Como si fueran las dos caras de una misma moneda, el lehendakari ha iniciado el curso político haciendo autocrítica y apostando por la mejora de los servicios públicos a través de la inversión, con promesas concretas como bajar de las 48 horas la espera para ser atendido en los ambulatorios, pero también ha apretado para que se abra de nuevo el debate sobre la ampliación del autogobierno, con el objetivo de volver a ponerlo en la pista de despegue y contar así con las herramientas necesarias para que Euskadi dé respuesta a los problemas.

En el pleno de política general que ha abierto este jueves el curso político en el Parlamento Vasco, el último curso antes de las elecciones autonómicas de junio, Iñigo Urkullu ha planteado una “hoja de ruta de país” sobre el autogobierno. En primer lugar, ha anunciado que, en cuanto se conforme el nuevo Gobierno español (previsiblemente, liderado por Pedro Sánchez), exigirá la convocatoria de la Comisión Bilateral de Cooperación para abordar el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika, una comisión que ya antes de las elecciones generales estuvo a punto de convocarse y cuyo reglamento acordaron los gobiernos de Urkullu y Sánchez en mayo. En esa cita, el Ejecutivo vasco planteará “todas” las transferencias del calendario prometido por La Moncloa en 2020 y, de hecho, la consejería de Olatz Garamendi sigue adelantando el trabajo y, a las seis ofertas que ya ha enviado en los últimos años, les va a sumar otras cuatro: puerto de Pasaia, el fondo Fogasa que paga los salarios en las empresas en quiebra, paradores de turismo, y titularidad de los edificios de salud. Esta demanda supone cumplir la ley, el Estatuto actual.

Al cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika le añade “el desarrollo del proyecto de nuevo estatus de autogobierno”, y la convocatoria en el Estado de una convención constitucional para abordar el alcance de su carácter plurinacional y las formas de aplicar la disposición adicional primera, sobre los derechos históricos, que permite a Euskadi actualizar su autogobierno.

Aquí hay un matiz importante, porque el lehendakari plantea la necesidad de realizar aportaciones vascas y propone recuperar el debate del nuevo estatus en el Parlamento Vasco, frente a las voces que lo acusaban de puentear a los partidos de Euskadi con la convención constitucional. Eso sí, sin perder de vista que este debate lleva años bloqueado, que ni siquiera se ha vuelto a activar la Ponencia de Autogobierno en el Parlamento y que parece imposible hacer en pocos meses lo que no se ha hecho en el resto de la legislatura, el lehendakari modula la propuesta y solo plantea “preparar” un acuerdo vasco, gestarlo entre los partidos, para que pueda materializarse tras las elecciones autonómicas del año que viene. “Los meses hasta el final de la legislatura no son tiempo propicio para lograr un acuerdo, pero sí son un tiempo para prepararlo, con el objetivo y horizonte compartido de lograr su aportación en esta Cámara”, defiende.

Nueva etapa en el Estado

Urkullu admite que será complicado recuperar este debate, pero cree que hay que intentarlo. El melón está a punto de abrirse de par en par en el Congreso de los Diputados y eso concede una oportunidad histórica para ampliar el autogobierno vasco. Lo que plantea es estar preparados, hacer los deberes. Pide “realizar desde Euskadi una aportación sustantiva al debate sobre el modelo territorial del Estado” porque tras las elecciones generales se abre una nueva etapa.

El PNV ya intentó reflotar la ponencia, pero llegó a la conclusión de que no se dan las condiciones por las posiciones del PSE y EH Bildu. En el pleno de este jueves, el PSE ha vuelto a rechazar este debate. Bildu sí ha tendido la mano, pero no se le ha dado credibilidad desde Lehendakaritza o el PNV porque se contradice con su práctica política, y con la forma en que intenta erosionar la gestión y a Urkullu.

Mirando a Europa, Urkullu plantea el reconocimiento del estatus oficial del euskera, el catalán y el gallego porque “garantizará y apoyará” a sus territorios en la defensa de los derechos lingüísticos que cuestionan los tribunales. En paralelo, el Gobierno vasco desarrolla un nuevo Plan de Acción para la Promoción del Euskera en el Consejo Asesor, con el objetivo de marcar el rumbo para los próximos diez años. La aprobación de la Ley de Educación se le antoja clave al lehendakari en ese mismo sentido.

Romper las reglas de juego

Urkullu ha defendido de manera categórica la necesidad de que se respete el autogobierno vasco, que está siendo erosionado por las leyes y tribunales estatales. “Sí. Saber de quién es la competencia es muy importante. Respetar la competencia es también respetar los principios y procedimientos democráticos. Invadir nuestras competencias es romper las reglas de juego”, ha avisado, tras alertar de la “seria invasión competencial”. Ha reclamado también al Gobierno español que “favorezca y no obstaculice una participación institucionalizada de Euskadi en Europa”. El Gobierno español tiene sobre la mesa peticiones formales para participar en el Ecofin con los ministros de Finanzas, y en los consejos de Competitividad y Justicia e Interior. Sánchez es el presidente de turno del Consejo de la Unión Europea hasta diciembre.

¿Por qué no se reconoce la nación vasca?

Urkullu se ha preguntado por qué en un Estado solo puede haber una nación. “Esta es una visión excluyente. Sería suficiente aceptar que existe una nación allá donde, además de lengua, cultura o historia, existan mayorías que así se autoperciban, en virtud también de sistemas de autogobierno singulares y reconocidos. La Constitución del 78 diferenció entre nacionalidades y regiones, estableció distintos niveles competenciales; aceptó la bilateralidad en las relaciones financieras y tributarias de Euskadi y Navarra; o introdujo el reconocimiento de los Derechos Históricos de los Territorios Forales”, ha argumentado. Y ha recordado que la Convención Constitucional es una metodología de trabajo, que “no preestablece un resultado final”.