El espejismo que había construido el PP se ha desvanecido del todo, y Alberto Núñez Feijóo se presentará la semana que viene a una investidura fallida por falta de apoyos. Los populares han terminado este lunes su ronda de contactos con los partidos políticos sin conseguir los cuatro votos que le faltaban a su líder para alcanzar la mayoría absoluta y convertirse en el próximo presidente español, y han vuelto a recibir un no categórico del PNV. Este rechazo ya se conocía, pero ha adquirido un cariz más oficial si cabe tras la reunión que han mantenido este lunes el portavoz jeltzale en el Congreso, Aitor Esteban, y su homóloga en el PP, Cuca Gamarra. Esteban ha comparecido en rueda de prensa en la Cámara, donde se ha producido el encuentro, para repetir que "no hay margen para una investidura".

Esteban ha vuelto a explicar que el PNV rechaza esta investidura por la forma en que la ultraderecha de Vox condicionaría toda la legislatura, no solo la proclamación de Feijóo. "El concurso de Vox sería necesario para llevar adelante el programa", ha alertado. Pero, incluso dejando al margen a Vox, Esteban ha afeado a Feijóo sus últimos movimientos, que no han gustado al PNV y que tampoco ayudan: la convocatoria de una protesta para oponerse a una Ley de Amnistía para Catalunya, o la "oposición al uso de las lenguas oficiales" en el Congreso. De esa forma el PP ha saboteado su propia investidura, como ya hizo con un programa electoral que, como ha recordado Esteban, contenía propuestas que iban a provocar "dificultades evidentes" con los jeltzales como una reforma educativa. A partir de ahí, ha añadido que la reunión se ha producido por pura cortesía parlamentaria, y que han hablado de "muchas cosas", no solo de la investidura, porque la conversación ya se quedaba sin recorrido en ese ámbito. "No hemos entrado a discutir contenidos programáticos. Hemos trasladado nuestra negativa", ha recalcado.

Esteban ha confirmado que el presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar, se reunió con Feijóo el pasado día 7 para reiterarle su rechazo y los argumentos de los jeltzales, que no le han dejado ningún margen. Por ello, no ha llegado a haber siquiera un ofrecimiento de contrapartidas del PP al PNV. No le han dejado opción. A Esteban le han preguntado también si ha mantenido contactos con el PSOE sobre la investidura de Pedro Sánchez, pero por ahora han sido solo un par de reuniones exploratorias que no irán a más hasta que el presidente en funciones reciba formalmente el encargo de Felipe VI.

Gamarra, por su parte, ha confirmado que el PP ha planteado al PNV exactamente lo mismo que al PSOE, un acuerdo "por la igualdad y el bienestar de todos los españoles porque el marco es el mismo para todos". El mantra de la igualdad se perfila como un argumento de desgaste para diferenciarse de Sánchez y presentar al PP como el único que no ha llegado a plantear concesiones a los nacionalistas vascos y catalanes. Además, ha insistido en que Feijóo gobernaría "en solitario con un Ejecutivo de 15 ministerios".

Los argumentos del PP

El PP ya llevaba días asumiendo que no tenía nada que hacer con el PNV, aunque el mes largo que ha tenido por delante Feijóo para intentar amarrar los apoyos lo ha obligado a insistir y articular un relato para tratar de mantener viva la tensión informativa. En todo este tiempo, los populares han buscado por dos vías el respaldo de los jeltzales, sin éxito. Por un lado, han tratado de seducir al PNV con el argumento de que Feijóo gobernaría en minoría, sin ministros de Vox, pero esa promesa no elimina de la ecuación la influencia que tendría la ultraderecha en la aprobación de las leyes e iniciativas en el transcurso de la legislatura. Por otro lado, han tentado al PNV con la posibilidad de conseguir el monopolio de la voz vasca en el Congreso, porque el PP no alcanzaría ningún acuerdo con la izquierda abertzale, mientras que Sánchez, a su juicio, va a premiar a EH Bildu como en la anterior legislatura. Pero ese es un análisis que pasa por alto que el juego de mayorías es diferente ahora y que en esta ocasión PNV y Junts son indispensables para el PSOE, lo que impediría que se repitan episodios como la aprobación de la Ley de Vivienda esquivando a estos dos grupos.

Esta nueva fotografía en el Congreso y el desplazamiento del eje hacia el centro político resta presión al PNV frente a las voces que auguran que los jeltzales se van a diluir o que existe un debate interno por esta razón. Además, en Sabin Etxea nunca se ha contemplado participar en la operación con Vox, y menos aún en vista de los contundentes resultados de las generales en Euskadi, donde el espectacular trasvase de votos del PNV al PSOE dejó claro el rechazo a un gobierno de la derecha por parte de la ciudadanía vasca. A todo ello se le ha sumado el rumbo del propio PP, con un discurso duro en materia social (leyes Trans o de eutanasia y memoria histórica), y que ahora agita incluso las calles para oponerse a desjudicializar el conflicto en Catalunya con una Ley de Amnistía. Tampoco ha ayudado que Feijóo, tras una primera valoración más comedida, terminara desechando la propuesta de Urkullu de celebrar una convención constitucional con el argumento de que el único intérprete de esa ley es el Tribunal Constitucional, y no un “observatorio de políticos”.

La expectativa de que Sánchez sí se vea obligado a abrir el melón territorial es otro factor que invita al PNV a cerrar la puerta a Feijóo. El PNV está en otra fase y ha redoblado también sus contactos con Junts para explorar un eje que dé estabilidad al Estado y, al mismo tiempo, permita a Euskadi y Catalunya avanzar en sus reivindicaciones nacionales.

El PP y el miedo

Ortuzar ya trasladó a Feijóo justo después de las elecciones que el PNV jamás entraría en una operación en la que Vox participara por activa o por pasiva y, aunque Feijóo intentó dar algún rodeo para ganarse su apoyo tocando a la puerta del lehendakari Urkullu, el globo de su investidura ha pinchado claramente. Solo le han dado su respaldo Vox, Coalición Canaria y UPN.

El PP pretende reducir esta negativa del PNV no a una cuestión de principios, sino a una cuestión primaria de puro miedo a perder el Gobierno en Euskadi por parte de los jeltzales, con el argumento de que el PSE podría tomarse la revancha en las próximas autonómicas y desalojarlo si respalda a Feijóo. El presidente del PP seguía insistiendo hasta la semana pasada a los jeltzales y habló con Andoni Ortuzar, pero era una opción sin recorrido.

La última esperanza que le queda al PP es que la presión al PSOE haga saltar las costuras con algún voto díscolo que, no obstante, han descartado incluso las voces que en su momento sí le dieron la abstención a Rajoy, como el extremeño Fernández Vara. En cuanto al PNV, parece que la intención del PP es mantener la relación a pesar de este portazo. En cualquier caso, la colaboración se antoja complicada, y ni siquiera al PNV le ha tentado la posibilidad de intercambiarse apoyos, respaldar a Feijóo a cambio de que el PP le facilite la gobernabilidad en instituciones vascas como la Diputación de Gipuzkoa.