Seguimos el trazado de una antigua calzada por el espectacular pasaje que el río Purón ha tallado bajo la sierra de Árcena, entre Araba y Burgos. Los cantiles rocosos de caliza y marga, que caracterizan el paisaje del parque natural de Valderejo, son la referencia inconfundible para aproximarnos al principal protagonista de su geografía: el río Purón y su caprichoso recorrido, horadando los roquedos para abandonar la orilla cantábrica y así convertirse en tributario del río Ebro.
Estamos ante la mayor colonia de buitre leonado de nuestro territorio. No conviene quitarles ojo a los cantiles y al cielo durante el recorrido que se adentra en el noreste burgalés a través del área protegida del parque natural Montes Obarenes-San Zadornil. La recóndita ubicación de estos territorios ha favorecido el aislamiento de la zona alavesa, concretamente de la cuenca del Purón, el territorio más septentrional de Valderejo, lo que ha conservado excepcionalmente su naturaleza.
Iniciamos el itinerario en Lalastra, pues además del centro de interpretación del parque natural de Valderejo, con información del parque, podemos disfrutar de las tradiciones rurales en su museo etnográfico. Conoceremos elementos rurales tradicionales como el lavadero, horno, bolera o potro de herrar restaurados y situados en las inmediaciones de la iglesia en un paseo por su pequeño núcleo urbano.
La senda que desciende hacia el fondo de valle se solapa inicialmente con una para personas con discapacidad visual, por lo que goza de paneles con sistema Braille. Nos muestra algunas de las especies arbóreas como las encinas y quejigos, que junto con el boj son testigos de un ambiente más mediterráneo, mientras que haya, enebro y pino silvestre demuestran aficiones más atlánticas o ligadas a la altitud.
Entre pasajes rocosos los sauces y fresnos, junto a prados y chopos,acompañan el paso en este primer tramo de poco menos de cuatro kilómetros. Divisamos Ribera, pueblo abandonado cuya iglesia de San Esteban, en un altozano, provoca una bella sensación asomada, en medio del paisaje solitario, a un tramo de los más abruptos del desfiladero del Purón.
El resto del pueblo son ruinas cubiertas por la vegetación, excepto la iglesia, rehabilitada en 2019. Es del final del románico e inicio del protogótico, con bonita espadaña románica, y en su interior cuenta con pinturas del gótico lineal. Su retablo del siglo XVI puede ser admirado en el museo de Bellas Artes de Vitoria-Gasteiz.
A nuestros pies, desde el pueblo que llegó a ser el núcleo principal a principios del siglo XX, con 31 viviendas y alrededor de un centenar de habitantes, se despliega toda la belleza del río Purón atravesando un hermoso valle abierto, como el que debieron frecuentar los primeros pastores neolíticos que recorrieron el territorio. Al fondo el río parece enfrentarse al roquedo de los paredones calizos hacia el que continuamos caminando flanqueados por los montes de Santa Ana (1.042 m) y Vallegrull (1.226 m).
Dejamos el primero a la izquierda y el segundo a nuestra espalda, y cuando alcanzamos los farallones, una hendidura en la roca nos enfrenta al pasaje más agreste del desfiladero, con una senda tallada en la misma roca de los paredones calizos. Saltos de agua y tranquilas pozas son el precio que el río ha tenido que pagar por atravesar el pasaje e ir disolviendo sus desniveles calcáreos.
Pisamos una importante calzada romana, la que comunicaba la meseta con el norte encaminándose hacia el puerto de Urduña. Sauces y avellanos orlan la senda y no será difícil ver alguna ardilla o descubrir las huellas del gato montés en el barro húmedo, mientras alimoches y buitres leonados sobrevuelan nuestras cabezas.
El agua fría y cristalina sigue corriendo en lo profundo del tajo y en las zonas más húmedas de la roca observamos bonitos mosaicos de helechos como el culantrillo. El pecho rojo del camachuelo, rematado por una boina negra identificará a esta ave que se desenvuelve entre los arbustos mientras pasa el arrendajo con sus alas ralladas de azul y negro. A medida que la tarde avance no será difícil escuchar al autillo, rapaz que se activa con el crepúsculo, aunque resulte algo más complicado atisbarlo.
Cuando alcanzamos una zona de cascadas, divisamos en la otra orilla de la senda varios cenobios utilizados durante el medievo. Estamos próximos a descender a la zona más abierta de prados encharcados y chopos antes de alcanzar un puente. Así abandonamos el parque natural de Valderejo para discurrir por tierras burgalesas.
Un pequeño desvío por una estrecha y empinada senda nos situará en la ermita de San Felices y San Roque, ruinas de uno de los cenobios más antiguos de la provincia de Burgos, ya que data de la repoblación medieval, que hoy ladera arriba es un atractivo paraje con sus restos empotrados en la roca.
De regreso junto al río dejamos atrás el área recreativa para seguir entre las peñas y el río, como guía inseparable. Un nuevo descenso lleva hasta otra zona recreativa en las inmediaciones del pueblo de Herrán, apiñado bajo su iglesia de Santa Águeda. Es imposible no deambular entre sus casas solariegas de madera y mampostería, entre las que se encuentran notables ejemplos como la casa-torre de Herrán, hoy alojamiento rural.
Se cree que es la localidad más antigua del valle de Tobalina y su existencia está ligada a la fundación del monasterio de San Martín en el año 852, aunque se han descubierto restos en la zona que delatan haber sido habitada desde la Edad del Hierro. No obstante, su prosperidad la obtuvo durante el medievo por su ubicación junto al paso de la calzada que atravesaba el desfiladero y hacía posible la comunicación con los puertos de la orilla cantábrica. Una pujanza que perdió con las nuevas vías de comunicación.
El camino de vuelta nos exige superar el desnivel del desfiladero que el río Purón ha tardado milenios entallar.
Ficha práctica
- Tipo de recorrido: Recorrido de ida y vuelta de dificultad media.
- Punto partida: Lalastra, en Araba, y terminamos en Herrán en el valle de Tobalina, en Burgos.
- Distancia: 11,7 km.
- tiempo: 5 h.
No te puedes perder: Es imprescindible la visita al centro de interpretación del parque natural de Valderejo y al museo Etnográfico, ambos en Lalastra. Hemos de explorar el parque natural de los Montes Obarenes-San Zadornil, su arquitectura popular de madera, adobe, toba y piedra, y sus tradicionales solanas como se contempla en el núcleo de Arroyo de San Zadornil. Destaca San Zadornil por su característico trazado medieval de sinuosas calles que ascienden hasta la iglesia.
Para conocer su naturaleza una idea original es recorrer la Metrópoli Verde, propuesta para conocer los árboles más singulares del territorio del parque natural. Para ello se ha hecho un símil con una ciudad y cuenta con un itinerario con enclaves de fácil acceso y bien señalizados. El recorrido incluso se puede hace con una bici eléctrica a disposición de los visitantes en el centro de información de San Zadornil. www.lametropoliverde.com
RUTAS POR EUSKAL HERRIA
ÁLAVA Río Purón
Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez
Editorial: Sua Edizioak