- A falta de conocer la reacción que provoca a nivel social la vuelta de Juan Carlos I tras pasar casi dos años acogido por la Casa Real de los Emiratos Árabes Unidos, los representantes políticos adelantaron ayer su reacción a esta noticia.

Desde las formaciones que componen el Gobierno de España se tiró del discurso institucional, lo que no evitó en todo caso que una vez más se evidenciaran matices importantes en sus respectivos mensajes.

En nombre del PSOE, Felipe Sicilia, portavoz de su Ejecutiva Federal, se limitó a afirmar que su formación política “respeta cualquier decisión” que adopte la Casa Real. “Son decisiones que competen a la Casa Real y nosotros ahí no tenemos nada que comentar”, resolvió.

Por su parte, desde Podemos, la ministra de Igualdad, Irene Montero, fue un paso más allá al responder que, al margen de los “titulares” que genere este regreso, “lo más importante es que cada vez hay más gente en la sociedad española que no entiende la utilidad de la institución de la monarquía y a la que le gustaría que la Jefatura del Estado fuera también elegida democráticamente”. “Tenemos la responsabilidad de profundizar en la garantías democráticas”, añadió.

Desde Euskadi, el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, afirmó tajante: “No sé qué rayos habrán inventado para que vuelva, pero la vergüenza por su comportamiento no la van a hacer desaparecer venga o no venga”.

Desde Catalunya, ERC coincidía en los términos asegurando que “es una vergüenza que se rían a la cara de la ciudadanía de todo el Estado español”, mientras que JxCat añadía que España es “un Estado podrido” por permitir la vuelta de un “corrupto”.

El revés de la moneda se encontró en los discursos de PP y Ciudadanos. Los naranjas se contentaron con afirmar que “la Casa Real merece el mayor de los respetos”. El PP por su parte tildó este regreso de “magnífica noticia”. “Pesa mucho más que el rey emérito, teniendo poderes absolutos, decidiera que España fuera una democracia”. “Todos los que viven en democracia se lo deben”, dijo el alcalde de Madrid José Luis Martínez Almeida, quien calificó su papel histórico como “admirable”.