Narcís Cardoner, psiquiatra en el Hospital Universitario Parc Taulí (Cataluña), asegura que "se prevé que ese impacto continúe, porque al malestar causado por las restricciones y la continua incertidumbre se les añaden todas las dificultades propias del impacto económico de esta crisis sanitaria". Cardoner dio a conocer estos datos durante la conferencia Depresión. Cambio en la concepción y el tratamiento en el marco del XXX Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría celebrado en Vitoria-Gazteiz, cuando aún no había empezado la invasión de Ucrania.
El experto compartió los resultados de varios estudios que demuestran la creciente incidencia de la depresión en la población española tras la pandemia. "Estamos hablando de una prevalencia en torno al 5%, y la cifra se extiende hasta el 7% teniendo en cuenta lo que se denomina prevalencia a lo largo de la vida: la probabilidad de que una persona tenga un episodio depresivo en algún momento".
Miquel Roca, catedrático de Psiquiatría de la Universitat de les Illes Balears, subrayó en el encuentro médico que "el 25% de los casos de depresión que se diagnostican son cuadros crónicos, con los que los pacientes tienen que convivir durante largos años". Sin embargo, recalcó que pueden "convivir perfectamente" con la patología siguiendo una serie de recomendaciones y un tratamiento adecuado.
Los profesionales recordaron la importancia de seguir desarrollando tratamientos farmacológicos y psicoterápicos diferentes de los que se han desarrollado hasta ahora, que han de ser específicos para cada tipo de paciente y su subgrupo de trastorno depresivo. Este enfoque servirá, según Roca, "para actuar sobre los diferentes componentes multifactoriales que condicionan la depresión, ya que en todos los pacientes los factores son diferentes", añadiendo que "incluso aunque la enfermedad se manifieste de un modo parecido", e hizo hincapié en que "para desarrollar dichos tratamientos es importante acotar los grandes cuadros como la depresión en formas que sean más homogéneas, y por tanto, los que se pueden estudiar mejor y homogeneizar no solo el diagnóstico sino las respuestas al tratamiento".
Prevención y costes
Pese a la importancia de la investigación y la creación de nuevos tratamientos, los ponentes también matizaron la trascendencia de desarrollar unas políticas preventivas efectivas. Según Cardoner, "existen situaciones o entornos de riesgo, lugares donde se puede incidir con el objetivo de reducir el riesgo de desarrollar nuevos episodios o cuadros depresivos".
Roca, además, indicó que modificar el estilo de vida -incluir actividades tales como el ejercicio dos o tres veces por semana, seguir una dieta correcta€- "tiene un efecto muy positivo añadido al tratamiento farmacológico en la evolución del trastorno". "Todo esto debería formar parte del día a día del tratamiento de una depresión, no solo un fármaco antidepresivo adecuado o un tratamiento psicoterápico combinado con el fármaco".
Ambos expertos coincidieron en señalar en que el primer paso para poder tratar la depresión es buscar ayuda. Sin embargo, los psiquiatras "se encuentran en muchas ocasiones con que los pacientes no acuden a los profesionales por los estigmas asociados a los trastornos mentales". Para Cardoner, "es importante tener en cuenta la dimensión de la depresión y separarse de esas ideas como esto es un bajón, esfuérzate, pon de tu parte, yo he salido de esto. Cuando se habla de depresión, se habla de una enfermedad grave".
Cardoner quiso referirse también a los costes indirectos de la depresión, como son las bajas laborales o las jubilaciones prematuras, que suponen el 80% de los gastos derivados de este trastorno. La cifra total asciende a 6.145 millones de euros, de los que casi seis millones serían a causa de las perdidas relacionadas con el mundo laboral y no por los costes directos derivados de tratamientos, hospitalizaciones y costes que puedan tener los profesionales que tratan a los pacientes.