La incertidumbre sobre fertilidad normalmente gira alrededor de la mujer, pero en realidad, hasta en un 40% de los casos las razones por las que una pareja no puede concebir se deben a problemas relacionados con el hombre. Para la mujer existen varias razones que pueden generar una mayor dificultad para concebir, incluyendo el número y la calidad de la reserva ovárica, la regularidad del ciclo, obstrucciones en las trompas de falopio, y otras enfermedades como la endometriosis o el síndrome del ovario poliquístico. En otros casos, la infertilidad puede estar afectada por factores ambientales y de estilo de vida.
En cualquier caso, es importante realizar una evaluación tras varios meses intentando conseguir el embarazo. Hablar con un especialista o realizar una prueba puede ayudar a entender si es necesario un tratamiento específico.
1. Tanto la obesidad como el peso bajo están relacionados con problemas de fertilidad. El efecto del IMC en varones en relación con la fertilidad no está bien establecido, aunque los hombres con sobrepeso u obesidad podrían presentar infertilidad a través de alteraciones endocrinas, sexuales y cambios en la temperatura testicular.
Sin embargo, las mujeres con sobrepeso y obesidad presentan con más frecuencia alteraciones en la fertilidad (entre otros muchos problemas de salud) y tienen más riesgo de que sus hijos sufran enfermedades al nacer. La pérdida de peso en estos casos aumenta la frecuencia de la ovulación y mejora la concepción de manera natural, disminuyendo la necesidad de terapias de reproducción asistida.
En el extremo contrario, las mujeres con un IMC bajo (18,5 kg/m2) pueden presentar problemas relacionados con la ovulación y alteraciones en el desarrollo del endometrio (la capa interna del útero, donde se implanta el embrión). La fertilidad en estas mujeres habitualmente mejora con la ganancia de peso, aunque puede ser necesario algún tiempo para recuperar la función reproductiva normal.
Por estos motivos, presentar un IMC normal (entre 18,5 y 25 kg/m2) es ideal para evitar alteraciones de la fertilidad y complicaciones durante la gestación. Además, tener un buen IMC pregestacional se relaciona con un embarazo saludable, por encima de la ganancia de peso durante el embarazo.
2. Algunas dietas se asocian con un menor riesgo de presentar alteraciones en la ovulación. Hablamos de dieta o patrones dietéticos entendidos como estilo de alimentación saludable. Por ejemplo, serían dietas ricas en grasas monoinsaturadas, bajas en grasas trans, dietas con alto porcentaje en proteínas de origen vegetal e hidratos de carbono de bajo índice glucémico.
También es importante seguir una dieta saludable para evitar la hipercolesterolemia (aumento de los niveles normales de colesterol en sangre), relacionada con la infertilidad en ambos sexos.
No obstante, algunos casos concretos se pueden beneficiar de seguir dietas especiales. Uno de estos ejemplos es la dieta sin gluten en las personas con enfermedad celíaca, ya que si esta no se trata puede causar alteraciones en la fertilidad tanto en hombres como en mujeres. Estos problemas se resuelven habitualmente adoptando una dieta libre de gluten.
3. El consumo de alcohol disminuye la fertilidad en mujeres y hombres. El alcohol está desaconsejado durante el embarazo porque tiene efecto teratogénico (puede causar malformaciones fetales) y no existe un nivel seguro de alcoholemia para el feto.
Sobre la fertilidad, el mecanismo no está tan definido, pero las mujeres que consumen alcohol de manera habitual tardan más en quedarse embarazadas y son con más frecuencia infértiles. La explicación fisiológica a este problema es que el consumo de alcohol aumenta la concentración de estrógenos reduciendo la secreción de FSH (hormona folículo estimulante) e impide la ovulación.
En varones, el consumo crónico de alcohol se ha relacionado con anomalías en la función gonadal: disminución de la producción de testosterona, problemas sexuales como la impotencia o disfunción eréctil, o una espermatogénesis alterada (problemas en la generación de espermatozoides).
4. El tabaco produce infertilidad. Su consumo tiene un efecto negativo sobre la fertilidad tanto en hombres como en mujeres debido a la presencia en el humo de metales pesados, hidrocarburos policíclicos, nitrosaminas y aminas aromáticas. En las mujeres altera todas las fases y funciones reproductivas, desde la ovulación a la implantación del embrión; y en hombres altera la producción, movilidad y morfología de los espermatozoides.
5. El sedentarismo se asocia con la infertilidad en ambos sexos. El sedentarismo o ausencia de actividad física es un factor importante que afecta a la fertilidad tanto en hombres como en mujeres. El deporte realizado de manera regular mejora la calidad del semen, aunque existen algunas excepciones como el ciclismo, ya que debido al aumento de temperatura que se produce en los testículos, disminuye la calidad de los espermatozoides.
Por otra parte, el consumo de testosterona o derivados y/o esteroides anabolizantes, que están cada vez más extendidos entre los deportistas aficionados (ya sea de forma consciente o inconsciente, debido a que un elevado porcentaje de los suplementos producidos para deportistas los contienen sin que figuren en la etiqueta), alteran el eje de las hormonas sexuales y pueden llegar a inhibir completamente la espermatogénesis, produciendo infertilidad. En la mujer pueden hacer desaparecer los ciclos menstruales.
6. El estrés dificulta la fertilidad. Los problemas emocionales, el cansancio y el estrés intenso también repercuten sobre la fertilidad de manera negativa disminuyendo la libido (deseo sexual), adoptando un estilo de vida menos saludable y en casos de enfermedades psiquiátricas severas como la depresión, reduciendo los niveles de testosterona y alterando la producción espermática en el hombre.
7. El contacto con sustancias tóxicas afecta, y mucho. Algunos factores ambientales como tóxicos y productos contaminantes presentes en nuestro día a día disminuyen la fertilidad. Entre los tóxicos conocidos se encuentran algunos componentes de productos de limpieza, metales pesados, pesticidas y, compuestos químico que se puede encontrar en plásticos y envases, entre otros productos de uso habitual entre nosotros.