Afable en sus formas y combativo en la defensa de sus ideales, como en aquellas letras que inmortalizó, Lluís Llach (7-V-1948, Girona) se erige ahora en cabeza visible del independentismo civil al frente de la ANC, en puertas de la Diada y tras ver cómo ERC posibilitaba la investidura del socialista Salvador Illa. Tiempos de diván y “de no bajar los brazos”.
El acuerdo para una soberanía fiscal arranca con fricción entre Moncloa y ERC por los términos de su contenido. ¿Viene a darles la razón?
Este papel firmado ha tenido como consecuencia nombrar como president de la Generalitat a un unionista confeso, alguien que tenía la osadía de ir a manifestaciones de sociedades parafascistas o de parlamentarios cercanos a actitudes reaccionarias. Este es el primer problema y no un sistema de financiación que genera desconfianza porque, siempre que se ha planteado, el Estado nos ha engañado. Esta investidura se ha hecho en nombre de un pacto espúreo, que aquí casi nadie se lo cree. ¿O acaso Page va a renunciar a sus privilegios con la expoliación de 22.000 millones que se ejerce sobre Catalunya y los Països Catalans? La ANC es beligerante con el hecho de que se haya propiciado la presidencia de Illa y con un acuerdo que ya veremos su letra pequeña...
Asegura que se ha llevado una sorpresa desagradable con la posición de la secretaria general, Marta Rovira. ¿Acaso no esperaban que Esquerra acabaría cediendo?
En la mentalidad de muchos independentistas estaba la confianza en que Marta Rovira defendería posiciones más radicales que las de Oriol Junqueras, incluso por sus actitudes personales. Pensábamos también que las estrategias fracasadas de Junqueras en las últimas elecciones -no la última, porque han sido varias- provocaría una corrección y una reacción de los elementos más independentistas de ERC. La propia Rovira, cuando llegó del exilio -yo y mucha gente fuimos a recibirla a la frontera-, hizo un discurso muy radical de que venía a “acabar el trabajo”. Cuando en Catalunya dices que vienes a acabar la feina y, sin embargo, das el poder a Illa, que es un recalcitrante antiindependentista, muchos nos sentimos muy defraudados porque el engaño que sufríamos ya con Oriol Junqueras no solo se confirmó sino que aumentó. Supongo que es por una visión partidista y por defender a gente que vive, algunos honestamente, de practicar la política. Si los partidos no son utensilios de transformación y priman los objetivos de partido por encima de la nación, la decepción es total. Esto es lo que ha pasado con Rovira, por la que siempre he tenido consideración, trabajé con ella en 2017 para conseguir el 1-O... ERC tiene un problema.
“El ‘procés’ sigue en marcha. El independentismo se halla desarbolado en el ámbito institucional pero está igual de fuerte socialmente”
¿Contabiliza a Esquerra dentro del bloque independentista?
Independentista es aquél que ejerce de independentista y no quien se define como tal pero actúa como si no lo fuera. ERC tendrá que redefinirse y saber qué implica ese 44,8% de la militancia que votó en contra de investir a Illa. Veremos si se convierte en un partido federalista para intentar a largo plazo un Estado español federal, y quizás en eso coincida con algunos partidos euskaldunes. Nosotros no tenemos ninguna fe. El desastre electoral de ERC, que podía haber llegado a ser una fuerza hegemónica, ha sido espantoso. No entiendo cómo los dirigentes pueden plantearse seguir con una estrategia que ya desde el principio les llevó a rebajar su bolsa electoral. O se reforman, o se creará una alternativa porque ahora hay un vacío en esa socialdemocracia que no se ve representada. Más allá de posibilismos, la ANC pretende que el trayecto hacia la independencia sea el más corto posible. De ahí el lema del próximo 11 de septiembre: Fem més curt el camí (Hagamos el camino más corto). Nosotros no nos movemos de estos parámetros y es la realidad política la que nos confirma que no debemos hacerlo. Quienes se alejan de ello, en Catalunya sufren reveses.
¿Teme que en esta Diada el foco se coloque en el grado de reproche hacia la dirección de Esquerra?
En las manifestaciones del 11-S se convoca a los ciudadanos, no a los partidos. Si quieren, vienen y si no, allá ellos. Es muy difícil obviar el fiasco en el mundo independentista. Tenemos en el exilio un president (Puigdemont) con unos resortes colectivos psicológicos muy difíciles de medir. Un centro derecha que se está reafirmando pero que depende mucho de esta personalidad, quizá demasiado siendo realistas; un centroizquierda que es Esquerra; y una CUP que está también repensándose. Quedan pues cuatro entidades sociales (ANC, Òmnium, la municipalista AMI y el Consell), de las que tres, por sí solas, tienen más militancia que todos los partidos independentistas. Nuestro poder puede condicionar a los partidos, algo que ya hicimos en 2013, 2014... y se dan las condiciones para hacerlo otra vez. El caos de los partidos hace creer a los españolistas que el procés y el independentismo están desaparecidos. Pues no, el independentismo está desarbolado institucionalmente pero sigue igual de fuerte socialmente. No he conocido a ningún independentista que me haya dicho: Lluís, he dejado de serlo. Hay más de dos millones esperando a ver qué pasa. Hay más de un millón de abstencionistas racionales a los que sí les importa lo que pasa. Son de los que no votan mientras no les ofrezcamos un camino y posibilidades para la independencia, y que desde 2019 se fueron decepcionando. Convencidos los hay poquísimos y solo hay que ver la militancia en los partidos. Pero el españolismo debería mesurar ese triunfalismo que ejerce. Somos minoritarios en todas las instituciones, todo un akelarre para ellos, pero cuidado...
“Independentista es quien ejerce y no el que se define como tal pero actúa como si no lo fuera. O ERC se reforma o se creará una alternativa”
¿Abogaban por la repetición electoral como palanca?
Con la vuelta de Rovira y una redefinición de los parámetros, existía esa opción de ir a segundas elecciones, no con un plancha única pero sí con unos mínimos de consenso en toda la cuestión nacional. Se proponía que el president en el exilio pudiera ser un punto de unión. No ha sido así y habrá que encontrar otros caminos.
¿En qué beneficia al independentismo el episodio del regreso de Puigdemont al exilio tras su efímera presencia en Barcelona?
Mi interpretación, y él siempre lo dijo, es que volvería al Parlament y, una vez reconocido como diputado electo, a partir de ahí... Mire, yo estoy muy contento de que esté en el exilio porque podrá trabajar mucho mejor. Me pareció positivo su reflejo de a mí no me cogen preso para la foto sin antes haber entrado en el Parlament siendo reconocidos mis derechos. Cuando vio que todo el aparato policial era para arrestarlo antes de presentarse en la Cámara, decide volver a Waterloo, cosa que estaba prevista. Seguro que no confiaba en que fuese tan fácil. Pero él no iba a entregarse sin antes haber entrado en el Parlament como diputado. Desde el punto de vista de militancia independentista, Puigdemont en prisión nos hubiese aglutinado un tiempo y favorecido la causa; pero, para una lucha sostenida hacia la independencia, su utilidad es mayor estando en el extranjero. Al Estado le será difícil mantener el golpe de Estado jurídico. Europa lo está viendo con sorpresa. Puigdemont es una de las 25 personalidades más reconocidas en el continente y dentro de meses, un año, cuando sea, el Estado deberá resolver ese golpe de Estado. Volverá como diputado y como president en el exilio, recibiéndole como es debido y dándole las gracias por su lucha. Se lo dice una persona que nunca le ha votado, que no ha votado jamás ideológicamente a Junts excepto en las europeas. Yo lucharé tanto como pueda para que vuelva y se le rinda homenaje como president en el exilio que ha mantenido la dignidad de la institución estos siete años.
“Puigdemont no iba a entregarse sin antes haber entrado como diputado en el Parlament. Su figura es más útil en el exilio que en prisión”
Llama mucho la atención el relato de los Mossos de esa detención frustrada por la “maniobra de distracción” del entorno de Puigdemont.
Y donde se presenta a esta viejecita que soy yo como un dirigente beligerante de una asociación altamente peligrosa. Ese es el efecto del artículo 155, destruir las pocas estructuras que podían parecer serias en el país, entre ellas los Mossos d’Esquadra.
¿Es partidario de que la ANC sea una baza electoral en las urnas?
Cuando esto se debatió y salió que no, se planteó si valía la pena. Yo soy partidario de una lista electoral social, de país, para cobijar a ese millón de votantes. Es un deber democrático que tengan su sitio. Pero no soy partidario de que esa plancha la proponga la ANC porque es probable que fuera la última cosa que haga. Y como este proceso es largo, arriesgar la existencia de la ANC por someterse a una lucha electoral, acabaríamos inutilizados como punto de referencia de una militancia a la que nunca le hemos preguntado qué vota. Otra cosa es que cualquier plataforma cívica quiere montar una lista, pero sin poner en riesgo a una de las dos entidades más potentes del país.