"La memoria de Txiki y Otaegi ha sido manipulada por dos extremos"
Bujanda cree que Bildu se apropia ilegítimamente de la memoria de Txiki y Otaegi que no tuvieron la oportunidad de definir su futuro político posfranquista
Tras el fusilamiento de Jon Paredes Manot, Txiki, su amigo personal, José Manuel Bujanda empezó a cuestionar el uso de la violencia como instrumento político. Ambos militaban en ETA político-militar (pm) y tras la Amnistía, Bujanda entró a militar en Euskadiko Ezkerra (EE), partido que abandonó cuando empezó a flirtear con el PSE. Tres años después, se afilió a EAJ-PNV, en 1996. En el 50 aniversario de la muerte de Txiki, con el que convivió varios meses en la clandestinidad, denuncia la manipulación partidista de su figura.
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¿Le ha sorprendido el revuelo de este año en torno al recuerdo de Txiki y Otaegi?
Sí, me ha sorprendido. Soy consciente de que después de 50 años podemos tener dificultades para mirar atrás e interpretar lo ocurrido entonces sin rompernos por dentro y no caer en contradicciones. Aquello que ocurrió no se puede describir con cuatro tópicos.
¿A qué atribuye esta polémica?
Txiki y Otaegi fueron víctimas del franquismo y como tal hay que recordarles. No hay que olvidarles jamás. Las generaciones futuras deberían saber lo que ocurrió, pero recordar no es manipular. Desgraciadamente, 50 años después, hay un sector político –Bildu–, que al recordar a las víctimas del franquismo las utilizan para blanquear la ETA de la democracia, las usa para blanquear lo que hizo ETA militar en la democracia. Ha sido una decisión de la izquierda abertzale para manipular y utilizar de manera partidista a Txiki y Otaegi.
¿Cómo hay que recordar a Txiki y Otaegi: como víctimas, como victimarios, como héroes…?
Es complicado. Era amigo personal de Txiki con el que conviví desde mediados de 1974 hasta febrero de 1975. Nos hicimos muy amigos viviendo en la más absoluta clandestinidad con Franco en vida. Txiki (y Otaegi) fue víctima del franquismo. Fue fusilado. Yo por suerte después de la ley de amnistía y después de l a transición política defidí mi futuro político posfranquista. En primera instancia en EE, que fue la salida natural de los polimilis, y luego cuando EE convergió con el PSE me salí de EE y toque la puerta del PNV, del cual soy miembro en estos 30 años. Yo tuve esa oportunidad, y no solo yo, también Mario Onaindia y otros. Txiki y Otaegi fueron fusilados y Txiki, que es al que mejor conocía, no tuvo la oportunidad de elegir su futuro político posfranquista. Creo que Bildu se apropia de manera ilégitima de la memoria de unas personas que no tuvieron esa oportunidad. Txiki fue de ETApm, una organización que se disolvió en 1982, mientras que ETAm siguió varias décadas sembrando un auténtico drama ético y político. La decisión 50 años más tarde de la izquierda abertzale de apropiarse de la figura de Txiki y Otaegi es vergonzante.
¿Son víctimas del franquismo pero algunos dicen que no son luchadores por la libertad?
Yo he combatido el franquismo junto con Txiki. Se nos puede decir que combatimos el franquismo con las mismas armas del franquismo que era el miedo a la violencia. Pues yo no me siento reflejado en esa reflexión. Peleé contra el franquismo y a favor de la democracia y la libertad y del autogobierno en Euskadi. Txiki y Otaegi han sido manipulados partidistamente por dos extremos que han querido llevar a sus propios conventos esos beneficios.
¿Ha habido una ETA buena, anterior a la muerte de Franco, y una ETA mala, posterior?
No hablaría de ETA buena y mala. En la ETA que yo conocí y en la que milité quien pilotaba la política en España era Franco y Carrero Blanco. Era la ETA del franquismo, de la dictadura, de la represión. No es lo mismo la dictadura, la represión, Franco, que la ETA de una Euskadi con Estatuto de Autonomía, con lehendakari, con un Gobierno vasco, con un Parlamento Vasco, con Osakidetza, con un sistema educativo o con la Ertzaintza. Es decir, los parámetros y las referencias políticas y éticas no son las mismas. No soy capaz de distinguir y pontificar sobre la legitimidad y la ética de la utilización de la violencia en la dictadura o el franquismo, pero sí sé que ETA jamás debía haber sobrevivido a la transición o a la democracia. Quien leyó en la transición que la violencia política tenía un hueco durante la democracia y el Estatuto de Autonomía de Euskadi se equivocó de plano. Fue un error político, estratégico, ideológico y ético inconmensurable.
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