- Lejos de aplacar el malestar, las explicaciones de Pedro Sánchez redoblaron la indignación en el independentismo, decepcionado por las “milongas” y los “cuentos” del líder socialista en relación al espionaje masivo. El tono empleado por uno de los socios de investidura más directos, Esquerra, no pudo ser más duro. Su portavoz Gabriel Rufián desdeñó el anuncio de incrementar el control judicial del CNI subrayando que el “mayor controlador” de los servicios secretos es el propio presidente español. “¡No nos puede chantajear constantemente!”, le advirtió. “¿Qué ha venido a hacer?”, le espetó ahondando en el alejamiento del soberanismo respecto al Gobierno. “La gente cabal cada vez quedamos menos y somos más débiles”, lamentó el republicano, quien recriminó la vigilancia a Pere Aragonès.
A su juicio, “España huele a cerrado” y el silencio “presupone una cosa aún más peligrosa”: que el Gobierno considera “al independentismo una amenaza tal para el Estado y el marco constitucional como el yihadismo internacional”, zanjó Rufián. Poco después, fue el Jefe del Govern quien se pronunció con un tuit: “Las preguntas esenciales continúan sin respuesta”. El presidente de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, reprochó a ERC que acusara a los comunes de estar vinculados con el espionaje, a lo que Rufián le respondió molesto e instándole a que deje de “romper puentes”. “¡Deja de ir tanto a Waterloo, anda!, le conminó, sugiriendo su interlocución con Carles Puigdemont.
Junts, PDeCAT y la CUP también dejaron claro que no basta con las reformas legales anunciadas ni con el cese de Paz Esteban al frente del CNI. El dedo sigue apuntando a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y al veto del PSOE a una comisión de investigación en el Congreso. La posconvergente Míriam Nogueras dio la razón a Sánchez en que Catalunya no es la misma de 2017 pero porque los socialistas y “algunos partidos catalanes” han contribuido a “anestesiarla” y ya no es esa sociedad “desacomplejada y valiente que salió a las calles a decir prou (basta)”. “Pero esa anestesia está perdiendo su efecto”, describió.
Desde EH Bildu, su portavoz, Mertxe Aizpurua, acusó al Gobierno de espiar a nada menos que a sus socios como si fueran narcotraficantes o yihadistas, con “las mismas técnicas” que usaron sus predecesores, y rechazó el “acto de fe” que les plantea el líder del PSOE, instándole la “investigar, aclarar, depurar responsabilidades” y a “limpiar las cloacas”, así como a aclarar quién ordenó las escuchas si no fue Moncloa. “No se puede pedir responsabilidad y no ofrecerla de vuelta”, enfatizó, emplazándole a “cuidar” y no poner en riesgo al bloque plurinacional de izquierdas que le sostiene. Aizpurua manifestó que no se indaga en esas cloacas “no sabemos si porque lo que se descubra podría acarrear consecuencias políticas e incluso penales para algún miembro de su Gobierno, o porque de conocer todo lo ocurrido quedaría al descubierto lo que sigue en las sombras, el llamado Estado profundo, que actúan no solo al margen del Gobierno, sino contra él”.
En esta atmósfera, Sánchez y el PP se dedicaron a atacarse recíprocamente con la corrupción para esquivar el Pegasus, aunque la secretaria general de los populares, Cuca Gamarra, dijo que el socialista estaba “plenamente informado” de las actuaciones del CNI, emplazándole a aclarar si indultó a líderes independentistas sabiendo que estaban siendo investigados. Además, pidió que se reúna la Comisión de Secretos Oficiales para que se les facilite información sobre el hackeo del móvil del presidente español. l
“¿Qué ha venido a hacer aquí? La gente cabal que queda cada vez somos menos y más débiles”
Portavoz de ERC en el Congreso
“Las ‘cloacas’ podrían tener efectos políticos o penales en su Gobierno, o airear el Estado profundo”
Portavoz de EH Bildu en el Congreso