omo símbolos de aquel pasado arcaico quedan sobre estas lomas dos monumentos megalíticos de una belleza abrumadora. El dolmen de Buluntxa, con su enorme cubierta, y el dolmen de Gaxteenia, el más elegante de cuantos podamos encontrar en nuestras montañas. Al contemplar la enigmática atracción que nos generan estos dos monumentos megalíticos, nos viene a la cabeza una triste reflexión: ¿qué?dejaremos como huella de nuestro paso por esta tierra a las generaciones venideras?
Iniciamos nuestra ruta en Mendibe, a cuya salida, en dirección al collado de Burdinkurutxeta, encontramos un estrecho carretil que cruza sobre las aguas del río Lauribar y se eleva en empinadas lazadas hasta coronar el collado de Bilgosa, antes de emprender el descenso hacia el valle de Ezterenzubi. En el collado de Bilgosa nace una pista que recorta la amplia lomada para enlazar con el collado de Beluntza. En un prado al oeste del collado despunta la inconfundible fi gura del dolmen de Buluntza. El túmulo, de aproximadamente quince metros de diámetro, protege en su parte central una cámara funeraria delimitada por tres voluminosas losas de arenisca rosácea, formando una cámara de aspecto trapezoidal. La pesada cubierta, en cambio, es una pudinga, una roca sedimentaria formada por cantos rodados encementados con sílice.
Esta enorme losa es la característica más destacada del monumento y en la actualidad se encuentra fracturada en dos grandes fragmentos.
A unos sesenta metros al noroeste, en el mismo prado, se encuentra un túmulo de aspecto ovalado y unas dimensiones que recuerdan a un fondo de cabaña. Los fondos de cabaña eran pequeños montículos sobre los que se construía un precario abrigo a modo de tienda de campaña, fabricada con postes de madera y pieles. En su interior se protegían los pastores de la prehistoria de las inclemencias del tiempo durante su estancia temporal en las montañas. Serían los antecesores de las actuales bordas de nuestros pastores y no suele ser extraño verlas en las inmediaciones de las actuales majadas pastoriles.
Regresamos hacia el collado de Bilgotza, pero en esta ocasión, lo hacemos enfilando hacia lo alto de Beluntza, atraídos por las curiosas formas que adoptan los monolitos que emergen en su lomada cimera. Se trata de crestas ruiniformes formadas por conglomerados que toman el aspecto de viejos torreones de una pequeña fortaleza. Un corto y empinado sendero nos deja de inmediato junto a los monolitos naturales. Uno de ellos, en particular, llama nuestra atención. Tiene el aspecto de un animal siniestro con la boca abierta en actitud desafiante mirando al valle. Dadas sus características evocadoras y la importancia de las creencias mágicas y las fuerzas de la naturaleza para las gentes que habitaron Euskal Herria en la prehistoria, bien pudo ser este un lugar sagrado. En los prados que nos rodean podemos indagar en busca de dos crómlech constituidos por testigos de dimensiones variables y bastante deteriorados.
La amplia lomada emprende de inmediato el descenso hacia el collado. Una vez en?él, giramos a la derecha y seguimos la pista que da acceso al aislado caser?o Mokorria que se esconde en la vertiente meridional del monte Mokorreta. A la entrada de la granja ganadera, cogemos el camino que discurre entre dos muretes de piedra. Cruzamos una puerta y accedemos a una pista que, por la izquierda, flanquea la vertiente en dirección al cercano collado de Larraki. Tomamos a mano izquierda el estrecho carretil que surca el portillo y comenzamos el descenso hacia el valle de Lauribar. A pocos metros encontramos una langa de madera que da paso a unos prados. Pasamos al lado de una borda y asomamos sobre los pastizales, donde despunta la inconfundible silueta del dolmen de Gaxteenia o Mairietxe.
El monumento megalítico más sugerente y bello de todo Iparralde nos recibe asomado desde lo alto de una pequeña colina sobre el valle de Lauribar y la cumbre de Behorlegi. Es la típica imagen de dolmen que tenemos en la cabeza. Tres losas de arenisca blanca soportan una enorme y bellísima losa de cubierta de arenisca rosácea. Durante muchos años este monumento contuvo en su interior diverso material agrícola y estuvo cubierto con un curioso emparrado. El sol del amanecer despunta sobre las cumbres de Irati y baña el interior de la cámara funeraria.
El dolmen de Mairietxe o Gaxteenia nos deja embelesados con su armónica belleza. Von todo el respeto posible, acariciamos la textura áspera y rugosa de las enormes piedras que lo sustentan y nos introducimos en su interior como si de una minúscula y cálida morada se tratara. Fuera, contemplamos la silueta de Behorlegi apuntando sobre los herbosos cordales de Armiaga y nos sentimos pequeños ante estos gigantes que nos rodean, pequeños bajo estos colosos de piedra construidos con la fuerza de los músculos y de las ideas.
Por debajo del dolmen, enlazamos con una pista que nos devolverá a las inmediaciones de Mendibe.
He aquí ?lo que le contó ?de Mairietxe, en el año 1952, el vecino J. Etxemendi, de la casa Gaxteenia, a Joxemiel de Barandiaran, mientras estaban ambos junto a este dolmen.
“Los lugareños decían que Mairietxe fue la iglesia de las Mairi, personajes mitológicos de sexo femenino, similares a las lamias. Según contaban, la piedra de su cubierta la trajo en su cabeza una Mairi mientras hilaba. Tuvo que traerla del monte Armiaga o del monte Urtxuri, ya que tal clase de piedra no existe en otros lugares de este contorno”. Los temas de esta leyenda se hallan extendidos, en forma de variantes por gran parte de Euskal Herria y nos recuerdan a las historias que hemos escuchado contar acerca de la construcción de los dólmenes en Zugarramurdi o en La Llanada. Las Mairi tienen su paralelo masculino, los Mairu, seres de una fuerza descomunal que habitan en las cuevas y construyen menhires, dólmenes y crómlech.
Desde Donibane Garazi [Saint-Jean-Pied-de-Port] seguimos la carretera D-933 en dirección a Donazaharre [Saint-Jean-le-Vieux]. Allí cogeremos un desvío hacia la selva de Irati por la D-18 que surca el valle de Lauribar y nos deja en la aldea de Mendibe.
3 h.
Baja, Sin dificultad. Es necesario aprovisionarse de agua antes de emprender el recorrido.
Rutas por Euskal herria
​DEL LIBRO: Dólmenes, cromlechs y menhires
TEXTO Y FOTOS: Alberto Muro