El exvicepresidente del Gobierno Pedro Solbes, fallecido este sábado en Madrid a los 80 años, era, aunque parezca contradictorio, un socialdemócrata liberal, defensor de los equilibrios entre la acción del mercado y el papel del Estado como corrector.

Nacido en Pinoso (Alicante) en 1942, casado y con tres hijos, Solbes era doctor en Ciencias Políticas y Licenciado en Derecho, además de licenciado en Economía Europea por el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Libre de Bruselas y técnico comercial del Estado desde 1968.

A Solbes, respetado y reconocido en todo el espectro político, se le aplica la frase de otro socialdemócrata pragmático como el canciller alemán Willy Brandt, defensor de "tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario".

Hombre de consenso

Incluso sus oponentes políticos reconocieron su capacidad para construir consensos, quizá forjado en las largas y duras negociaciones tras el ingreso de España en la Unión Europea, en las que participó de forma activa en su etapa al frente de la secretaría de Estado para las Comunidades Europeas, entre 1985 y 1991.

Le tocó después lidiar con los problemas del campo, con movilizaciones de agricultores y con la reforma de la Política Agraria Común (PAC) como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación entre los años 1991 y 1993, en el último gobierno en mayoría de Felipe González.

Ya en el siguiente ejecutivo, tras la elecciones generales de 1993, Felipe González le nombró ministro de Economía, y desde ahí debió acostumbrarse a negociar los presupuestos generales de Estado con los nacionalistas catalanes y vascos, porque la aritmética parlamentaria obligaba a ello.

Así fue sacando adelante las cuentas, hasta que los grupos que le apoyaban, sobre todo los catalanes de Convergencia i Unió (CiU), se plantaron y González tuvo que convocar elecciones anticipadas en 1996, que ganó el Partido Popular de José María Aznar.

Gran conocedor de los temas europeos, tres años después el Gobierno español lo designó, junto a Loyola de Palacio, para ocupar uno de los dos puestos asignados a España en la Comisión Europea, donde ejerció como Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios.

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La vida política de Pedro Solbes, en imágenes Archivo

Los choques de la vuelta

Tras cinco años en Bruselas, se integró en el Gobierno dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, como ministro de Economía y Hacienda y vicepresidente del Gobierno, entre los años 2004 y 2009, después de que le pidieran volver Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba o Luis Ángel Rojo, entre otros.

Su apuesta por la estabilidad presupuestaria encajó bien en los primeros tiempos del mandato, con la economía creciendo, pero chocó con tesis más laxas, incluida la del entonces presidente del Gobierno, especialmente en los últimos años, tras estallar la crisis de 2008.

El estallido de la burbuja inmobiliaria en España dio lugar a una crisis colosal agravada inicialmente por los efectos en todo el mundo del pinchazo en Estados Unidos de las hipotecas "subprime" (de bajísima calidad crediticia).

El inicio de esa crisis coincidió justamente con la campaña electoral para las elecciones generales de 2008. En el mundo económico todavía se recuerda el encendido debate en televisión entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro, entonces un gurú económico del PP, en el que las encuestas dieron como ganador al socialista.

El devenir posterior se encargó de situar las cosas porque la crisis tuvo mucha más enjundia de la que admitía, en plena campaña electoral, el PSOE. El propio Solbes señalaba en la presentación de su libro "Recuerdos": "tardamos en verbalizar el reconocimiento de la crisis en España y en Europa".

Sus fuertes discrepancias ideológicas con el presidente Zapatero, quien se situaba lejos de la ortodoxia económica que Solbes pretendía, hicieron que en la segunda legislatura las diferencias adquirieran "tintes irreversibles", y en apenas un año fuera sustituido por Elena Salgado.

De hecho, en 2013 reconoció que su decisión de presentarse a las elecciones de 2008 -llevado por la idea de que su marcha podría ser malinterpretada en el contexto europeo- fue un error.

Sonadas fueron también sus discrepancias con el director de la Oficina Económica del Presidente, Miguel Sebastián, aunque, con su habitual mesura, Solbes definió la relación como "no tan buena como debió ser ni tan mala como se dijo".

Ahí acabó la carrera política de un hombre cuyas aportaciones a la economía española quedan para la historia.