- Ya hay fecha para el polémico regreso de Juan Carlos I al Estado español. Será este fin de semana, cuando visitará Madrid para ver a su familia antes de trasladarse a la localidad pontevedresa de Sanxenxo coincidiendo con la celebración de sus tradicionales regatas, en las que participa el barco que tripuló hasta que se instaló en Abu Dabi y que tomó el relevo del histórico Bribón.
El rey emérito pondría fin así a casi dos años sin pisar suelo español, los que han pasado desde que en agosto de 2020 se trasladara a los Emiratos Árabes Unidos acorralado por las tres causas que la Justicia suiza había armado en su contra: una por el presunto cobro de 65 millones de euros en comisiones de las obras del tren de alta velocidad Medina-La Meca, otra para comprobar si había pruebas que demostraran el cobro de donaciones no declaradas, y una tercera respecto a si ocultó fondos en paraísos fiscales.
El pasado 2 de marzo, la Fiscalía Anticorrupción archivó las diligencias que tenía abiertas sobre estas cuestiones, quedando en pie el procedimiento civil que se sigue en su contra en los juzgados del Reino Unido después de que su examante Corinna Larsen le demandara por el acoso que asegura haber sufrido por parte del Centro Nacional de Inteligencia, según denuncia, por orden de Juan Carlos I, cuyo próximo capítulo se escribirá a mediados de julio.
Días después de conocerse este fallo Juan Carlos I comunicó a su hijo su deseo de “considerar” su regreso a España, “aunque no de forma inmediata”. Hace un mes, parte de la familia real española, con las infantas Elena y Cristina a la cabeza, viajaron a los Emiratos Árabes Unidos para ver al rey emérito. El viaje, que las infantas y sus hijos no dudaron en documentar con una foto de familia, se entendió como un primer acercamiento a su figura, con la que Zarzuela había tratado hasta entonces de marcar distancias para proteger a la monarquía señalando la abdicación en Felipe VI como la prueba del inicio de una nueva etapa.
Ahora el paso es más profundo y pondrá a prueba la respuesta que encuentra en la sociedad del Estado. El actual monarca habría hablado por teléfono con su padre durante la visita que cursó al país donde este reside con motivo del fallecimiento del jeque Jalifa Bin Zayed, que en 2020 decidió acoger a Juan Carlos I.
En aquella conversación se habría gestado la cita que les reunirá estos próximos días en Madrid, pero tras filtrarse la noticia, faltaban por conocerse más detalles.
Ayer, el veterano Fernando Ónega, históricamente bien relacionado con las fuentes de la Casa Real, confirmaba que este viaje tendrá lugar el próximo fin de semana y apuntaba sucinto que el rey emérito “será recibido en Zarzuela, verá a su familia y aceptará las condiciones”; una frase esta última que anuncia el extremo cuidado con el que Felipe VI quiere tratar un trance que le va a resultar tremendamente delicado de gestionar, como demuestran las primeras reacciones que la noticia provocó entre la clase política.
En este sentido, cabe destacar que la Casa Real no ha aclarado aún dónde se va a alojar el rey Juan Carlos durante su visita a Madrid. Si finalmente lo hará en el propio palacio de la Zarzuela o fuera de él, e incluso si la cita entre ambos monarcas se producirá siquiera en este palacio, que es la residencia oficial del Jefe de Estado con lo que esto implica, o no.
Felipe VI impulsó como lema Una monarquía renovada para un tiempo nuevo cuando en 2014 asumió un trono sacudido por la caza de elefantes en Botsuana, el caso Nóos y las investigaciones contra Juan Carlos. Este fin de semana probará lo larga que es la distancia real o estéticamente marcada con la era anterior. l
lll Memorias. José Castro fue el magistrado más conocido de España durante los años en que instruyó el caso Nóos (2010-2014), la investigación por corrupción que sentó en el banquillo a la infanta Cristina y a su esposo, Iñaki Urdangarin. Jubilado desde 2017, publica ahora sus memorias, Barrotes Torcidos, y en una entrevista con Efe comentó ayer cuestiones candentes como los aforamientos que privilegian a los altos cargos políticos, entre ellos al rey. “¿Si somos todos iguales ante la ley, cómo es que hay uno que no lo es?”, reflexiona el magistrado en su libro, en el que confía en que “un día se reforme la Constitución, se le formulen al pueblo preguntas que nunca se le formularon, y se quiten honores y privilegios”.