Las personas que tienen intolerancia a la lactosa no pueden digerir el azúcar (lactosa) que se encuentra en la leche. Como resultado, si la consumen presentan diarrea, gases e hinchazón. Este trastorno, que también se llama absorción insuficiente de la lactosa, suele ser inofensivo, aunque sus síntomas pueden ser desagradables. Por lo general, se debe a la deficiencia de lactasa, una enzima que se produce en el intestino delgado. Muchas personas tienen niveles bajos de lactasa, pero pueden digerir los productos lácteos sin problemas.
Existen diferentes grados de intolerancia, ya que hay personas que pueden digerir determinadas cantidades de lactosa sin tener síntomas (hasta 12 gramos en una única toma acompañada de otra comida), y otras que con menos de la mitad ya presentan signos.
Entre los síntomas principales se encuentran hinchazón, dolor y distensión abdominal, gases, diarrea o estreñimiento y náuseas o vómitos. En algunas personas pueden producirse una serie de síntomas llamados sistémicos (van más allá del área intestinal), que engloban los siguientes: cefalea, fatiga, dolor muscular y articular, falta de concentración, problemas cutáneos, sequedad de las mucosas, úlceras en la boca, nerviosismo, decaimiento y depresión, y posible reacciones alérgicas.
Si padeces de estos síntomas cada vez que tomas lácteos, acude a tu médico para que te realice algunas de las pruebas diagnósticas que existen. La más habitual es el test de hidrógeno en el aliento, que consiste en analizar el aliento tras ingerir una gran cantidad de lactosa y evaluar la cantidad de hidrógeno presente. Si éste es alto indica un resultado positivo, ya que este gas se produce en grandes cantidades cuando la lactosa no se digiere correctamente.
¿Y si no quiero renunciar a los lácteos? Pues en ese caso existen en el mercado muchos productos sin lactosa. En estas presentaciones de leches y derivados de lácteos como quesos, yogures, etc, la lactosa se ha eliminado o hidrolizado parcial o totalmente.
También es posible encontrar en la farmacia suplementos de lactasa en gotas, pastillas o cápsulas que ayudan a digerir la lactosa. El uso de este suplemento se recomienda de forma esporádica; por ejemplo, si comes fuera de casa y no sabes si los alimentos que vas a consumir tienen lactosa. Para encontrar la dosis adecuada lo mejor es acudir al médico.
Factores de riesgo
Los siguientes son factores que pueden hacer a una persona más propensa a padecer intolerancia a la lactosa:
— Edad avanzada. La intolerancia a la lactosa suele aparecer en la edad adulta. Esta afección es poco frecuente en bebés y en niños pequeños.
— Origen étnico. La intolerancia a la lactosa es más frecuente en personas de origen africano, asiático, hispano o nativo americano.
— Nacimiento prematuro. Los bebés prematuros pueden tener niveles reducidos de lactasa debido a que el intestino delgado no genera células productoras de lactasa hasta fines del tercer trimestre.
— Enfermedades que afectan al intestino delgado. Algunos de los problemas del intestino delgado que pueden provocar intolerancia a la lactosa son el crecimiento bacteriano excesivo, la celiaquía y la enfermedad de Crohn.
— Ciertos tratamientos oncológicos. Si has recibido radioterapia contra el cáncer de abdomen o presentas complicaciones intestinales a partir de la quimioterapia, tienes mayor riesgo de padecer intolerancia a la lactosa.
Intolerancia y alergia
Una cosa es la intolerancia y otra la alergia. ¿Cómo diferenciarlas?
A pesar de que ambos trastornos tienen un mismo origen, son muy diferentes. Mientras que la intolerancia es un problema de la digestión, la alergia es una respuesta del sistema inmunitario a una o más proteínas que contienen la leche y los productos lácteos, y que puede llegar a ser peligrosa si no se controla debidamente. En este caso, no solo no se puede tomar ningún alimento que contenga lactosa, sino que muchos de los productos aptos para las personas con esta intolerancia no lo son para los alérgicos a la proteína de la leche de vaca, por lo que deben estar siempre atentas.
Alimentos con problemas
Pan de molde. Se les suele añadir lactosa para mantener la humedad y su ternura.
Productos cárnicos. Es un conservante en embutidos como el salami, el chorizo y el salchichón.
Bollería. Son preparados a base de huevo y espesantes, como helados cremosos, batidos, chocolates y derivados.
Precocinados. Pueden contenerla los platos de pasta o gratinados, los rebozados y algunos snacks, como las patatas fritas.
Salsas y condimentos. Hay lactosa en la mayonesas y otras salsas.
Productos instantáneos. Al proporcionar cremosidad y ayudar a que un producto se disuelva bien, se usa en preparados en sobre para tomar al momento: cafés, cacao en polvo, sopas, cremas, purés€
Bebidas alcohólicas. La caseína y la albúmina (proteínas de la leche) suelen usarse para elaborar algunos vinos, cervezas y otras bebidas alcohólicas, sobre todo las más dulces.
Controla las etiquetas
Controla las etiquetas
Hay que mirar con mucha atención el etiquetado de los productos y la lista de ingredientes para asegurarte de que no aparezca mencionada la lactosa en ninguna de sus formas. En ocasiones, el azúcar de la leche se puede encontrar bajo diferentes nomenclaturas. A saber.
1- Cuajo, cuajada, suero, lactosuero o suero lácteo, suero en polvo, sólidos de la leche, sólidos lácteos, crema, azúcar de la leche, monohidrato de lactosa, grasa de leche, ingredientes modificados de la leche, etc.
2- El lactilol (Eg66) es un derivado de la lactosa. Evita alimentos que la tengan.
3- Vigila las advertencias tipo "puede contener trazas de leche o similares.