¿Hay o no hay un pacto de no agresión entre el PNV y el PP para la votación de las alcaldías de este sábado? La respuesta en los cuarteles de Sabin Etxea sigue siendo un rotundo no, y no titubean tras la sorpresiva dimisión de su candidato en Labastida. Eduardo Barinaga se ha marchado porque la Ejecutiva del PNV en Araba ha frenado su intento de optar a la alcaldía y arrebatársela al PP. Pero la decisión de no optar a la alcaldía se ha tomado poniendo la lupa en la preocupante pérdida de apoyos del PNV en este municipio, donde no ha rentabilizado en absoluto la operación de desalojo del PP que ya lideró hace cuatro años de la mano de EH Bildu. Todos suben, menos el PNV. Con ese escenario, pocas ganas de repetir le han quedado a la Ejecutiva alavesa.
La bomba ha estallado a tan solo unas horas de la votación de las alcaldías que tendrá lugar este sábado en todo el Estado. La Ejecutiva alavesa ha dejado que sea el propio Barinaga quien ofrezca las explicaciones. Lo ha hecho en ETB, donde ha atribuido su dimisión a que la Ejecutiva ha frenado su candidatura.
Las elecciones en Labastida las ganó el PP, pero existía la posibilidad de disputarle la makila porque EH Bildu había ofrecido sus votos a los jeltzales, y en 2019 ya se produjo una operación similar. Los populares, por su parte, habían pedido al PNV que no presentara batalla en este municipio ni en Guardia, y que actuara con cierta reciprocidad y cortesía tras la decisión del PP de facilitar las investiduras de cargos del PNV y del PSE en otras instituciones, con tal de que Bildu no gobernara allí donde fue la lista más votada. El PP, por ejemplo, va a dar sus votos al PNV para que desbanque a EH Bildu de Durango y de la Diputación de Gipuzkoa, y al PSE para que desplace a la izquierda abertzale de Gasteiz. Pero la Ejecutiva nacional del PNV ya había descartado un cambio de cromos y cualquier acuerdo con el PP porque su única alianza la tiene con el PSE.
Según los ámbitos jeltzales consultados, para tomar esta decisión han pesado mucho los malos resultados en los comicios del 28 de mayo, donde el PNV perdió cinco puntos, mientras que el PP ganó diez y EH Bildu subió uno. Es decir, el único que no rentabilizó la operación de 2019 fue el propio PNV.
Los porcentajes
El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, anticipaba hace unos días que las situaciones en Laguardia y Labastida son diferentes. En Bastida, el PP se disparó hasta el 46,86% del voto, frente al 37,26% que había logrado hace cuatro años. El PNV, por el contrario, se hundió desde el 34,97% al 29,48%. EH Bildu subió ligeramente, desde el 18,29% al 19,25%. El PP obtuvo 4 escaños, pero podría haber sido desalojado con la mayoría absoluta que sumaban los 3 del PNV y los 2 de EH Bildu. Era una operación aritméticamente viable, pero políticamente presentaba el inconveniente de la pérdida paulatina de respaldo de los jeltzales. A Barinaga lo va a sustituir José Manuel Caño, y la alcaldía se la llevará el PP, con su candidato Daniel García.
A nadie se le escapa que el PNV lo tiene todo en contra para hacer calar esta versión, porque para Bildu es un caramelo político poder agitar supuestos pactos ocultos con el PP en puertas de las elecciones generales del 23 de julio. Los populares vascos también han insinuado que hay contactos, aunque con un discurso plagado de contradicciones, porque han defendido que hay negociaciones mientras denuncian al mismo tiempo que no se les tiene en cuenta. Este discurso se atribuye en algunos ámbitos a la ansiedad por salir del ostracismo político de los últimos años en Euskadi.
El otro municipio en liza, Laguardia, presenta una situación diferente. El jeltzale Raúl García Ezquerro confirmó hace unos días su intención de optar a la alcaldía. En esa plaza, el PP también ganó las elecciones, pero por la mínima, por tan solo 13 papeletas de distancia con el PNV.