el final de nuestros días.

He escuchado muchas veces hablar del cerebro como un órgano plástico y muy adaptable. ¿Es esto más cercano a la realidad?

Sí, es un órgano plástico muy adaptable. De hecho, una de las principales funciones de nuestro cerebro es adaptar nuestros comportamientos; eso significa hacer conexiones nuevas constantemente, acoplando nuestro comportamiento al entorno donde vivimos para que podamos adaptarnos mejor al mismo.

¿Se puede seguir educando toda la vida el cerebro? ¿Y aprende siempre con la misma diligencia?

Se le puede educar toda la vida. De hecho, creo que deberíamos querer educarnos toda nuestra vida para ir teniendo unos objetivos vitales, unos propósitos que nos marquemos nosotros. La forma que tiene de almacenar conocimientos es la misma siempre: en conexiones neuronales, pero cambia un poco la manera de hacerlo. En los niños y adolescentes el cerebro es mucho más plástico que en los adultos, por lo que les resulta más fácil construir conexiones nuevas, pero les falta experiencia. Esto hace que muchos de los aprendizajes no sepan muy bien dónde ubicarlos. Los adultos seguimos teniendo un cerebro plástico, aunque menos; pero como tenemos muchas experiencias previas, cualquier aprendizaje nuevo que hagamos sabemos dónde ubicarlo en relación al resto.

¿El cerebro gobierna todos nuestros órganos y acciones?

El cerebro es el órgano que gobierna todo nuestro cuerpo, pero es un proceso bidireccional. Todo nuestro cuerpo envía señales al cerebro que condicionan cómo funciona.

Relacionamos cerebro y conocimiento, pero ¿y los sueños, la imaginación, los sentimientos, las percepciones del entorno también están bajo dominio cerebral?

También. De hecho, los sueños que tenemos cuando dormimos por la noche es simplemente el cerebro que nos está recordando lo que ha hecho durante el día y lo está mezclando con las experiencias de días anteriores; como lo va haciendo a retazos, nosotros lo vivimos muchas veces como sueños inconexos o sin ningún sentido, pero el cerebro está aprovechando todo eso para seguir construyéndose. Incluso la intuición surge del cerebro, viene a ser como un sendero entre dos conocimientos, pero como ha hecho un atajo y no ha pasado por todos los puntos necesarios para que los relacionemos de forma consciente, nosotros lo vivimos como una intuición.

¿La educación tradicional no era/es ya una forma de educar el cerebro? ¿Qué propone cuando habla de educar al cerebro?

Hablo de tener unos propósitos y unos objetivos vitales que nos empoderen hacia dónde queremos ir, si nos sentimos satisfechos siendo como somos o si queremos cambiar alguna cosa. No es solo aprender las tablas de multiplicar, que también, sino sobre todo, concienciarse de que nuestro cerebro también se construye a partir de lo que nosotros pensamos. Pues pensemos qué es lo que queremos pensar, aunque sea o parezca ser una redundancia.

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"La felicidad es un pico intenso y efímero que se termina; hay que buscar el bienestar, la felicidad ya llegará”

Alzheimer, Parkinson, demencia senil... ¿Educando el cerebro podríamos reducir la aparición de estas patologías? 

Reducir su aparición, desgraciadamente, parece que no. Lo que sí podemos hacer es retrasar la edad de aparición, que ya es mucho. 

La pregunta clave que se harán muchos es: ¿educar al cerebro para qué, para saber más, que nuestras neuronas vivan más, vivir mejor, ser más felices…?

Diría que es para sentir más bienestar. A mí me gusta mucho distinguir felicidad de bienestar, la felicidad es un pico muy intenso pero efímero, se termina rápido. Y cuando se termina viene una bajada en nuestro estado de ánimo. En cambio, el bienestar no tiene fecha de caducidad, se puede mantener para siempre; no es tan intenso, pero es mucho más duradero; incluso hay algunas emociones incómodas como la tristeza o la frustración que no tienen cabida en la felicidad; cuando somos felices y nos llega una frustración, la felicidad se termina de golpe. Sin embargo, sí tienen cabida en el bienestar, porque sirven para recuperarlo. Sentir bienestar y también algún momento de felicidad nos gusta a todos, pero hay que buscar el bienestar, la felicidad ya llegará.

Cien mil millones de neuronas en el cerebro y muchos más millones de conexiones sinápticas. ¿Con la edad se pierden, se regeneran, se recuperan?

Vamos ganando neuronas hasta los seis años. A partir de ahí ya no hacemos neuronas nuevas, algunas de vez en cuando, pero muy poquitas. Lo que sí hacemos siempre son conexiones nuevas y algunas con la edad también se van perdiendo. Pero si seguimos educando nuestro cerebro, si seguimos interesados por aprender de nuestro entorno, perderemos algunas, pero ganamos otras muchas.

¿Es un órgano vivo toda la vida? 

Toda la vida, excepto en aquellas personas que tengan la mala suerte de padecer alguna enfermedad neurodegenerativa en la vejez, entonces ya no. Pero hasta ese momento es un órgano constantemente en crecimiento.

¿Cuál es el objetivo de su libro?

Transmitir que siempre podemos continuar aprendiendo cosas nuevas, que no es cierto lo que algunas personas piensan que ya han llegado a su límite, de que no pueden desarrollar ninguna habilidad nueva o perfeccionar las que ya tienen; que ya han terminado su vida mental; no es cierto. Siempre podemos crecer y perfeccionar una habilidad o talento o desarrollar alguno nuevo; pero para ello lo que necesitamos es tener objetivos y propósitos vitales, verlos con optimismo y saber encontrar nuestra motivación para esforzarnos y conseguirlo.